La historia de Cruz Estévez, una vecina de Mos de 53 años de edad, es digna de un guion de una serie de éxito para televisión.
A las 11:30 horas de este martes, con un hijo menor a su cargo, ha sido desahuciada de su vivienda de toda la vida; nada raro a los ojos de una servidora, acostumbrada a leer y escribir sobre casos similares casi a diario, pero lo que marca la diferencia con esta familia gallega es que el denunciante es su propio padre, un señor de 88 años y según la hija, “con principios de demencia senil”.
Cruz, quien no opuso resistencia a abandonar el que ha sido su hogar desde hace más de 50 años, entregó las llaves arropada por sus propios vecinos, que defendían a la mujer al grito de “injusticia”, y que hace un mes lograron frustrar un primer intento de desahucio.
Los vecinos consultados por Informativos Telecinco, aseguran que “la echan a la calle después de toda la vida cuidando a sus padres”, ya que según explican, Cruz dejó su trabajo hace 15 años para dedicarse por entero al cuidado de sus progenitores.
A raíz de la muerte de su madre, Cruz explica que notó “un cambio en el comportamiento de su padre”, que le llegó a proponer mantener relaciones, al parecer, por su estado de demencia al confundirla con su esposa.
“Me decía que quería tener relaciones conmigo”, relata Cruz a la prensa local.
“Mi padre se puso mal y llegó un momento en que me pedía que dejara a mi pareja y que fuese su pareja”, explica Cruz, quien añade que “empezó a hacerme boicot, dejó de comer y de tomar la medicación, le pedí ayuda a mis hermanos y ellos lo que hicieron fue intentar quitarme mi herencia”.
“No tengo hermanos, tengo cuervos”, asevera ante los medios, apuntando que han sido dos de sus hermanos los que han intermediado para que su padre denunciara a su propia hija.
Cruz, de quien los vecinos aseguran que está en situación de vulnerabilidad, sin trabajo y con un hijo menor a su cargo, “no tiene a donde ir”, explican.
“La echan a la calle después de toda la vida cuidando a sus padres”, añaden, concretando que con 54 años y después de 15 sin trabajo, “está fuera del mercado laboral”.
“Le han robado su economía, su casa, su dignidad… le han quitado todo”, añaden con impotencia.
Todo menos el cariño de sus vecinos, quienes no tienen más que buenas palabras para la mujer. “Para mí es una hermana”, nos cuenta Aurea Rodríguez, “le daría un riñón si lo necesitara”, “aquí nunca le va a faltar un plato de comida”, añade emocionada.
Los familiares de Cruz, con una cuñada como portavoz replican, por su parte, que “no la echa su propia familia, la echa la Justicia”, asegurando que “es mentira que los vecinos estén con ella”, que se trata de amigos de su pareja y de gente que reclutaron por las redes sociales.
También cuentan en la prensa local que “fue su padre el que fue a pedir ayuda a casa de su hijo”, porque según su nuera, “le hacían la vida imposible”.
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