El temporal destroza por completo el campo de fútbol de Ponte Caldelas, en Pontevedra

"El desastre" del paso de la borrasca 'Domingos' por Galicia se puede visualizar claramente con la imagen que ha ofrecido en el día de hoy el campo de fútbol de Ponte Caldelas (Pontevedra). Ha quedado completamente arrasado. En este caso no por el viento.

Tanto el alcalde del municipio, Andrés Díaz, como el propio club que juega en el espacio deportivo de Chan da Barcia han compartido información e imágenes de lo ocurrido. "El desbordamiento del río Verdugo" ha acabado destrozando el césped artificial y resto de instalaciones.

"Nunca vi una crecida igual, qué tristeza y ganas de llorar", comentaba este sábado el regidor en su perfil de Facebook. Reconocía encontrarse "desolado". "No hay otra palabra que defina mejor lo que siento", añadía junto a un vídeo del estado en el que había quedado el campo.

Con charcos enormes de agua, la fuerza del torrente había desplazado la superficie de juego, dejando numerosas y grandes arrugas. Además, en otras imágenes se observa al propio alcalde dentro del lugar donde guardan el equipamiento deportivo, también afectado.

Díaz aseguraba que "las pérdidas" de los efectos del temporal "son incalculables". Por eso, va a solicitar a la Xunta de Galicia y a la Diputación de Pontevedra que colaboren como puedan a reestablecer la normalidad en el pueblo.

"Siento rabia e impotencia porque no sé cómo vamos a afrontar este desastre"

En otra publicación, Díaz recogía los otros destrozos que ha sufrido Ponte Caldelas estos últimos días debido a la borrasca. Cita el pabellón municipal, el taller y maquinaria de Vías y Obras, así como el mobiliario público.

Además de los daños en "bienes privados" de los vecinos. "Pedimos comprensión y ayuda", solicita a los ciudadanos. "Siento rabia e impotencia porque no sé cómo vamos a afrontar este desastre", concluye el regidor.

Ya las lluvias que cayeron con 'Ciarán' hace un par de días provocaron multitud de incidencias en la localidad. Con algunos vehículos totalmente hundidos por la inmensidad del caudal que discurría por algunas calles e incluso postes telefónicos y ramas de árboles caídas.

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