Apuñalan a una mujer en avanzado estado de gestación a la salida de un negocio en Marín

La Policía Local de Marín, Pontevedra, ha tenido que intervenir este lunes a las puertas de un cíber de la calle Concepción Arenal por el ataque de tres individuos a una pareja que salía del negocio, presuntamente por un ajuste de cuentas.

Los hechos se produjeron pasadas las diez de la noche, cuando los asaltantes, de etnia gitana, abordaron a las víctimas en un portal anexo al local del que salían y las atacaron con varios objetos punzantes, causándoles heridas de consideración.

La mujer, embarazada de ocho meses y empleada del negocio, fue la peor parada en el ataque al recibir varias estocadas en las piernas con un cristal que los agresores pudieron obtener de la puerta del portal.

Según informan fuentes policiales, la mujer sufrió las puñaladas al intentar defender a su pareja, con quien los agresores aparentemente tenían problemas. De hecho, los agentes aseguran que el hombre ya había denunciado en otras ocasiones a los individuos que lo atacaron y que éstos ya habían sido identificados.

En esta ocasión, el hombre fue atacado con una barra con gancho aunque no sufrió heridas de gravedad; no corrió la misma suerte la mujer, que tuvo que ser trasladada por una ambulancia del 061 y sometida a una operación quirúrgica.

El padre de la víctima murió en el mismo lugar en 2016 tras otra agresión

El caso está ahora en manos de la Policía Nacional, que investiga cuales pudieron haber sido las causas del ataque.

La clave de la investigación puede estar en otra agresión sufrida en el mismo negocio en el año 2016, que acabó con la muerte de su propietario, José Manuel Piedras, padre de la mujer embarazada herida este lunes.

Cuenta El Diario de Pontevedra que el origen de la pelea que tuvo el fatal desenlace fue “la negativa de la víctima a grabar un CD con música a tres hermanos”. Al parecer, esto dio lugar a un cruce de insultos que acabaron llegando a las manos en una reyerta en la que el dueño del negocio perdió la vida.

Por estos hechos se condenó a Joaquín Salazar Jiménez a dos años y cuatro meses de cárcel por un delito de homicidio imprudente, pues el juez interpretó que su intención no era acabar con la vida de José Manuel Piedras.