El trágico incendio que este pasado lunes devoraba un primer piso de la calle Labayru de Bilbao en el que moría una mujer de 73 años, deja una historia digna de ser contada. La de un trabajador que “sin pensarlo” desplegó su escalera para salvar la vida del hombre de 78 años que desesperado trataba de escapar de las llamas, asomándose a una de las ventanas mientras las llamas avanzaban y el humo le impedía respirar. "Si esperamos un poco más, el señor se hubiese quemado", advierte.
A sus 49 años, el hondureño Edwin Geovanny Castillo lleva los últimos 17 en Bilbao. Este Perito Mercantil y Contador Público trabaja poniendo aires acondicionados. Este lunes, su jornada laboral no transcurrió como tenía previsto, a primera hora “mis compañeros me vinieron a recoger a casa”, en el barrio bilbaíno de Basurto, y se dirigían a realizar una intervención en Abando, cuando les sorprendió la humareda que salía de las ventanas de un primer piso de la calle Labayru. “Era algo terrible”, recuerda.
A Edwin le cuesta borrar la imagen de la columna de humo y la estampa de un hombre asomado y pidiendo auxilio: “Desde abajo le gritaban que sacase la cabeza para respirar”, rememora. En aquel preciso instante, Edwin pensó que la escalera que emplean para trabajar podría servir para ayudar a aquel vecino asediado por el fuego que devoraba su vivienda.
Entre Edwin y otro compañero la bajaron de la furgoneta y “sin pensarlo” comenzaron a alargarla, el operario trepó por los peldaños y llegó hasta una de las ventanas y entró en la casa: “Lo alcé, lo puse hacia la escalera y logró bajar”.
Su actuación, probablemente, le salvó la vida a este bilbaíno de 78 años, pero a Edwin le ha quedado una sensación agridulce: “Mi pesar es no haber podido rescatar a la señora”, lamenta. A pesar de que saltó al interior de la vivienda, el humo era tan denso y negro que no veía absolutamente nada y, aunque gritó en varias ocasiones: “Señora, ¿dónde está, dónde está?”, Edwin solo logró escuchar unos golpes, “como si estuviera golpeando la pared”, y “tuve que escapar porque me asfixiaba”.
Ya en la calle y “con la impotencia de haberla tenido que dejar allí dentro”, Edwin pretendía recoger su escalera y volver al trabajo, pero los sanitarios me advirtieron de que debía hacerme un análisis, porque “inhalé humo”. Tras ponerle oxígeno y realizarle una revisión, a media mañana le dieron el alta.
24 horas después, Edwin recuerda cómo el hombre, al que había logrado salvar la vida, lloraba al llegar a la calle. A él le queda la satisfacción de haberle ayudado, aunque reniega de ser considerado un héroe, y el dolor de no haber podido rescatar a la mujer. También, tras el impulso inicial de entrar al piso en llamas, reconoce que ha pensado en que “me podría haber quedado allí dentro”.
En la casa donde se desató el fuego vivía un matrimonio, la mujer de 73 años sufrió una parada cardiorrespiratoria y fue atendida en el mismo lugar, aunque finalmente falleció. Su marido, de 78 años, fue trasladado al hospital de Basurto, en estado grave. Otra decena de vecinos, de este inmueble de estructura de madera, tuvieron que recibir asistencia médica por la inhalación de humo. Los residentes del edificio, que fue desalojado para verificar su estado tras el incendio, pudieron regresar a sus casas ya por la tarde.
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