El próximo 8 de febrero, coincidiendo con la conmemoración del Día Europeo del 112, el Gobierno Vasco otorgará 38 medallas al “Mérito en Emergencias y Protección Civil”, 37 con distintivo verde y una con distintivo rojo. Esta última lleva el nombre de un policía local de Mungia que, estando fuera de servicio, arriesgó su vida para rescatar a un senderista que se despeñó en Huesca.
Se trata de Joseba Larruzea, un policía de profesión con alma de montañero, que desde muy pequeño interiorizó uno de los mandamientos de la montaña: 'Cualquier extraño que comparta contigo el amor por las montañas, es tu compañero, y mucho más cuando necesite cualquier tipo de ayuda'.
Esta es la historia de un rescate que le ha valido un reconocimiento por el que se siente “abrumado”, más si cabe porque “han sido mis propios compañeros los que me han propuesto para recibirlo”.
El enigmático poder de atracción que la montaña ejerce sobre muchos vascos ha llevado a Joseba Larruzea y su hermana a realizar numerosas marchas de montaña a lo largo de su vida. Sin ir más lejos, durante sus últimas vacaciones en Huesca se propusieron realizar una ruta de senderismo circular por los Picos de los Infiernos. No imaginaban que la excursión a punto estuvo de acabar haciendo honor al nombre del lugar.
Cuando se disponían a descender al Collado de Pondiellos fueron testigos de cómo otro montañero se acercaba al canal intentando descubrir un sendero por el que acometer el descenso cuando las rocas cedieron y el hombre cayó por la grieta de unos 50 metros de profundidad. “No nos lo creíamos, pensamos que se había matado”, recuerda Joseba. Sin embargo, la suerte quiso que se quedara atascado a mitad de camino y pudiera responder a las llamadas que los hermanos Larruzea le hacían desde arriba. Estaba vivo, si bien “no podía moverse” así que este policía local de Mungia no se lo pensó y corrió a ayudarle. “Claro que corrí riesgos, aunque en el momento no era tan consciente y descendí lo más rápido que pude”, rememora.
Al llegar se encontró al montañero consciente, pero con dos heridas importantes en la cabeza, “tenía la cara ensangrentada y no podía abrir los ojos”, relata. Con una camiseta que llevaba en la mochila, le limpió y le puso las gafas que había perdido durante la caída. “Se quejaba de dolor en un tobillo y aunque la mochila le protegió la espalda, probablemente la cantimplora le había fracturado una vértebra”. Joseba se quedó con él: “Estuve en el agujero acompañándole”, allí abajo no había cobertura, así que, su hermana se encargó de dar aviso a la Guardia Civil.
Cuando parecía que lo peor ya había pasado, la montaña se encargó de recordarles que allí estaban a su merced. Una piedra de grandes dimensiones se desprendió y comenzó a caer directamente hacia Joseba, el herido y un tercer montañero gallego que había logrado llegar hasta ellos, “a punto estuvo de llevarnos por delante”. Los gritos de pánico hicieron pensar a los presentes en un fatal desenlace, sin embargo, Joseba logró, a costa de recibir un buen golpe, que la roca desviara su trayectoria.
La grieta por la que se despeñó el montañero herido era “una especie de cascada de piedras”, por lo que al llegar el helicóptero literalmente se produjo “una lluvia de piedras” que de nuevo puso en riesgo la integridad física del policía y del otro montañero. Tras dejar el rescate en manos de los Grupos de Rescate Especial de Intervención en Montaña de la Guardia Civil (Greim), Joseba tuvo la oportunidad de hablar en varias ocasiones con el montañero herido, “que había estado intentando localizarme a través de Instagram”, y que ya se recuperaba de las lesiones.
Aquel fue su mejor premio, aunque ahora vaya a recibir el distintivo rojo por socorrer aquel día de finales de agosto a un montañero en el Pirineo de Huesca.
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