Los escaladores vascos, Iker y Eneko Pou, se encuentran a 9.515 kilómetros de su casa, en Vitoria. En concreto, este pasado lunes los dos hermanos se hallaban a primera hora de la mañana en la ciudad de Huaraz, en un valle del norte de Perú.
Guiados por su lema ‘En busca de adrenalina en un mundo vertical', se preparaban para seguir buscando nuevos caminos en la Cordillera Blanca, sin embargo, en la montaña surgen imprevistos y la solidaridad es vital para evitar tragedias.
Nada más llegar y tras una primera actividad para aclimatarse, de la que dejaron testimonio en sus redes sociales, y casi “sin tiempo real para aclimatarnos a la altura” estos dos hermanos han recibido la noticia de que “un chico, que además es un amigo” sufrió un accidente antes de ayer y no han dudado en sumarse al equipo de rescate.
Eneko reconoce que, tras enterarse de lo sucedido, “estamos un poco afectados” y que al estar recién llegados, la poca aclimatación va a hacer que “vayamos un poco jodidos”, pero la montaña es así. Más optimista se muestra Iker, que mientras ultima los preparativos para emprender la marcha al Caraz (6.025 metros) y en respuesta a su hermano asegura que “lo veo bien”.
En el vídeo que el propio Eneko ha subido a Instagram, el escalador vasco da ánimos al grupo de escaladores que participan en el operativo, y del que él y su hermano forman parte, con un “venga chicos, a ver si hacemos algo bonito” y añade “mucha fuerza”. Les hará falta. La montaña es preciosa, pero, a veces, cruel.
Los hermanos Pou han subido algunas de las paredes más duras del mundo y saben bien lo fina que es la línea que separa la vida de la muerte en la montaña. Allí arriba, el compañerismo puede marcar la diferencia entre vivir y morir.
A lo largo de su amplia trayectoria, los hermanos Pou han hecho gala de su solidaridad y han participado en numerosos rescates. Algunos con final feliz, otros no tanto, como ocurrió hace cinco años también en Perú. Entonces, dos montañeros argentinos murieron cuando escalaban el Caraz, en la cordillera de los Andes. “Nos dejamos la piel durante un montón de horas para sacar los cuerpos de Ian y Juampi. Eran unos chicos increíbles y no tenemos ninguna duda de que ellos habrían hecho lo mismo por nosotros”, escribieron entonces.
Ahora, de nuevo, el Caraz se convierte en escenario de otro accidente en el que se requiere la ayuda de los hermanos vitorianos. Esperemos que el final de esta historia, esta vez, sea otro.
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