Una psicóloga analiza el suicidio como primera causa de muerte de los jóvenes vascos: "Los referentes han dejado de ser los padres para ser TikTok"

El Gobierno Vasco ha publicado esta semana su ‘Diagnóstico de la situación de la juventud vasca’, una radiografía que muestra, entre otras cosas, que los jóvenes vascos son infelices, hasta el punto de que el suicidio es ya la primera causa de muerte, entre los 15 y los 29 años. En 2015, 18 se quitaron la vida y siete años después lo hicieron 14. “Es una noticia terrible, tristísima”, concluye Itziar Barrenengoa, licenciada en Psicología y a quien, sin embargo, los datos no le han sorprendido, “esto viene de atrás, lo que pasa que antes no se hablaba tan abiertamente del suicidio”.

El desgaste de la salud mental de los jóvenes es, en opinión de esta profesional, fruto de “nuestro fracaso como sociedad”, una sociedad “enferma” y que llega a tildar de “psicótica”, en la que se han perdido los valores. Así, los adolescentes de hoy, son los “más sobreprotegidos de todos los tiempos” y, a la vez, “están más solos que nunca”.

“Hay que dedicarles tiempo, escucharles, interesarnos por ellos y no juzgarles”, recomienda Barrenengoa, que apuesta por “volver a compartir tiempo y planes con nuestros hijos” para que “sientan la pertenencia al grupo de referencia que es la familia y no un ‘influencer’ cualquiera”.

Señales de alerta

Al mismo tiempo, para tratar de revertir las escalofriantes cifras, los profesionales abogan por dotar a los jóvenes de herramientas de afrontamiento, para que sean capaces de asumir las adversidades con las que se van a ir topando en su tránsito vital. Si a la falta de herramientas para gestionar las emociones se suma los cambios hormonales propios de la adolescencia, Itziar Barrenengoa apunta a que pueden llegar a sentirse víctimas de una “auténtica avalancha emocional”, “una especie de niebla densa que termina irremediablemente por atraparles”.

En este sentido, recomienda evitar etiquetarles con un “pareces tonto”, no híper estimularles por miedo a que se aburran “porque a veces hay que aburrirse, a todos nos pasa, e incluso puede ser el motor para que surjan ideas creativas”. Verles, más allá de mirarles, y conocerles para así poder darse cuenta de los cambios de humor, de un posible trastorno de la alimentación o de la salud de su relación con sus iguales, son otros de los consejos a tener en cuenta.

La irrupción de las nuevas tecnologías ha llevado a muchos jóvenes a sustituir las relaciones sociales por horas y horas frente a las pantallas, “la dependencia del móvil lleva al aislamiento, la pérdida de los verdaderos valores y el aprendizaje de la violencia”, advierte. Criados, en muchos casos, sin recursos para afrontar la frustración, se han agarrado a las nuevas tecnologías, seducidos por el placer de la inmediatez, de la recompensa rápida. “Los referentes ya no son los padres, sino el TikTok” y han terminado creyendo que “lo que hay en redes es la realidad”.

Junto al Diagnóstico de la juventud vasca elaborado por el Gobierno Vasco, otra reciente encuesta, realizada por la plataforma digital Gurea Geroa, entre 3.763 personas jóvenes de Euskadi, apuntaba en esta misma línea: casi la mitad de la juventud vasca es infeliz y el 59 por ciento ha tenido pensamientos suicidas. Además, un 55 por ciento de las personas encuestadas ha sentido la necesidad de tomar ansiolíticos y de las que los han consumido, un 20% lo ha hecho sin prescripción médica.

Los jóvenes se vuelven seres frágiles que “no se sienten queridos”, víctimas de un “estado de soledad agudo y desolación absoluta”, que les lleva a pensar que “su vida no tiene importancia”. Las señales que alertan de que algo no va bien, existen: el aislamiento, las autolesiones, las búsquedas en internet sobre el suicidio o incluso, avisos verbales. Aun así, no siempre se ve venir.

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