Euskadi permanece consternada tras conocerse el accidente de tráfico que sufrió una familia de Getxo en Tanzania el pasado domingo. La madre y la hija, Elena e Inés, fallecieron en el siniestro, mientras que Íñigo e Ignacio, el padre y el hijo, resultaron heridos y fueron trasladados a Nairobi, en Kenia, para tratar las lesiones en un hospital. Lo que iba a ser un día de turismo en el cráter volcánico de Ngorongoro, en el norte del país africano, acabó en tragedia.
El coche en el que viajaba la familia (los cuatro miembros) entró en la zona de conservación de Ngorongoro y se metió en una zona montañosa de difícil acceso, en la que se requiere mucha experiencia para conducir, según han apuntado varios expertos. Un testigo ha asegurado que el vehículo se encontraba en las inmediaciones del cráter cuando, en una curva muy cerrada y una gran pendiente, el chófer no pudo cambiar las marchas, por lo que el coche terminó volcando y cayendo desde unos 600 metros de altura. El Gobierno Vasco, ante lo ocurrido, ha querido enviar "sus más sinceras condolencias a la familia Lomas-Rentería y personas allegadas". El siniestro se produjo en una zona muy turística; analizamos el territorio.
Numerosas personas, incluidas múltiples familias de todo el mundo, han mostrado interés en visitar la zona de conservación de Ngorongoro, en el norte de Tanzania, un área con una superficie de unos 8.288 km² que, además de albergar el extenso cráter volcánico de Ngorongoro, sirve de hábitat para grandes animales como elefantes, leones, leopardos, hienas, búfalos y rinocerontes.
Normalmente, los turistas o familias viajan con un guía por el territorio. Y es que el cráter de Ngorongoro tiene un diámetro de 21 kilómetros. Los laterales del cráter, el espacio que lo rodea, dan lugar a zonas montañosas que alcanzan más de 600 metros de altura en algunos puntos y que tienen caminos de arena como recorrido. Los viajeros suelen acudir a disfrutar del paisaje, de la flora y de la fauna de este territorio.
El cráter de Ngorongoro se creó cuando un volcán explotó y colapsó sobre sí mismo hace dos o tres millones de años, según los informes. El mencionado cráter gigante es una de las mayores calderas volcánicas del mundo; fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1978.
Hasta este lugar turístico viajó la familia de Getxo que sufrió el siniestro. La población vasca no encuentra palabras para describir la pérdida de la madre y su hija. Elena trabajaba desde hace años en un juzgado de Bilbao, mientras que Inés, de 17 años, jugaba en un equipo de hockey de su localidad y esperaba comenzar pronto a la universidad. Sus cuerpos serán repatriados próximamente. Mientras, todos siguen pendientes de Íñigo, el padre, que trabaja como abogado, e Ignacio, su otro hijo. El progenitor sufrió varias fracturas, pero no parece que su vida corra peligro. En cuanto al joven, los infomes indican que sufrió una rotura de costillas y que podría padecer perforación de pulmón.
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