Tras 14 largos años de lucha, Alejandro Vallejo es uno de los cinco guipuzcoanos a los que el Gobierno indemnizará después de que el Tribunal Supremo haya anulado la obligación a las víctimas de pasar por un nuevo examen médico para poder recibir las ayudas aprobadas el pasado verano. Hasta ahora solo se les había reconocido como víctimas a otros dos guipuzcoanos.
La talidomida, el fármaco que se recetó durante años a las madres gestantes para paliar las náuseas, ocasionó efectos demoledores en los fetos, pero no suficiente con eso, durante años los afectados han tenido que lidiar con la administración para exigir responsabilidades. En el largo proceso judicial, la Asociación de Víctimas de la Talidomida de España (Avite) ha logrado que el Supremo obligue a reconocer la condición de los afectados por la talidomida, sin tener que volver a pasar un examen.
Cuando Alejandro Vallejo nació en 1963, todos los médicos dijeron que las malformaciones que sufría eran congénitas, pero este guipuzcoano de Legazpi siempre dudó de aquella versión. “Me faltan dedos en las dos manos y tengo el pie equino varo (una anomalía por la que el pie se encuentra torcido o invertido hacia dentro o hacia abajo)”, explica Álex, el único de cinco hermanos que las sufre.
En 1993, acudió a un traumatólogo que, por primera vez en 30 años, puso nombre a lo que podía pasarle: talidomida. “La verdad, es que me sonó a chino, pero lo apunté en un papel”, recuerda. Años después buscó información y descubrió que su madre había tomado pastillas durante su gestación para los vómitos.
A sus 61 años, casado y con dos hijos, Álex lleva cinco, jubilado, “tras 32 años currando” y, aunque "yo me valgo por mí mismo", admite que la indemnización es muy importante. Se muestra contento por haberlo logrado, a pesar de la frustración que ha sentido durante estos 14 años de lucha, pero prefiere ser cauteloso.
La talidomida fue un fármaco desarrollado a principios en la década de 1950 por la farmacéutica alemana Grünenthal y que se comercializó hasta 1985 como calmante de las náuseas en los primeros meses de embarazo. El medicamento provocó miles de casos de malformaciones en los fetos. La principal fue la focomelia, una anomalía congénita caracterizada por la carencia o excesiva cortedad de las extremidades.
Los afectados han recibido la noticia con “alegría”, pero “con cautela”. Temen que, si el Imserso “nos quiere amargar”, tengan que enfrentarse a un nuevo pleito judicial “que alargue todo dos o tres años”, teme Rafael Basterretxea, vicepresidente de Avite. De la misma opinión es Álex y también, Mariano Garmendia, otra víctima reconocida de la talidomida desde 2023: “La sentencia es muy importante, pero no nos fiamos”.
Mariano Garmendia nació en 1977, “soy uno de los afectados más jóvenes”, sin los dos brazos y “con una pierna más corta”. Entonces a su madre le dijeron que “era un fenómeno de la naturaleza”, sin embargo, Mariano descubrió años más tarde que en Avite, “había otra mucha gente parecida a mí”. Enterarse de que él era uno de ellos, causó “un enorme dolor a mi madre”, que se sintió culpable por haber tomado aquella medicación que le habían recetado para las náuseas del embarazo y que, a la postre, ocasionó las deformaciones con las que nacieron cientos de bebés.
A Mariano se le reconoció como víctima de la talidomida en 2023 y “ya he cobrado”, aunque “con el hachazo que nos ha dado Hacienda”, que les ha reclamado casi la mitad de la cantidad que han cobrado en impuestos, la deducción por rendimiento del trabajo asciende para estos afectados al 47%. Estas retenciones se han recurrido judicialmente y en septiembre el Congreso se pronunciará sobre la exención fiscal de las ayudas para los afectados por la talidomida.
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