El drama de los motoristas muertos en Guipúzcoa: "Hay que evitar el 'es que van como locos' y recordar que son un colectivo vulnerable"
La orografía, la climatología y el elevado parque de motocicletas, entre los factores tras la alta siniestralidad
Este pasado domingo una motorista de 21 años perdía la vida a la altura de Villabona
Muere un hombre en Ermua y un motorista en Zaldibar en dos accidentes en Vizcaya
La lista de motoristas muertos en Guipúzcoa en lo que llevamos de año no deja de aumentar, la última víctima mortal se produjo este pasado domingo por la tarde, en la N-1, a su paso por la localidad de Villabona, en sentido Vitoria. La motorista, una mujer de 21 años, murió prácticamente en el acto.
En los seis primeros meses de este 2024 son ya siete las personas que han perdido la vida en las carreteras guipuzcoanas mientras circulaban en moto. En enero, un motorista de 58 años murió atropellado por un coche y otro hombre de 44 años lo hizo tras salirse en una curva cerrada. En febrero, el conductor de una moto moría al caer a un río. Dos meses más tarde, una mujer perdía la vida tras colisionar con su moto. Los dos últimos motoristas que han fallecido en Guipúzcoa fueron dos hombres de 67 y 61 años, el pasado mes de mayo.
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No hay una única razón que pueda explicar esa dramática cifra, salvo la propia estadística, dado que, tal y como explica Mario García, portavoz del RAC Vasco Navarro, “el parque de motocicletas en este territorio es muy elevado”.
Desniveles y firme deslizante
A eso se suman factores como la orografía de Guipúzcoa, “con curvas y desniveles que no hay en otros lugares”, y una climatología húmeda que “moja el firme y lo vuelve muy deslizante” y, por tanto, especialmente peligroso para los motoristas, ya que “lo que en el coche puede quedarse en un volantazo o en un golpe de chapa, en la moto puede acabar siento un accidente letal”, puntualiza García.
El perfil de las víctimas mortales es “heterogéneo”, pero en el RAC Vasco Navarro sí han percibido un cambio evidente en las últimas dos décadas. Así, mientras hace 20 años “la mayoría de siniestros se producían en el ámbito urbano e implicaban a gente muy joven, incluso menores, a bordo de motocicletas”, ahora la mayoría son varones de mediana edad (desde los 30 a los 60 años o más), con experiencia y que conducen motos de mediana o gran cilindrada.
El “hábitat” de los moteros son carreteras secundarias, con curvas y sombrías como consecuencia de la vegetación. El resultado es que estas vías son “más peligrosas”, pero además hay otros factores que incrementan el riesgo para estos conductores: el pavimento “muy mejorable” en muchas de las carreteras; la menor evolución en sistemas de seguridad en las motos en comparación con las de otros vehículos; y los guardarraíles que se convierten en “guillotinas” cuando los motoristas impactan contra ellos. “Muchas veces los motoristas no fallecen en la caída, sino en el golpe que se produce tras el deslizamiento contra un bordillo, un árbol o el ‘quitamiedos’”.
Mario García lamenta que, en ocasiones, se “culpe” a los propios motoristas, olvidando que son un colectivo vulnerable y cayendo en tópicos como “es que van como locos”. Lo cierto es que tras un accidente con graves consecuencias en moto puede haber “un simple mareo”, “una bajada de tensión”, o “una abeja que se ha colado en el casco”. Cualquiera de estos supuestos “sobre una moto pueden acabar en un siniestro mortal”.
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