El depredador de Leioa: entrenador de fútbol femenino de profesión, agresor sexual en sus horas libres

Llevaba años actuando con total impunidad, hasta que una menor de edad descubrió al mundo la verdadera cara de su entrenador de fútbol. Ocurrió en 2022: la chica de 14 años denunció a este hombre de 51, por tocamientos y la Audiencia de Bizkaia le ha condenado ahora a cuatro años de prisión. Contra esta sentencia, cabe recurso.

Hace dos años, cuando arrancaron las pesquisas, los investigadores no imaginaban entonces que las muestras de ADN que se le tomaron al sospechoso iban a poner rostro y nombre a un agresor sexual reincidente. Aquellas muestras biológicas coincidieron con las recogidas años antes en la ropa de una joven con una discapacidad psíquica y de otra menor de edad, ambas agredidas en 2015 y 2017, respectivamente.

Se reabrieron los casos de las dos primeras víctimas y el pasado mes de mayo, la Audiencia de Bizkaia le condenó a 10 años de cárcel, a otra década más en libertad vigilada y la imposibilidad de acercarse a sus víctimas a menos de 500 metros, a las que deberá indemnizar con 3.000 euros cada una de ellas y no podrá ejercer una profesión u oficio que conlleve contacto regular y directo con menores por 10 años.

La denuncia que descubrió al agresor reincidente

La menor que descubrió a este depredador sexual solo llevaba dos semanas en el equipo de fútbol femenino que el condenado entrenaba cuando la siguió y la sometió a tocamientos. La familia de la chica interpuso una denuncia contra él y se pudo demostrar que cinco y siete años antes, este hombre había protagonizado, al menos, otros dos ataques sexuales en Leioa que se habían cerrado sin poder incriminar a nadie.

El primero de los hechos ocurrió el 9 de junio de 2015, cuando la víctima, que tiene una discapacidad psíquica, fue abordada por el procesado, quien la engañó para que se subiera a su vehículo diciéndole que era amigo de su padre. La sentencia considera probado que el hombre la condujo hasta un depósito de aguas de Leioa, donde se masturbó y trató de involucrar en el acto a la chica, que se resistió en todo momento, y después la dejó en las inmediaciones de su domicilio.

La segunda agresión sexual se produjo el 24 de abril de 2017, cuando el procesado siguió a una menor y, mientras caminaban por un descampado urbano, le propinó un fuerte empujón, se echó encima de ella y se masturbó, amenazándola con un cuchillo.

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