Que nuestros mares y océanos se han convertido en una sopa condimentada por millones de objetos plásticos que tardan entre décadas y cientos de años en degradarse es vox populi. Greenpeace calcula que, en la actualidad, hay unas 700 especies de organismos marinos afectados por este tipo de contaminación. “Cada año, más de un millón de aves y más de 100.000 mamíferos marinos mueren como consecuencia de todos los plásticos que llegan al mar”.
Recientemente, un pescador guipuzcoano se llevó la desagradable sorpresa de pescar un cabracho que, al puro estilo de los famosos huevos kinder, llevaba una sorpresa en su interior. El pez escondía en sus entrañas un trozo de plástico de un tamaño considerable. Imaginen el desconcierto de este 'arrantzale' cuando procedió a abrir el ejemplar que había pescado para cocinarlo.
Iker Agirrezabala es un pescador submarino que ha contado en su cuenta de la red social X lo que le pasó a su amigo Kani Ibarluzea. Junto a una fotografía del pez sobre la encimera de la cocina junto a la pieza de plástico escribía: “Esta itxascabra (cabracho) de kilo pescada hoy en Deba”.
Para que no hubiera lugar a equívocos, acompañaba la imagen de otra fotografía con el plástico en la mano para mostrar el enorme tamaño del mismo. “Tenía esto en la tripa. Pero tranquilos. Sigamos mirando para otro lado con toda la mierda que se echa a los ríos”, denunciaba.
Las respuestas de los usuarios no han tardado en llegar. Muchos se sorprendían ante el hallazgo y algunos tiraban de ironía: “Por suerte no eran pellets. Esto no preocupa”, en alusión a la crisis que se desató cuando el 8 de diciembre de 2023, el buque Toconao perdió seis contenedores, frente a las costas portuguesas, cargados con bolitas plásticas que llegaron a las costas gallegas y amenazaron con extenderse por todo el litoral cantábrico. Una de las respuestas reconocía que es “de vergüenza” y que, lamentablemente, “no somos conscientes con lo que estamos haciendo con la naturaleza”.
De color naranja o rojo intenso, el cabracho es un pez de hábitos nocturnos que permanece inmóvil casi todo el día, efectuando solo breves desplazamientos. Se camufla a la perfección en el fondo marino y se alimenta de crustáceos marinos. Probablemente, este ejemplar confundió el trozo de plástico con alimento y de ahí que acabará en su estómago.
Este pescador submarino denuncia que los plásticos llegan en Deba al mar a través del río, hasta donde llegan los plásticos arrastrados por el viento. Greenpeace advierte de que “cuando nos deshacemos de ellos pueden acabar en un vertedero, ser incinerados o reciclados. Sin embargo, debido a la acción del viento y la lluvia, estos residuos también pueden llegar al mar incluso cuando los tiramos a la basura”.
Una vez los objetos de plástico llegan al mar pueden ser ingeridos por la fauna marina y acumularse en su interior, pueden quedarse en suspensión o flotando en la superficie y pueden hundirse en el fondo marino. “Ya se han encontrado plásticos hasta en las zonas más profundas, a más de 10.000 metros de profundidad”, añaden.
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