La dulce tradición de regalar 'opillas' para celebrar San Marcos en Guipúzcoa: “La ilusión de los niños es indescriptible”
La tradición dicta que las madrinas se las regalen a sus ahijados cada 25 de abril, por San Marcos
Se elaboran a base de huevos y almendras
Se decoran con huevos duros coloreados, figuritas de chocolate, plumas y pollitos
Hay cosas que no cambian. Cada 25 de abril, festividad de San Marcos, en Irun (Guipúzcoa), es tradición que las madrinas regalen a sus ahijados un bizcocho decorado con tantos huevos como años tiene el niño que lo recibe. Son las ‘opillas’.
Una costumbre que ha pervivido desde tiempos inmemoriales, pero a la que el paso del tiempo ha sometido a drásticas y dulces modificaciones. Qué se lo pregunten, si no, a los peregrinos que antaño acompañaban al clero en las procesiones por el monte y para quienes las ‘opillas’ eran sencillos panecillos con uno o dos huevos cocidos, con los que reponer fuerzas en el almuerzo.
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Hoy en día, las ‘opillas’ poco o nada tienen que ver con aquellas. “Se trata de un bizcocho espectacular de almendra”, explica Uxue Zabala Urigain de la pastelería Hawaii de Hondarribia, otro de los municipios donde se celebra esta tradición.
Pollitos y huevos
Elaborada a base de huevo, “sobre todo de yema” y de almendras que, en este templo del dulce guipuzcoano, “las molemos en el mismo obrador” y, damos fe, de que no escatiman en su cantidad. El resultado es un delicioso pastel coronado por huevos duros coloreados, figuritas de chocolate, confetti, plumas y, por supuesto, los clásicos muñecos con forma de pollito: “La ‘opilla’ tiene que ser colorida y llamar la atención”, resume Uxue. En esta tradición no hay sitio para la expresión 'menos es más’.
Solo en la pastelería Hawaii estos días se hornean unas 600 'opillas'. Son muchas, pero lejos quedan las cifras que se alcanzaban hace años, cuando “tanto en Hondarribi como en Irun solo éramos dos o tres quienes las hacíamos”, recuerda.
Hoy en día, proliferan en internet recetas para elaborar este dulce de forma casera y también son muchos los establecimientos que las comercializan, aunque los más apegados a la tradición son fieles a comprarlas en pastelerías ‘de toda la vida’, como es el caso de Hawaii.
Otros de los clásicos este día de San Marcos es acudir con las 'opillas' envueltas en una servilleta a las parroquias guipuzcoanas para su bendición y luego suben al Monte San Marcial a comerla o a Guadalupe en Hondarribia. Claro, que en esto también el paso del tiempo ha dejado su impronta y algunos no dan tiempo a rituales y costumbres y la devoran nada más recibirla. “La ilusión de los niños al recibir las ‘opillas’ es indescriptible”, reconoce Uxue Zabala.
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