Un menor con epilepsia, el primero en ser operado en España con una novedosa técnica de cirugía láser: "Le han dado otra vida"

  • Iker tiene epilepsia congénita y comenzó a sufrir crisis de ausencia con siete años

  • El 25 de marzo de 2022 le intervinieron durante 12 horas en el hospital Sant Joan de Déu de Barcelona

  • No le quedó ni cicatriz y no ha vuelto a sufrirlas, fue el primero en ser operado con esta técnica

A punto de cumplir 17 años, el vitoriano Iker López lleva toda la vida conviviendo con la epilepsia congénita. Sin embargo, desde hace dos años su calidad de vida ha mejorado sustancialmente gracias a una pionera intervención con cirugía láser que le ha permitido liberarse de las crisis de ausencia que antes sufría a diario. “Con el láser hicimos un cortafuegos y la zona enferma del cerebro de Iker sigue ahí, pero desconectada del resto”, explica el neurocirujano pediátrico, Santiago Candela, que operó a Iker.

El cerebro de Iker se desconectaba durante dos o tres segundos, “como cuando desenchufas y vuelves a enchufar un televisor”, después volvía en sí, pero era evidente que aquel parón le había pasado factura. A veces las secuelas eran problemas en la visión como “si se le pixelaran las imágenes”. “La cara le cambiaba, yo veía su malestar solo con mirarle”, cuenta su madre Auxi.

A Iker, que reside junto a sus progenitores Auxi y José y a su hermano Pau de siete años en Badalona, le operaron hace dos años en el hospital pediátrico Sant Joan de Déu de Barcelona. Sobre la mesa dos opciones: operarle a cráneo abierto o probar una técnica menos invasiva, pero más incierta.

Nunca antes en España se había intervenido de esta manera una epilepsia como la de Iker, “con tanta masa cerebral afectada” y localizada en el cuadrante posterior del cerebro. Sin embargo, haciendo caso a los médicos optaron por el láser: “La operación era más larga, pero la recuperación sería también más corta”.

Un cortafuegos con láser, sin cicatriz

En Sant Joan de Déu, llevan más de cinco años empleando el láser en intervenciones quirúrgicas, pero la peculiaridad de este caso es que “fue la primera vez que empleamos el láser para hacer una especie de cortafuegos”, es decir, “la zona enferma del cerebro de Iker sigue ahí, pero aislada del resto, se hizo una desconexión completa”, explicaba en una entrevista radiofónica en Radio Euskadi el doctor Candela.

El pasado 25 de marzo se cumplieron dos años de esta pionera intervención, que en la actualidad, estos profesionales médicos han vuelto a repetir con otra paciente. Tras la operación, a este adolescente no le quedó ni una cicatriz, porque se le hicieron pequeñas incisiones en la piel de 4 milímetros para introducir las fibras láser, frente a la cicatriz que antes se hacía desde la coronilla hasta delante de la oreja.

La “angustia” que esta familia vivió durante las 12 horas que Iker permaneció en el quirófano se han visto recompensadas. La intervención ha mitigado esas crisis hasta hacerlas desaparecer, “no ha tenido ni una en estos dos años”, pero la cirugía ha hecho mucho más: “Antes tenía muchos miedos, se le veía triste y, sin embargo, ahora está feliz y ha aumentado su capacidad para relacionarse”, describe orgullosa Auxi.

“Le han dado otra vida”, resume esta madre. En estos dos años, las crisis de ausencia han desaparecido, pero además, una vez controlada la epilepsia, los médicos que tratan a este chaval han decidido reducirle la medicación y minimizar así el consecuente efecto tóxico que tienen los fármacos en los pacientes.

Crisis de ausencia desde los 7 años

A los 23 días de nacer, el perímetro craneal de Iker “creció más de lo normal”. Le hicieron una ecografía y “nos dijeron que tenía un tumor”. Al diagnóstico le siguieron muchas pruebas médicas “sin concretar, cuál sería su evolución a medida que fuera creciendo”, recuerda. A este adolescente “le costó empezar a hablar” y a los siete años comenzó a sufrir crisis de ausencia, al principio una vez a la semana y luego a diario. Se trata de un tipo de convulsión generalizada, durante la que la persona no se da cuenta de lo que sucede a su alrededor. “Lo peor es cuando volvía en sí”, porque esos segundos de “desconexión” le provocaban agotamiento y malestar.

Al pequeño vitoriano le derivaron al hospital de Cruces, en Bizkaia. Sin embargo, la familia se mudó “por trabajo” hace años a Badalona y ha sido en el hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, donde han tratado a Iker, desde entonces y donde le operaron con esta novedosa técnica.

Cada año más de 4.000 niños son diagnosticados en España de epilepsia. Uno de cada cuatro desarrolla una epilepsia resistente a los fármacos y la mitad de ellos son potencialmente curables mediante cirugía, como es el caso de Iker. “Nos ha cambiado la vida a toda la familia”, recalca su madre.

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