Vecinos de Gernika denuncian "la tortura" que sufren sin poder dormir por culpa de unas obras desde enero
ETS comenzó en enero los trabajos de mejora del ramal entre Bermeo y Amorebieta
Unas obras que realizan en la base logística situada en pleno centro de Gernika
Las máquinas arrancan a las diez de la noche y duran hasta las seis de la mañana
Intentar conciliar el sueño en Gernika (Bizkaia) se ha convertido, desde hace dos meses, en una misión imposible para los vecinos de la calle Don Tello. De diez de la noche a seis de la mañana, cuando el silencio de la noche debería imperar, resulta que, en su lugar, el estruendo de la maquinaria pesada en la estación de tren les impide lograr el necesario descanso.
Eusko Trenbide Sarea, el ente público creado por el Gobierno Vasco para reordenar el sector ferroviario de Euskadi, comenzó hace dos meses los trabajos de mejora del ramal entre Bermeo y Amorebieta. Unas obras que se desarrollan en Gernika y que “no sabemos hasta cuando van a durar, ni si vamos a poder aguantar más”, lamentan Itziar y Juan Ignacio, vecinos.
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La base logística donde se llevan a cabo estos trabajos está rodeada de viviendas. Visitando algunos de estos domicilios, se aprecia lo cerca que están de las vías del tren y se hace evidente que la escasa lógica de que este tipo de trabajos se desarrollen en pleno centro del pueblo. Es la reclamación de estos residentes desesperados ante la falta de descanso: “Que saquen la base logística fuera de Gernika”, claman.
Tortura, infierno, pesadilla...
Una noche, dos, tres y así hasta 61, llevan soportando “un ruido inaguantable” que, en algunos casos, está empezando a minar la salud de quienes lo padecen. Es el caso de Libe Villa, que ha llegado a plantearse “coger la baja porque me está afectando muchísimo”. Todas las noches, antes de meterse a la cama, Libe toma una pastilla para dormir, que antes de las obras no necesitaba. Pero no es suficiente, esta gernikarra se ha visto obligada a trasladar la cama al salón para poder pegar ojo, o al menos intentarlo.
No es la única, varios vecinos han redistribuido sus hogares para alejarse lo máximo posible de las estancias más expuestas al ruido, pero el estruendo es de tal envergadura que esquivarlo no resulta posible. “Yo hasta he tirado un colchón en la sala”, se queja Juan Ignacio.
Ni en la peor de las pesadillas, al menos de tenerlas estarían dormidos, estos vecinos podían imaginar que sus vidas iban a trastocarse tanto por unas obras. Reclaman que “se hagan durante el día y que muevan de una vez la base logística fuera del pueblo”, exige Naia Elgezabal.
Los tapones se han convertido en un accesorio imprescindible en muchas de las mesitas de noche de quienes residen en la calle Don Tello y que definen claramente lo que están viviendo como “una tortura”, “el mismísimo infierno”, “un horror”, “insoportable”… la lista es larga.
En muchas de las casas de estos vecinos, las habitaciones más próximas a la estación ferroviaria donde las excavadoras trabajan toda la noche a destajo han quedado vacías, tal vez algún responsable del ente vasco de Transportes se anime a pernoctar aquí y que “vivan por una noche lo que nosotros estamos sufriendo”, invita Libe. Eso sí, que lo hagan provistos de tapones y pastillas, y dispuestos a contar muchas ovejas si pretenden conciliar el sueño.
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