La mayoría de los que viajaban este pasado miércoles 29, a última hora de la tarde, en el suburbano bilbaíno, iban a lo suyo. Algunos cansados tras una larga jornada ojeaban sus teléfonos móviles, mientras otros charlaban o se preparaban para bajarse en la siguiente estación. Sin embargo, un incidente iba a romper esa rutina. Los gritos desesperados de una niña auguraban una tragedia.
La pequeña, que viajaba junto a su madre, se quedó atrapada entre el vagón y el andén al ir a apearse en la estación. El incidente quedó en un susto gracias a que varios pasajeros del suburbano bilbaíno lograron rescatarla. Recientemente, se hizo viral un video de cómo el metro de Madrid atrapaba a una joven por el pelo.
Ocurrió sobre las 21 horas. Una menor salía de uno de los vagones junto a su madre cuando introdujo el pie en el hueco que queda libre entre el andén y la puerta del vagón. Sin saber cómo, la niña se quedó encajada y no podía liberarse a pesar de que su madre intentaba ayudarle a sacar el pie todo lo deprisa que podía.
Los gritos de la pequeña que presa del pánico no dejaba de chillar, alertaron al resto de pasajeros que, a pesar de los nervios, no dudaron en que, ante esa situación, solo cabía una posibilidad: ayudar en el rescate.
Mientras algunos de los viajeros que estaban dentro del vagón bloqueaban la puerta para impedir que se cerrara y el tren se pusiera en marcha, otros se sumaron a los esfuerzos de la madre para lograr liberar el pie de la menor.
Los presentes no recuerdan cuánto tiempo les llevó liberarla, seguramente no demasiado, aunque se les hizo eterno ante el riesgo evidente de que el metro reanudara la marcha sin que la niña hubiera logrado salir de esa trampa en la que se convirtió el espacio libre entre vagón y andén.
Desde Metro Bilbao, tal y como publica El Correo, explican que tras las señales sonoras las puertas de los vagones se cierran automáticamente, pero que una vez el metro llega a cada estación se despliegan unos retrovisores a través de los cuales el maquinista puede comprobar que no hay nadie en las puertas antes de volver a poner en marcha la máquina.
A pesar de todo, el susto no se lo quita nadie a la niña, su madre y todos los viajeros que presenciaron lo ocurrido y que juntos evitaron, como mínimo, que el sufrimiento de la niña se alargara más de lo necesario y quién sabe si también, evitaron una terrible desgracia. La unión hace la fuerza.
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