El pasado sábado, desaparecía tras salir a dar un paseo una mujer víctima de maltrato que residía junto a su bebé, desde hace tres semanas, en un centro de acogida para víctimas de violencia machista con escasos recursos de la Diputación de Gipuzkoa. La investigación apunta a que la mujer se marchó junto a su agresor y que ayer mismo se encontraba en Paris. El Juzgado de Violencia sobre la Mujer de San Sebastián investiga el caso. La pregunta es: ¿Cómo pudo esfumarse cuando estaba catalogada en máximo nivel de riesgo? La mujer debía haber salido a la calle con protección policial, pero no fue así. Y aquí surge la polémica.
Mientras que la Diputación de Gipuzkoa insiste en que el centro de acogida dio aviso a la Ertzaintza de su salida programada para las 17 horas del sábado 21, el Departamento vasco de Seguridad defiende que se les notificó que saldría a las 15 horas y que se desplegó el dispositivo de vigilancia correspondiente, pero que al comprobar que la mujer no salía se marcharon.
Por si no fuera suficiente este baile de horas, El Correo apunta a que fuentes policiales mantienen que ni a una hora ni a otra se llevó a cabo la correspondiente vigilancia, y sospechan que el responsable de grupos de la comisaría no dio la correspondiente orden.
El propio consejero de Seguridad del Gobierno Vasco, Josu Erkoreka, confirmaba esta mañana que se ha abierto “una investigación interna” para “reconstruir la secuencia completa” de lo que ocurrió este fin de semana y qué pudo fallar para que esta víctima de malos tratos saliera a la calle sin protección y acabara desapareciendo.
El Juzgado de Violencia sobre la Mujer de San Sebastián investiga el caso. Mientras se trata de dilucidar la razón por la que la víctima terminó saliendo sola sin protección junto a su bebé, se mantiene activa la orden internacional de búsqueda y captura.
Tampoco está claro si la huida fue planificada o si la mujer fue coaccionada para marcharse con su agresor y padre de la niña de diez meses, sobre el que pesaba una orden de alejamiento. Las cámaras de seguridad que se han visionado para tratar de aclarar las circunstancias de la desaparición muestran al hombre de origen magrebí, junto a un amigo, siguiendo a la joven de 20 años. Poco después ella y su hija se montan en un coche.
El centro de acogida tenía obligación de comunicar a la Ertzaintza cada una de las salidas de la víctima a la calle ya que, desde hace un mes, un juez calificó su situación de riesgo máximo. La investigación interna de la Diputación confirma que así se hizo. Sin embargo, esta víctima y su bebé salieron sin protección. La investigación que Asuntos Internos de la Ertzaintza está llevando a cabo desde este pasado miércoles, tratará de arrojar luz a este extraño caso, en el que solo hay una cosa clara: el protocolo de seguridad ha fallado. Habrá que determinar quién o quiénes son los responsables para que no vuelva a suceder algo similar con alguna de las 75 mujeres maltratadas con nivel especial de protección que hay en la actualidad en Euskadi.