Toses, carraspeos y un enfado: el lehendakari, molesto por el boicot de los empresarios a su discurso en euskera

El silencio apenas duró unos incómodos segundos, pero fueron más que suficientes para evidenciar el malestar del lehendakari, Iñigo Urkullu, que, en ese momento, hablaba ante el medio millar de empresarios de todo el Estado que se dieron cita este pasado lunes en el Palacio Euskaduna de Bilbao en la apertura del XXVI Congreso Nacional de la Empresa familiar. Pero, ¿qué le llevó a Urkullu a enfadarse?.

Pues, ni más ni menos, que el coro de toses, carraspeos y murmullos de algunos asistentes durante su intervención en euskera. Mientras el lehendakari que, suele alternar el uso de las dos lenguas oficiales en sus discursos, ponía de relieve el papel de los empresarios en el desarrollo de la sociedad, en su intervención en lengua vasca una parte de los presentes decidió boicotearle.

La tensión era palpable porque Urkullu, en el atril, paró su intervención y dirigió una mirada al auditorio con gesto serio, tras lo cual prosiguió con su alocución en euskera y castellano. Eso sí, cuando abandonó el acto transmitió al presidente de la Asociación de la Empresa Familiar de Euskadi, José Miguel Lanzagorta, y a Feijóo su malestar.

Iñigo Urkullu no disimuló su enfado

Lo ocurrido causó sorpresa y malestar y se interpretó como una falta de respeto por el simple hecho de haber empleado la lengua vasca en parte de su discurso. Algo incomprensible cuando el Instituto de Empresa Familiar había elegido precisamente Bilbao, en esta ocasión, para realizar su congreso anual.

El incidente ocurrió ante la presencia del Rey Felipe VI, del presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, y del presidente del Instituto de Empresa Familiar, Andrés Sendagorta, el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, o la presidenta del Banco Santander, Ana Botín. Además, alrededor de 500 empresarios de todo el Estado asistían al acto.

El encuentro fue organizado por el Instituto de la Empresa Familiar (IEF), con la colaboración de la Asociación de la Empresa Familiar de Euskadi (Aefame) y el patrocinio de Banco Santander y KPMG.