El tufo del vino, el mortal gas invisible que siembra el miedo en Rioja Alavesa, inmersa en plena vendimia

  • Gerardo Jubera cayó al depósito víctima del tufo y su cuñado Félix Crespo murió al intentar ayudarle

  • Lanciego ha decretado tres días de luto oficial

  • Al dióxido de carbono que desprende el vino durante la fermentación se le llama tufo del vino

El trajín de tractores tirando de remolques cargados de racimos de uva no se ha detenido en Rioja Alavesa. La vendimia no para, pero algo se ha roto entre los viticultores de esta comarca. Dos de los suyos han muerto, víctimas de un enemigo invisible que lleva siglos cobrándose vidas de bodegueros: el tufo del vino. “Hay un silencio raro, el miedo casi es tangible”, cuenta Itxaso Compañón, presidenta de la Asociación de Bodegas de Rioja Alavesa (ABRA).

El trágico suceso se produjo en la bodega familiar Crespo Zabala de Lanciego este domingo. Allí, Gerardo Jubera de 60 años cayó accidentalmente al interior de un depósito donde fermentaba la uva. Su cuñado Félix Crespo de 61 años bajó al tanque para ayudar a su familiar y no pudo tampoco salir con vida. Ambos fallecieron envenenados por la inhalación de monóxido de carbono.

El conocido como tufo del vino se produce durante el proceso de fermentación del mosto para convertirse en vino. “Cuando la recogemos, la uva tiene mucho azúcar y para que el mosto se convierta en vino se produce un proceso de fermentación. Las levaduras fermentan el azúcar de la uva para producir etanol y en ese proceso se produce CO2 que desplaza el oxígeno”, explica a NIUS el enólogo de Bodegas Izadi, Roberto Vicente.

Se trata de un gas “invisible” que no puede verse y que, a pesar de su nombre, tampoco puede olerse. De ahí que, durante los aproximadamente diez días que dura este proceso de fermentación, sea “muy peligroso” acercarse a los depósitos llenos de uva porque el gas queda en suspensión sobre la capa de la uva. “Es muy rápido, pierdes el conocimiento y mueres”, resume este profesional.

Cuestión de vida o muerte

La “impactante” noticia ha caído como un jarro de agua fría en la comarca porque “aquí todos nos conocemos”. Roberto estaba en plena faena cuando un viticultor le contó este pasado domingo la tragedia que había ocurrido a tan solo unos kilómetros, en Lanciego. “Lo primero que he hecho este lunes es recordar a toda la plantilla los riesgos porque esto va más allá de si el vino es bueno o malo, esto es cuestión de vida o muerte”, relata Vicente.

El drama es tremendo” y, por desgracia, se repite con cierta frecuencia a pesar de que en la actualidad existen sistemas para controlar la presencia de carbónico. Antiguamente, “se bajaba con una vela y si esta se apagaba te ibas porque eso indicaba que no había oxígeno suficiente”, recuerda. En Bodegas Izadi cuentan con extractores de CO2 y sensores de oxígeno que, actualmente “son recomendables, pero no obligatorios”, aunque en opinión de este enólogo estos sistemas deberían serlo “como los cinturones de seguridad”.

Sin embargo, el uso habitual de tuferas, ventiladores potentes capaces de meter oxígeno a los tanques donde depositan la uva, no garantiza el riesgo cero. De hecho, en este proceso cualquier precaución es poca: “Yo nunca meto la cabeza en el depósito, empujo el aire para tratar de percibir la presencia de carbónico, analizamos el mosto para comprobar que se va reduciendo el azúcar o vemos si hay espuma”, explica Vicente.

El tufo del vino es un viejo conocido entre quienes llevan toda una vida dedicados a elaborar los famosos caldos de Rioja Alavesa. Sin embargo, son “los veteranos” quienes, quizá por la confianza que da el haber realizado los mismos procesos durante décadas, terminan en mayor medida engrosando la lista de víctimas mortales del tufo. “Es evidente que ni toda la experiencia del mundo te garantiza salir indemne frente al tufo”, concluye la presidenta de Abra.

Lanciego, el municipio en el que han fallecido Gerardo y Félix, ha amanecido este lunes sumido en la tristeza y el miedo. Les toca decir adiós a dos de sus vecinos mientras ellos mismos deben seguir trabajando y haciendo frente al gas invisible que, cada año por estas fechas, les amenaza y que cada cierto tiempo mata. Se han decretado tres días de luto oficial.