En 1997, José María Lobato trabajaba como escolta privado. Tenía 27 años cuando el 5 de diciembre de aquel año recibió un tiro en la cabeza al evitar un atentado contra la concejala del PP de San Sebastián Elena Azpiroz. “Salí vivo de milagro”, exclama. El encargado de apretar el gatillo fue el miembro de ETA, Javier García Gaztelu, Txapote. El uso de este nombre como lema ha generado controversia entre las víctimas.
Ahora 26 años después, el nombre del etarra impreso en camisetas con el lema ‘Que te vote Txapote’, en titulares y en medio del debate político le genera “mucho sufrimiento”. Califica de “repugnante e incívico”, que ocurra una desgracia y luego se use el nombre del autor de la misma como “un eslogan de campaña”.
“Cada vez que lo escucho, me lleva al momento en el que Txapote me disparó en la cabeza, no perdí el sentido en ningún momento y recuerdo que mientras agonizaba en el suelo ahogándome con mi propia sangre solo pensaba en que me iba a rematar”, rememora quien ha sido una víctima directa del exjefe militar de ETA.
Él es una de las más de 20 víctimas que a título individual han firmado junto al Colectivo de Víctimas del Terrorismo (COVITE) y la Fundación Fernando Buesa Blanco la petición para que no se utilice el lema ‘Que te vote Txapote’ porque les genera dolor y “banaliza el terrorismo”.
Lobato aclara que no va dirigido a ningún partido en concreto sino a todos y cada uno de ellos y a la sociedad en general. Admite que tras el comunicado muchas personas de su entorno se le han acercado para reconocerle “que ni siquiera se habían dado cuenta de la trascendencia de esa frase”. Frase que él se niega a repetir: “No puedo”, reconoce.
Ser víctima del terrorismo es “una desgracia”, por eso pide “que se pongan en nuestro lugar” y no comprende cómo gente joven puede estar entonando el manido lema. “Algo ha fallado en la educación”, concluye.
Aquel 5 de diciembre de 1997, la policía había detenido a la Mesa Nacional de Herri Batasuna. Antes de que su protegida, Elena Azpíroz, saliera de casa, Lobato se acercó a una furgoneta que levantó sus sospechas. En el suelo del vehículo estaba escondido Txapote. “Logró sorprenderme porque no lo había visto y me disparó con una escopeta del 12”, recuerda.
Lobato sobrevivió y nunca en estos años ha pretendido olvidar lo que ocurrió. “Queremos evitar pasar página y olvidar, es importante recordar lo que ocurrió pero desde la dignidad”, matiza.