La socióloga que se infiltró en la vida de los ricos: "Hay un patrón que se repite siempre"

Durante años, la socióloga francesa Alizée Delpierre se infiltró en la vida de los ultrarricos para estudiar cómo vive el personal de servicio
Gobernantas, mayordomos, niñeras, cocineros o chóferes trabajan de mañana a noche para satisfacer a millonarios a los que sirven
¿Cuánto se cobra, cuál es el coste emocional y qué está en juego en esta relación extrema de "servicio"?
"Con Soraya, que trabaja de mayordoma para una familia de milmillonarios estadounidenses en Mónaco, nos divertimos haciendo una lista de los deseos más descabellados que ha conocido en casa de sus diferentes patrones (...). Desayunar un revuelto de dos huevos y medio cocidos durante doce segundos exactos. Dormirse todas las noches contemplando unos fuegos artificiales a través de la ventana que da al jardín. Que le sequen las manos y la boca después de cada plato con una servilleta muy blanca que huela a una lejía concebida para bebés". Este es uno de los fragmentos extraídos del libro 'Servir a los ricos' (editorial Península), de la socióloga francesa Alizée Delpierre, que justo acaba de llegar a España. Su libro, como señala en una entrevista para Informativos Telecinco, es una investigación que realizó para comprender, sin juzgar, cómo se construyen las relaciones de domesticidad entre personas completamente opuestas: los ultrarricos y sus empleados domésticos.
"Estas relaciones se desarrollan en un espacio que, por lo general, no se concibe como un lugar de trabajo, sino como un ámbito de intimidad y relaciones familiares: la casa. En el libro desarrollo el concepto de 'explotación dorada' para describir este tipo de relación social. Uno de los principales hallazgos de mi investigación es la conexión entre un trabajo ilimitado y agotador, por un lado, y salarios elevados junto con regalos de gran valor, por otro. Los ultrarricos pagan precios muy altos por una mano de obra doméstica que está a su entera disposición".
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Esta situación laboral, describe la autora, es muy ambivalente: los empleados domésticos están a la vez profundamente dedicados a sus patrones y cuentan con un tiempo personal muy reducido. Al mismo tiempo, expresan un gran orgullo por servir al mundo de la riqueza y, en consecuencia, disfrutan de importantes retribuciones tanto simbólicas como materiales.
El libro reúne, desde una mirada crítica, numerosos testimonios de mujeres y de hombres que han servido a multimillonarios en todo el mundo. Y esto lo consigue gracias a que ella misma se infiltra hasta en tres ocasiones en varias familias de multimillonarios para trabajar como niñera y ayudante. El punto que tienen en común es que todas esas historias encierran una misma vivencia y es que son historias de explotación, y además, está muy normalizada, pero en la mayoría de casos, estas personas que trabajan a tiempo completo no disponen de seguro médico, ni convenios que regulen su trabajo. Simplemente están a merced de sus patrones o señores, a los que les deben "una vida mejor".
"Se oculta con pequeños acuerdos y compensaciones materiales que no siempre resultan beneficiosos para todas las sirvientas, dado que se basan en el valor subjetivo que les atribuyen los ricos. Asimismo, la explotación consiste en una entrega ilimitada al trabajo que revela la violencia que ejercen aquellos cuyo dinero legitima su poder".

La explotación dorada: cómo enmascarar una desigualdad y una relación de poder
Precisamente uno de los conceptos que Alizée introduce en su libro es el de la "explotación dorada". ¿A qué se refiere, exactamente? Ella señala que, a cambio de que les sirvan, las grandes fortunas conceden a sus sirvientas un sueldo, una vivienda y se hacen cargo de varios gastos. Las ventajas económicas y en especie pueden ser considerables: sueldos de ocho mil euros, incentivos de varios centenares de euros, bolsos Chanel y zapatos Louboutin, relojes de lujo, visitas médicas con los mejores especialistas, matrícula en una escuela privada para sus hijos... Visto así puede resultar beneficioso, pero ¿lo es realmente?
"Desde una perspectiva económica, aunque sus salarios mensuales pueden ser elevados, lo son mucho menos si se comparan con el número real de horas trabajadas. Al mismo tiempo, algunos empleados domésticos experimentan una cierta movilidad social al estar en contacto con los ultrarricos, y muchos afirman estar dispuestos a sacrificar una parte de su vida personal para enriquecerse al servicio de los ricos. Sin embargo, este enriquecimiento suele ser un espejismo: cuando los empleados domésticos dejan su trabajo o son despedidos, se quedan sin hogar de un día para otro, sin ingresos y, en muchos casos, sin acceso a la protección social, ya que sus empleos no siempre están bien regulados o declarados", explica Alizée a Informativos Telecinco.
Por ello, esta situación laboral es profundamente ambivalente: es, al mismo tiempo, una forma de explotación y una fuente de beneficios materiales y simbólicos, lo que da lugar a la llamada "explotación dorada".
Es importante destacar que, en todo el mundo, el trabajo doméstico es uno de los sectores laborales más precarios
La "perla rara": mujer y sirvienta
¿Existen ultrarricos sin servicio? Lamentablemente no existen estudios que puedan responder a esta pregunta, pero Alizée Delpierre considera que una de los puntos claves sobre esta relación de desigualdad es que los ricos necesitan al trabajador doméstico para mantener su estatus, para mantener su estilo de vida. En realidad, lo que estos compran no es solo un servicio, sino tiempo: tiempo que pueden dedicar a otras actividades en lugar de limpiar sus mansiones o preparar la comida. "Estas desigualdades son de clase, de raza y de género. La mercantilización del trabajo doméstico no hace más que reforzarlas, generando un sector laboral que, por defecto, acoge a aquellos a quienes no se quiere en otros espacios: inmigrantes, personas sin estudios superiores y mujeres".
En este sentido, la socióloga explica que "hay un patrón que se repite siempre" en las élites y es el de la perla rara. Se trata de una sirvienta que conoce al detalle a sus jefes: sus horarios, sus costumbres, sus filias y sus fobias. Es la empleada ideal porque se comporta tal y como ellos esperan. Es educada, tiene empatía, pero, sobre todo, es fiel. En estos casos suelen buscar mujeres y, en muchos, casos la elección es racista. "A ojos de los ultrarricos, no consideran racista preferir contratar a una mujer negra para el cuidado de los niños, basándose en la idea de que las mujeres negras serían, por esencia, más maternales. Al contrario, suelen argumentar que están dando empleo a personas que de otro modo enfrentarían discriminación. Sin embargo, el simple hecho de asociar un color de piel con una supuesta habilidad es, en sí mismo, un juicio racista".
Los ricos no dudan en sortear la ley para no perder dinero
Los multimillonarios de España
¿Cuál es la situación en España? No hay que irse muy lejos para ver que esta situación de desigualdad también existe en nuestro país. Veintinueve. Ese es el número de milmillonarios que había en España en 2024, según la clasificación anual de la revista Forbes. Una cifra que aumenta constantemente y que sigue la tendencia mundial: cada vez hay más milmillonarios (2.781 en 2024) y su fortuna, estimada en 14,2 billones de dólares, ha alcanzado una suma sin precedentes. Nuestro país ha escalado a la décima posición del ranking y los millonarios representan el 2,4% de la población española.
"En España, al igual que en Francia, el trabajo doméstico no es exclusivo de los ultrarricos: las clases medias también recurren a empleados domésticos a tiempo parcial para ayudarles con tareas del hogar, cuidado de niños o asistencia a personas mayores. Sin embargo, cuando este servicio se presta a tiempo completo, todos los días, se convierte en un privilegio reservado a los millonarios. En España, como en Francia, muchas personas que trabajan en el servicio doméstico son inmigrantes, en particular de América Latina y Filipinas (en Francia, muchas provienen del continente africano). No obstante, también hay hombres empleados en el servicio doméstico, principalmente de Europa".
Según la socióloga, las condiciones laborales de estos trabajadores varían mucho entre los ricos que entrevistó, en la mayoría de los casos sus salarios eran elevados, y los empleados solían recibir alojamiento y comida. En cambio, en las clases medias, las empleadas de hogar o niñeras a tiempo parcial tienen sueldos bajos. "Es importante destacar que, en todo el mundo, el trabajo doméstico es uno de los sectores laborales más precarios, desvalorizados y con menor protección dentro de la legislación laboral".
La precariedad laboral
Pese al dinero que estos acumulan, sorprende que la mayoría de sus empleados no goce de unos derechos, contrato laboral o un acuerdo claro… ¿Por qué sucede esto? Alizée tiene una explicación: "Numerosos estudios sociológicos sobre las élites han demostrado que los ricos no dudan en sortear la ley para no perder dinero o, incluso, para seguir ganando más. Si bien suelen declarar a sus empleados domésticos, rara vez lo hacen de manera completa y, en ocasiones, los registran con títulos de puesto falsos. Estas prácticas forman parte de estrategias fiscales meticulosamente calculadas. No obstante, es importante señalar que algunas empleadas domésticas prefieren trabajar en la economía sumergida. En las clases populares, el trabajo no declarado puede considerarse una necesidad a corto plazo, ya que permite seguir recibiendo ciertas ayudas sociales y evitar el pago de impuestos".
Y añade: "Algunos de los empleados domésticos que entrevisté afirmaron haber negociado con sus empleadores para trabajar sin contrato, por necesidad. Sin embargo, muchos de los ultrarricos con los que hablé se niegan a aceptar este tipo de acuerdo".
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