Qué hacer si los hijos de tu pareja te caen mal: “Estoy tensa cuando hemos de compartir tiempo todos juntos”

Las familias reconstituidas o reconstruidas parten de una familia previa
Diana Jiménez, psicóloga: “Uno no puede obligar a que haya amor, pero sí fomentar una convivencia sana”
La psicóloga Carmen Esteban afirma que al convivir es positivo establecer una cultura familiar común
Enamorarse de una persona, encontrar una nueva pareja que tiene hijos de una anterior relación lleva a pensar que desde el principio habrá que gestionar algunos asuntos. ¿Qué recomiendan los expertos cuando las cosas no fluyen bien desde el inicio y existen tensiones, falta de entendimiento y alguna parte no se sienta cómoda?
Por el estudio ‘El divorcio en España’ elaborado por el Observatorio Demográfico CEU, adscrito al Centro de Estudios, Formación y Análisis Social (CEU-Cefas), sabemos que más del 50% de los matrimonios se separan nuestro país. La tasa de ruptura en matrimonios de personas en edades de tener hijos, según el estudio conlleva un mayor daño social. Asimismo, 1 de cada 5 parejas rompe en los 10 primeros años y 1 de cada 8, los 7 primeros.
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El informe ‘Evolución de la Familia en España 2023’ del Instituto de Política Familiar (IPF), revela que se dan menos matrimonios, más tarde y más divorcios. Los divorcios representan el 96,2% de todas las rupturas, algo que trae consecuencias, sobre todo, para los hijos.
Tras las rupturas pueden darse nuevas relaciones, familias reconstituidas o reconstruidas, donde al menos una de las dos partes tiene hijos de una relación pasada. Lo que pase después ya depende del clima familiar y de la disposición de cada uno.
Si tus expectativas eran otras
Si llegas a una nueva familia y no se da ese “match” con los hijos de tu pareja, si no te caen bien, tienes que sopesar qué hacer. Esto es lo que le pasó a Gladys y hoy cuenta su experiencia para Uppers.
Gladys, 52 años, de origen cubano y ama de casa, se separó hace 7 años y hace aproximadamente un año sale con un hombre más joven que ella, compañero de trabajo, que tiene dos hijos de 12 y 13 años. “Me enfrento a varios problemas. Primero, nunca quise ser madre y aunque tampoco lo soy ahora, sí hay días que he de convivir con los hijos de mi pareja y la relación es tirante. Por otro lado, que mi pareja sea 8 años más joven me ha hecho tener dudas”, confiesa.
Gladys considera estar muy enamorada, pero explica que el que a ella no le guste demasiado tener trato con los niños y que el padre sea tan familiar y quiera hacer planes todos juntos, le genera algo de ansiedad e incomodidad. “Estoy tensa cuando hemos de compartir tiempo todos juntos. No digo que los niños sean malos, pero son adolescentes y no les hace gracia que yo haya llegado a la vida de su padre. Además, se dan cuenta de que no me interesa demasiado “hacerles la pelota” para agradarles”, confirma
Asegura que el que peor lo pasa es su pareja que se da cuenta de la situación de las dos partes. “Desde que nos conocimos le expliqué mi posición, pero él quiere unirnos y que estemos bien y creo que el siguiente paso es pedirle que cuando quiera estar con sus hijos no siempre tiene que incluirme a mí. Pienso que tanto los chicos como yo lo agradeceríamos”, apunta la mujer.
Procurar rebajar las tensiones
Para Diana Jiménez, psicóloga adleriana y neuroeducadora especializada en infancia y adolescencia y entrenadora en disciplina positiva, cuando no se da un trato fácil entre hijo y pareja, hay que valorar cada caso y ver si es posible lograr un buen ambiente familiar.
“Por un lado, si el trato es complicado, pero no ocurren situaciones graves, lo recomendable es seguir viéndose y trabajar en rebajar la tensión. Si evitamos ese contacto, será difícil que la relación mejore o se cambie el vínculo. También depende de la edad de los hijos”, señala.
Según Jiménez, la clave es no forzar los encuentros: “Puedes crear momentos neutros; no tiene que ser un campo de batalla. Ir paso a paso y darse oportunidades al compartir momentos”. Si la situación es muy tensa y afecta el bienestar de la familia, lo mejor es buscar ayuda profesional, ya que una persona objetiva, externa a la situación puede dar unas pautas concretas para mejorar la situación. “A veces, un tercero puede ayudar a poner límites, cambiar dinámicas y mejorar la comunicación”, indica.
“Si el hijo de tu pareja te ignora o te responde mal, en vez de devolverle la actitud, pon un límite claro, pero sin entrar en lucha de poder. Algo como: 'Puedo aceptar que no quieras hablar conmigo y no te voy a faltar al respeto ni quiero que lo hagas conmigo”, explica.
Para la experta es importante redefinir el concepto de “familia”. “A veces nos aferramos a la idea de familia unida, amorosa y sin conflictos, pero en las familias reconstruidas las reglas cambian y en las no reconstruidas, también hay conflictos. Lo esencial, en general, es trabajar la conexión y las relaciones”, sostiene.
La psicóloga recalca que uno no puede obligar a que haya amor, ni ser amigo o padre/madre, pero sí un adulto funcional y fomentar el respeto, la cortesía y una convivencia sana. “En las familias hay que dejar claro el papel de cada uno y hacer acuerdos concretos. Es como en una macedonia de frutas: no todas combinan, pero si se eligen bien pueden estar en el mismo bol sin que se estropeen entre ellas. Lo mismo con los hijos de tu pareja”, describe.
Cultura familiar común
“El duelo del divorcio de la familia en la adolescencia es difícil”, comenta Carmen Esteban, psicóloga sanitaria y educativa especializada en infancia y adolescencia. Refiere, entonces, que no hay que llevarse “de 10”, pero sí que exista tolerancia, respeto y aceptación por el bien de todos.
Para ella resulta adecuado pensar que los jóvenes pueden arrastrar mochilas pesadas por sus progenitores, entonces la paciencia y respetar los ritmos de los hijos es positivo. “Los adultos deben dar pasos cuando los hijos estén preparados porque para el hijo que su padre o madre tenga una nueva pareja es algo impuesto y las decisiones que le afecten deberían consensuarse con él”, manifiesta.
El hijo ha perdido tiempo con sus padres cuando no está con uno o con el otro y -como dice Esteban- si aparece otra persona el tiempo será más limitado aún.
“Es importante tener buena comunicación con el hijo y hablar con él sobre cómo se siente por la nueva pareja. Si el hijo le expresa que no le gusta, el progenitor puede validar y explicarle que es una parcela de su vida privada y que por ahora no la mezclará con la de él. También, el progenitor, puede expresarle cómo se siente. Lo mismo con la pareja para que no se sienta excluida”, certifica.
La profesional aclara que es fundamental romper con el ideal de familia impuesto a nivel social, más al tratarse de familias reconstituidas. “Aceptar que nuestro modelo de familia es diferente, implica tiempo y afrontar situaciones difíciles”, comparte.
Para la especialista en infancia y adolescencia, si hay convivencia, será acertado establecer una cultura familiar común. “Si la convivencia ya es difícil para una pareja cuando van a vivir juntas por primera vez, cuando hay hijos lo empeora. Por eso, es bueno, además, establecer unos valores con los que todos se sientan cómodos”, opina.