El síndrome de la silla vacía en Navidad: "Parece que traicionamos la memoria del ser querido estando bien"
Las celebraciones navideñas son el momento de recordar también a los que ya no están: ¿cómo lograr que el recuerdo no se convierta en algo tóxico"
Para la psicóloga Patricia Gutiérrez Albaladejo, "el bienestar no puede consistir en inhibir, ocultar o evitar contactar con las emociones que nos causan malestar"
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Si hay una época del año en la que los opuestos no solo se atraen, sino que se encuentran, es la Navidad. La alegría de las fechas convive con los sentimientos de pérdida. Quien echa de menos a un ser querido siempre se siente peor en Navidad. Literal o metafóricamente, ve una ausencia insustituible en cada celebración.
Síndrome de la silla vacía: ¿por qué en Navidad?
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Las emociones relacionadas con la tristeza que aparecen o reaparecen en fechas señalas tras la pérdida de un ser querido producen un trastorno llamado síndrome de la silla vacía. "El sentimiento de pérdida se vuelve más significativo e intensifica el malestar que sentimos. La tristeza, melancolía, vacío, anhelo, frustración, impotencia o rabia son algunas de las emociones que podemos experimentar al recordar a la persona fallecida", explica la psicóloga Patricia Gutiérrez Albaladejo, profesora universitaria, creadora y fundadora de Familiando.es, y autora del libro 'Descubre (tus) valores: guía práctica para educar y proteger'.
La Navidad es una de las épocas del año más proclives a desencadenar este trastorno, fundamentalmente entre las personas de mayor edad. "Cada duelo es único, pero sí sabemos que los adultos generan mayores niveles de malestar ante los procesos de pérdida y mayores resistencias al procesamiento de la información traumática. Los menores no recuerden con el mismo nivel de detalle al familiar fallecido porque han acumulado menos vivencias, no han tenido la oportunidad de almacenar tantos recuerdos ni tampoco tienen la capacidad de dimensionar lo que significa la pérdida en el momento que la están sufriendo", asegura la experta, quien también señala que hay ser consciente de la etapa evolutiva de los menores.
Durante las fiestas, los sentimientos de nostalgia pueden ser lógicos, pero hay que saber cuándo se está ante algo natural o se bordea lo patológico. Para la psicóloga, hay algunas señales que pueden ayudar a identificar la gravedad de esa nostalgia. "Cuando se nos agolpan los recuerdos vividos con esa persona de una forma muy intensa, cuando nos entristece pensar en la persona ausente, cuando nos negamos a celebrar o cuando no queremos nombrar a esas personas que faltan, debemos plantearnos si hemos elaborado un duelo adaptativo. Estos son algunos de los síntomas que nos pueden llevar a plantearnos si hemos superado la pérdida y si estamos preparados para hablar de ello y compartirlo con otras personas de nuestro entorno", señala.
Bomba de relojería emocional
Según sostienen los expertos, el duelo puede pasar a ser patológico cuando la ausencia del ser querido nos impide hacer nuestra vida cotidiana. "Si no nos permite conectar con el bienestar o el entusiasmo, es el momento de poner en marcha recursos para poder gestionarlo", afirma Patricia Gutiérrez. Sin embargo, desarrollar estos recursos puede ser la parte más difícil de todo el proceso. "Ante un duelo podemos llegar a sentir que si aliviamos nuestro malestar de alguna forma estamos traicionando la memoria de la persona e incluso que ha dejado de ser importante y significativo en nuestra vida, pero lo cierto es que no es así. Recordar su ausencia desde el amor, la admiración y los bonitos recuerdos nos puede facilitar conectar con la persona de una forma más intensa, los recuerdos positivos son más intensos y positivos generando mayores vínculos", asegura la experta.
Pensar en los ausentes de una manera traumática puede convertirse en una bomba de relojería: "Si hacemos una gestión emocional deficiente alrededor de la pérdida, nuestro mundo se vuelve más oscuro, las emociones con carga emocional negativa nos inundan y nos impiden relacionarnos con la vida desde el disfrute y la tranquilidad", resume la psicóloga.
Mejor acompañados
Quienes han pasado por un duelo saben que la soledad es el sentimiento que se da inexorablemente a lo largo de todo el proceso, aunque los expertos aconsejan la intervención del entorno. "Es importante dejarnos acompañar por aquellos que nos rodean, aunque la tentación de transitar en solitario esté en nosotros, debemos confiar que los demás puedan ser un apoyo y una ayuda directa en los momentos de mayor malestar", explica la artífice de Familiando.es. ¿Cómo se puede puede pedir ese apoyo? La experta comparte las siguientes recomendaciones:
- Poner nombre: "Lo primero que debemos hacer es identificar que estamos en un momento de complejidad emocional ante una pérdida".
- Comunicar el malestar: "Al comunicarlo, los demás pueden entender nuestro estado de ánimo y nuestras necesidades. Comunicarse no hace que desaparezca el malestar, pero si nos ayuda a contactar con el dolor, con el vacío y con la incomprensión para poder procesar esta información emocional que estamos sintiendo".
- Identificar recursos de ayuda: "Es bueno discriminar que es lo que más puede ayudarnos en estos momentos: puede ser desde hablar de ello, a buscar actividades que nos mantengan ocupados, algo que nos alivie sin huir de lo que estamos sintiendo.
- Aceptar la tristeza: "En los procesos de duelo debemos conectar con la tristeza sin el miedo a quedarnos atrapados en esta emociones. Las emociones son transitorias, aparecen para darnos información y cumplen una función específica que no debemos negarles".
La fórmula del bienestar
Como insiste la psicóloga, superar el duelo requiere de la participación del entorno. ¿Qué pueden hacer los demás para que la persona afectada no caiga en estados tóxicos? "Es importante acompañar desde el principio. Y lo podemos hacer con una simple pregunta: '¿cómo estás ahora que tu ser querido no está aquí con nosotros?' No obviemos el elefante en la habitación, nuestra labor es acompañar, señalar lo que la persona está experimentando y saber cuidar los espacios y los tiempos. Si nos responden con evasivas o cambia de tema, debemos respetarlo y, al tiempo, mostrarnos disponibles. 'Estoy aquí para lo que necesites' es un mensaje de acompañamiento que muestra interés y respeto de una forma honesta, cercana y afectuosa", asegura la experta.
La clave para que el síndrome de la silla vacía no resulta traumático es respetar el equilibrio de las emociones. El duelo por un ser querido debe transitarse en cada una de sus fases, desde la primera (la negación) a la última (la aceptación final y superación). No hacerlo no sería bueno para la salud mental. Pero lo cierto es que la sociedad actual tiende a orillar todo lo que no sean experiencias alegres, aunque la alegría incesante no sea posible.
La psicóloga Patricia Gutiérrez advierte de que tampoco sería buena. "La fórmula del bienestar no puede estar en inhibir, ocultar o evitar contactar con las emociones que nos causan malestar. Las emociones no son ni buenas ni malas; todas ellas nos ofrecen información relevante de lo que necesitamos, de lo que es importante para nosotros o de lo que no queremos en nuestra vida. Debemos escuchar por igual aquellas que nos llevan a estados emocionales más positivos y aquellas que nos hacen contactar con lo que nos gusta menos. Es fundamental poder detectar qué sentimos, qué necesitamos, qué podemos activar nosotros para volver a un estado de bienestar y cuándo debemos pedir ayuda. Con estas pequeñas claves, nos protegemos tanto a nosotros como a aquellos que nos rodean", concluye esta profesional.
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