Entramos en diciembre, mes por excelencia de vacaciones y escapadas. Por eso, aumenta también la demanda en establecimientos hoteleros. En Galicia, el crecimiento supera la media nacional. Nadie quiere perder la oportunidad de disfrutar de estas fechas navideñas de la mejor manera, pero no todos lo tienen igual de fácil, pues la accesibilidad todavía es una materia pendiente.

Aunque lo cierto es que en Galicia cada vez son más los alojamientos turísticos en los que cuidan con mimo los detalles para que las personas con algún grado de discapacidad o dependencia puedan también disfrutar de sus hospedajes.

Concretamente son 182 los hoteles, apartamentos, campings y casas de uso turístico designados como alojamientos accesibles por la Xunta de Galicia.

No todos somos capaces de subir una escalera con facilidad, de entrar en un ascensor o de meternos en una bañera. Son pequeñas barreras a las que algunas personas con discapacidad se enfrentan de forma diaria y que muchas veces son pasadas por alto. 

Un alojamiento inclusivo debe contar con zonas de aparcamiento reservadas a personas con movilidad reducida lo más próximas a la entrada. También ha de contar con un acceso sin desniveles y con cabinas de ascensores lo suficientemente holgadas para que pueda entrar una silla de ruedas. Dentro de la cabina de ascensor, los botones han de estar colocados de modo que la persona sobre la silla de ruedas pueda acceder sin dificultad a ellos. 

Pero no llega con esta accesibilidad: el ocio también ha de ser inclusivo. Una cuestión muchas veces olvidada por no ser vista como algo ‘básico’ o ‘necesario’. Aunque cuando pensamos en vacaciones, el ocio es la principal razón por la que viajamos y hacemos reservas en alojamientos turísticos.

Las piscinas deben contar con itinerarios accesibles y estar previstas de pavimentos antideslizantes. Sus bordes han de estar redondeados y los cambios en la profundidad de la piscina, señalados. 

Estas semanas también aumentan las reservas en bares y restaurantes. Las cenas de empresa, comidas de amigos y reencuentros familiares comienzan a inundar las reservas de muchos locales. Pero estos parece que no son tan accesibles. Si antes hablábamos de que la Xunta de Galicia lleva cuenta de que en la comunidad hay 182 alojamientos turísticos accesibles, los números bajan cuando hablamos de restaurantes, pues hay 164. 

En estos establecimientos, las personas con algún tipo de discapacidad lo tienen más complicado, pues a excepción de la provincia de A Coruña, sólo hay alrededor de una treintena de restaurantes inclusivos en cada una de las otras tres provincias. 

En el caso de la falta de inclusión en bares y restaurantes, el problema se centra en los salones y comedores, pues la distancia mínima entre muebles ha de ser de 80 centímetros que casi nunca se cumple. Otro gran problema en este espacio son las mesas, ya que no todas permiten que una persona en silla de ruedas pueda comer con comodidad. 

La accesibilidad o, en su defecto, la falta de ella está presente en todos los elementos que componen un restaurante. Elementos que muchas veces son olvidados. Les reto a que la próxima vez que vayan a un establecimiento de este tipo, traten de pedir una carta en braille.

Pero no todas las discapacidades están a la vista de nuestros ojos. Más allá de las físicas, existen las intelectuales. Y dentro de ellas hay un extenso abanico de grados de discapacidad. Por eso el mayor acto de inclusión que podemos hacer es, sin duda, el de no juzgar y poner siempre nuestro granito de arena por una mayor accesibilidad en todos los ámbitos posibles.

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