Maestra de pueblo y las nuevas generaciones de alumnos: "La falta de atención es un desafío"

Maestra de pueblo se despide del personaje de María y de una saga mítica. Lo hace rindiendo homenaje al oficio del docente, a los profesores que nos acompañaron, nos enseñaron y nos cambiaron a nosotros y a nuestros hijos. También es un homenaje a esos maestros que nunca olvidamos, a los que nos obligaron a superarnos e, incluso, a los que nos lo pusieron difícil.

El resultado de esta puesta en valor es 'Gracias, profes' (Ediciones B). Ilustrado por Cristina Picazo, la despedida de Maestra de pueblo es una mezcla perfecta de humor ácido, ternura y nostalgia, las mismas sensaciones que afronta María a lo largo del curso.

En este último libro, la protagonista rememora sus comienzos en un momento un tanto caótico de su vida profesional. ¿Cuánto han cambiado las aulas desde sus comienzos? ¿Hay nuevos actores en el espacio educativo?

Las aulas han cambiado mucho por fuera, reflejando los avances de la sociedad. Hay más tecnología, dispositivos  y plataformas que complementan el aprendizaje y les introduce en el mundo en el que les ha tocado vivir. Sin embargo, aunque la figura del docente también ha evolucionado para adaptarse a estas herramientas, su esencia sigue siendo la misma: una persona que guía, acompaña y motiva a los estudiantes. La tecnología puede ser una gran aliada, pero nunca sustituye la conexión humana ni la capacidad del profesor para entender y atender las necesidades de cada alumno.

En el libro se habla también de recuperar la vocación. ¿Crees que han cambiado los motivos por los que un joven hoy decide ser maestro?

En esencia, la motivación para decidir ser docente siempre ha sido la misma: la pasión por enseñar, disfrutar del tiempo con los niños y contribuir en su desarrollo. Lo que cambia son los contextos y desafíos.

¿En tu opinión, existe una fórmula para que los docentes puedan recuperar la vocación?

No hay fórmulas mágicas, y, para mí, el término 'vocación' a menudo idealiza al docente, como si enseñar fuera un sacrificio más que una profesión. Prefiero un docente profesional y comprometido, que valore su labor y se forme continuamente. Para que esto sea posible, es fundamental mejorar las condiciones laborales: reducir burocracia, fomentar el consenso en las políticas educativas y ofrecer recursos y apoyo.

El libro tiene el título de ‘Gracias, profes’. Aparte de su valor como formadores, ¿qué otros valores tenemos que agradecer a los docentes?

Los docentes no solo transmitimos conocimientos; también ayudamos a los alumnos a ampliar su visión del mundo. Fomentamos valores como el respeto, la pluralidad, la empatía y la aceptación de diferentes opiniones, aspectos que en algunos entornos familiares pueden no abordarse. Enseñamos a convivir y a valorar la diversidad, claves para su desarrollo.

¿Crees que hay muchas diferencias entre los profesores maduros y los más jóvenes?

Hay diferencias, especialmente en la forma de abordar la tecnología y en cómo se relacionan con los alumnos más jóvenes. Sin embargo, los docentes jóvenes tienen mucho que aprender de la experiencia de quienes llevan años a pie de aula. Ambos perfiles pueden complementarse enormemente.

¿Qué pueden aprender unos de otros? ¿Qué les falta y qué les sobra?

Lo más enriquecedor es que ambas partes aprendan una de la otra. Los docentes más experimentados tienen mucho que  enseñar: su gestión de aula, su conocimiento a la hora de enfrentar problemas y situaciones con serenidad, la perspectiva que da la experiencia a través de los años, mientras que los jóvenes aportan frescura, nuevas ideas y una conexión más natural con la tecnología. Juntos crean un equilibrio perfecto aprovechando lo mejor de cada generación.

¿Han cambiado también los alumnos? ¿Se nota la influencia de las redes sociales?

Sin duda, los alumnos también han cambiado con la sociedad. Viven rodeados de tecnología, con una capacidad increíble para procesar información rápidamente, pero también enfrentan desafíos únicos, como la falta de atención prolongada y, en la etapa de secundaria, la influencia de las redes sociales en su autoestima, por ejemplo. Esto supone también un reto educativo, saber adaptarse siendo conscientes de su realidad.

¿Crees que la educación está en la prioridades de la sociedad?

Es fundamental que la educación esté en el foco público, pero no solo para criticar medidas o señalar problemas, sino para darle el valor que realmente tiene. Muchas veces pasamos por alto que la educación no es solo enseñar materias, sino formar personas y construir el futuro. Hablar de ella de manera positiva, reconocer el esfuerzo de los docentes y dotar de recursos a las escuelas no debería ser algo extraordinario.