La investigación del llamado caso 'Erial' está cada vez más cerca de sentar en el banquillo a Eduardo Zaplana. Varios informes indican que, el exministro de trabajo, habría acumulado más de 11 millones de euros entre mordidas y adjudicaciones de ITV.
Una compleja trama que él mismo habría anotado en sus agendas. La costumbre de apuntarlo todo en sus cuadernos y su indebida fe en uno de sus testaferros han facilitado las cosas a la Guardia Civil para dejar a Zaplana contra las cuerdas.
En el registro de su despacho en Madrid en 2005 los agentes descubrieron que el expresidente valenciano tenía la costumbre de reflejar en sus agendas absolutamente todas las citas en las que planificaba los supuestos sobornos que iba a recibir y sus encuentros con el también supuesto testaferro que iba a canalizar sus ingresos ilegales.
El problema para Zaplana se acrecentó cuando ese testaferro, el uruguayo Fernando Belhot, corroboró ante las autoridades cómo ayudó a Zaplana a mover más de 11 millones de euros de esas supuestas comisiones a través de una sociedad ubicada en Luxemburgo, Imison. Todo ello con la inestimable ayuda, entre otros, de Juan Cotino, otro veterano de la política nacional y valenciana.
La Guardia Civil ha elaborado un auténtico mapa del tesoro para seguir el rastro del dinero por una veintena de países. Tras esta maraña de movimientos, una sencilla premisa: adjudicación de contratos públicos -en este caso ITV y energías renovables- a cambio de comisiones multimillonarias.