Tras el ansiado fin de la erupción del volcán de Cumbre Vieja en La Palma, a cuentagotas van volviendo a sus hogares los vecinos afectados que tuvieron que ser evacuados.
Desde ayer, decenas de desalojados pueden comprobar el estado de sus viviendas y acceder a ellas, aunque muy pocos se atreven a quedarse.
Para algunos han pasado cuatro meses desde que hubieron de abandonar la que era su casa. “Por fin de vuelta”, dicen ahora aliviados, aunque a la tranquilidad le acompaña la prudencia.
“Hay un poco de miedo todavía. Dejamos ventanas abiertas, la puerta…”, cuenta una afectada.
Algunos vecinos temen, de hecho, tener que volver a marcharse: “Escuchas un ruido y piensas: ¿Será el volcán otra vez?”
Es el caso de Matilde, una afectada que no ha podido instalarse todavía, dado que el paso del volcán ha dejado estragos en su vivienda: “Tiene humedades, grietas y mucha ceniza”.
Otros, con la erupción vieron paralizado su principal sustento, como el caso de Francisco, con su negocio “cerrado tres meses, sin facturar y gastando dinero porque tienes que comer”.
Ahora se prepara por fin para poder abrir su restaurante de nuevo: “Con suerte el lunes, pero hay mucho que limpiar”, dice.
La vuelta va a ser lenta, hay que tomar todas las precauciones posibles, pero la esperanza empieza a florecer en la vida de casi un millar de evacuados.