Era inevitable que el volcán de La Palma acabara convirtiéndose en un atractivo turístico para mucha gente. Ya comienza a notarse el aumento turistas que llegan a la isla para admirar el espectáculo de la erupción. No todos los palmeros ven con buenos ojos esta invasión en medio del desastre que están viviendo.
Un ejemplo de ese turismo es el de un hombre que, atraído por la erupción, voló solo desde Sevilla y está impresionado con la magnitud del volcán. Las coladas incandescentes se han convertido en reclamo para turistas con prismáticos, que ajustan objetivo para una foto de impacto.
Pero también hay turistas empáticos con la tragedia de los palmeros que lo han perdido todo. Unos llegan por su cuenta y otros en excursiones organizadas por una agencia tinerfeña que oferta visitas relámpago al volcán. Será "una experiencia fantástica", dice su publicidad, que entre "explosiones y el ruido del volcán podrán observar todo de forma segura". El reclamo es tal que están desbordados por la demanda.
Excursiones de día o de noche, solo unas horas, con parada en un restaurante local y la promesa de los organizadores donar la mitad de los beneficios a los afectados por el volcán.
Hace una semana, la ministra de Turismo, Industria y Comercio, Reyes Maroto, anunciaba que el Gobierno central impulsará un plan turístico específico para la isla de La Palma, muy afectada tras la erupción del volcán en Cumbre Vieja.
Maroto adelantaba esta propuesta a los miembros del Consejo Canario de Turismo con quienes se ha reunido en el Parlamento de Canarias acompañada por el Rey, Felipe VI.
La ministra mostraba todo su "cariño y apoyo" a la 'isla bonita' y destacaba el "compromiso" del Gobierno central para "reparar los daños" que ha ocasionado la lava en la isla a través de un plan especial que se va a "coordinar" con las instituciones canarias y el propio subsector turístico.