"¡Para ver cómo cambiar la realidad, sí. Pero no solamente para la foto!". Teresa Rodríguez (Rota, Cádiz, 18 de septiembre de 1981), portavoz no adscrita en el Parlamento andaluz y portavoz de Andalucía Adelante, se pone tajante al definir los criterios que, cree, debe seguir el diálogo abierto por Yolanda Díaz para definir su futuro proyecto político. Reclama fundamento, no postureo... y dice no haber sentido envidia de otras mujeres (como ella), de izquierda (como ella) que sí estuvieron en la foto de la ya famosa cita de Valencia. Esa especie de acto fundacional del movimiento que se está forjando en torno a la vicepresidenta.
En otro tiempo, quizás. Pero ahora, como afectada de una de esas eternas disputas en la izquierda (enfrentada a IU y Podemos) le ha tocado el papel de espectadora. Lo hace "completamente dispuesta" a participar, si toca, y pendiente de que salte la sorpresa: "Es interesante que ocurran cosas que puedan provocar efectos inesperados". Eso siempre.
Pregunta: En estos días se habla de un movimiento de mujeres, de izquierda... Usted reúne ambas condiciones, y tiene además un papel líder en Andalucía. ¿Cómo lo ve?
Respuesta: Bueno, yo creo que es positivo, es interesante. Hay personas en ese espacio que han planteado cosas interesantes, una forma de hacer política un poco distinta de lo que estamos acostumbrados, de testosterónico, de agresivo, de confrontación... Lo suyo es encontrar espacios de colaboración, de dialogo, incluso si no hay necesidad de unir proyectos. Porque irse ya a decir que se está montando un nuevo partido. ¡Pues no sé si será así y si será con toda la gente o con todas las mujeres que estuvieron en aquel foro!
En cualquier caso, creo que es interesante que haya espacios donde se quieran intercambiar estrategias para ver cómo cambiar la realidad ¡Pero para ver cómo cambiar la realidad, no solamente para la foto! Para conseguir la correlación de fuerzas suficiente, por ejemplo, para derogar totalmente la reforma laboral o para intervenir seriamente el sector eléctrico o el sector inmobiliario.
P.: En el acto de Valencia estuvieron Mónica Oltra, Ada Colau, Mónica García, Yolanda Díaz. ¿Por qué no Teresa Rodríguez?
R: Bueno, ja, ja, ja. Esa pregunta no me la tiene que hacer a mí. Eso es el cura que le echa la bronca a los parroquianos que van a misa por los que no van. No sé, no sé por qué. Pero ni siquiera tengo necesidad de estar en ese espacio. A mí me interesa incluso más allá de que yo participe o no. Estoy atenta a sus movimientos y al trabajo que realiza mientras voy construyendo mi propio espacio que no va más allá de Despeñaperros. En este momento.
P.: ¿Le dio envidia?
R.: ¡Noooo! Me dio interés, curiosidad e incluso esperanza de que hubiera ese tipo de espacio, de que algo pudiera pasar más allá del crecimiento de la extrema derecha en nuestro país y de una cierta sensación de decepción por los gobiernos de izquierda. Después de la subida de la luz, la reforma laboral o incluso el tema de la vivienda, que no ha ido lo suficientemente allá como para cambiar las condiciones reales de la gente. Es interesante que ocurran otras cosas que puedan provocar efectos inesperados. Yo siempre espero los efectos inesperados, tanto a nivel político como, sobre todo, a nivel social.
P.: ¿Y se sintió excluida?
R.: ¡Nooo! No tengo por qué estar. Aquí venimos también de un conflicto muy importante con Izquierda Unida, que es una tontería ocultarlo porque cualquiera lo puede buscar en la hemeroteca... Y, bueno, Yolanda Díaz dice que no tiene proyecto político, pero verdaderamente está vinculada a Izquierda Unida, a Unidas Podemos, a ese ese espacio político con el que acabamos de salir de un conflicto muy duro... Pero verdaderamente eso no tiene interés. Cuando pasen diez años no nos acordaremos de cuáles fueron los motivos de nuestro conflicto interno. Lo importante es que seamos capaces, de cara a las próximas elecciones, de frenar el crecimiento de la extrema derecha, porque en la izquierda hayamos sido capaces de proponer soluciones justas a una situación muy dura, la crisis social.
P.: ¿Y siente que, permítame plantearlo en estos términos, hubiera pintado usted algo en esa cumbre de Valencia?
R.: No lo sé. Venimos, ya digo, de una situación muy dura de fragmentación de la izquierda, que yo creo que hay que empezar a relajar, especialmente antes de las elecciones, porque la fragmentación de la izquierda desanima mucho al votante de izquierda. Más allá de que pueda darle alas a la derecha, también pasa que el votante de izquierda se queda en casa porque está aburrido de escucharnos discutir entre nosotros. Bueno, pues todos lo espacios que sirvan para eso, incluso si a mí no me invitan, ¡no pasa nada!, pues buenos son.
P.: Pues quizá no aquí ni ahora. Pero se ve algún día en ese movimiento o plataforma o como quiera que se llame el espacio que está articulando Yolanda Díaz.
R.: Para debatir, para dialogar, para buscar soluciones colectivas, para debatir sobre problemas que son complejos... Insisto, la intervención del mercado del alquiler, como la del mercado eléctrico o el derecho a la vivienda son problemas muy complejos que requieren de mucho diálogo entre quienes nos consideramos parte de las alternativas.
Por tanto, estoy completamente dispuesta a eso. Pero eso sí, sabiendo que estoy proponiendo un proyecto netamente andaluz, porque creo que también lo necesitamos. No en vano se cierra en Puerto Real y se amplía Getafe. Es decir, hay un abandono sistemático por parte del centro de las periferias de este país. Existe un desequilibrio territorial evidente, y requiere de un movimiento andalucista para resolver esa situación. Por tanto, desde ese espacio propio, de esa habitación propia, queremos relacionarnos con toda la izquierda porque entendemos que la solución al problema de nuestra tierra pasa por las políticas sociales.
P.: La vicepresidenta Díaz es en estos momentos la política de moda. ¿Tiene la sensación usted de haber vivido esa misma experiencia?
R.: No es..., no es... No es positivo siempre estar de moda. Quiero decir: yo prefiero que esté de moda Yolanda Díaz a que está de moda Macarena Olona. O sea, agradezco que esté de moda Yolanda Díaz en ese sentido. Pero hay que pensar también que las soluciones a los problemas difícilmente pasan por personas concretas. Ya sea Yolanda Díaz, yo misma, Pablo Iglesias en su momento o cualquier otro líder o lideresa de la izquierda.
Los procesos de cambio son procesos colectivos. Y cuando son interesantes de verdad son anónimos. Es decir, el 15M transformó mucho más este país siendo un movimiento masivo y anónimo donde no había caras visibles, que lo que nosotros habíamos conseguido cosechar a lo largo de los últimos siete años, participando la instituciones, en la movilización, jugando al juego de los medios de comunicación, poniendo cara a esas consignas. Por tanto, ojalá el movimiento social nos vuelva a pasar por encima y nos diga que no necesitan ser representados, que hay una auto representación masiva y anónima que sea capaz de cambiar el sentido común y después de cambiar políticas. Este país cambio muchas cosas y lo hizo desde el anonimato.
P.: Y desde el presupuesto, que yo sí considero que ha sido así, de que en algún momento usted ha sido una política de moda. ¿Tendría algún consejo, ahora que vive la misma experiencia, para Yolanda Díaz?
R.: No sé. Ella tiene más experiencia que yo. O sea que poca ayuda puedo darle a Yolanda, que tiene experiencia muy larga y sé que tampoco se va a deslumbrar por los focos o va a tener miedo a volver al anonimato. No creo que eso esté en la cabeza de Yolanda.
Además, me parece interesante también este camino de vuelta. Personalmente, deseo volver a ese espacio donde la militancia sea la Asamblea de la Marea Verde, el AMPA del colegio de mis hijas, la plataforma ciudadana en apoyo a los trabajadores del metal o el sindicato de enseñanza. Yo deseo ese camino de vuelta y lo haré lo antes posible. Me parece que es importante pensar que cuando los movimientos son reales, los éxitos son colectivos y son anónimos, y los liderazgos tienen un papel de contribuir a ese crecimiento, o no. Y ese papel es siempre temporal.
P.: Pues una doble pregunta. Una, ¿ve a Díaz como presidenta? Dos, ¿cree que esa vitola de presidenciable le puede ayudar o perjudicar?
R.: Yo creo que hay quien la ha señalado como presidenta antes de tiempo para intentar quemarla por el camino. Es la expresión de un proyecto un poco maquiavélico, pero creo que algo de eso ha habido. Yo lo que espero es que haya un presidente, si es presidenta mejor, que sea capaz de resolver la crisis sistémica que afecta a los más vulnerable. Y mi papel en ese sentido será reivindicar y reclamar los derechos de las mayorías sociales de Andalucía a quien quiera que sea que esté gobernando. Sea del partido que sea. Ojalá sea alguien con el oído más afinado para escuchar los intereses de las mayorías sociales que lo que ha hecho la derecha durante muchos años. Y también el PSOE.
P.: A estas alturas, ¿se puede decir que ser mujer supone un valor “per se”, una garantía de hacer “otras políticas”?
R.: Para nada. No es una garantía. Pero ser feminista sí. Es distinto. Ya Simone de Beauvoir hablaba de la mujer en sí, la mujer para sí. La mujer que se concibe a sí misma como parte de un movimiento de transformación, de cambio, que beneficia al conjunto de la sociedad. Porque el feminismo no es sólo el movimiento de emancipación de la mujer, sino toda una filosofía, toda una política de transformación social que ponga los cuidados en el centro, la vida, la cooperación, el cuidado del entorno, el medio natural.
Para mí todo eso es el feminismo. Por tanto, si hay una política o un político feminista que sea capaz de llevar a cabo esa transformación, lo va a hacer tenga el sexo que tenga entre las piernas, o se identifique con el género que sea.
P.: Por cierto, en ese movimiento, en esa cita de Valencia, ha habido mujeres que piensan distinto en muchos temas. No sé si eso supone un riesgo disgregador, o desvela un interés coyuntural. Porque ustedes piensan distinto, aun siendo mujeres y siendo de izquierdas.
R.: Claro, imagínese que pensáramos lo mismo solo porque somos mujeres, o porque somos de izquierda. La cosa es que los problemas tienen solución compleja. Todo lo que significa complejidad requiere pluralidad, personas que piensen desde distintas perspectivas sobre una preocupación común. Y eso es lo que compartimos como feministas de izquierda, una preocupación común que es conseguir una sociedad más igualitaria. Ese sería el resumen.
El reto está en aceptar esa pluralidad, que no es fácil. La política tiende a homogeneizar, se tiende a creer que tu criterio es el único posible. Nos falta un largo recorrido de reconocimiento de las diferencias como una riqueza. Y ser capaces de que esa diversidad nos suponga una disgregación o una incapacidad para llevar a cabo cambios.
P.: Ha hablado usted antes de las tensiones en la izquierda. ¿Con Yolanda Díaz se podrían restablecer los puentes que se rompieron en la época de Pablo Iglesias
R.: Ojalá, ojalá... ¡Claro! Ojalá fuera posible, no lo sé.
P.: Porque usted se sintió defraudada, incluso traicionada por él.
R.: Sí. Porque nosotros llegamos a un acuerdo precisamente de reconocimiento de la diversidad. Nosotros reclamamos en su momento ser como los Comunes, al menos en el Grupo Confederal y tener voz propia. Y no estamos de acuerdo en la estrategia de cogobernar con el PSOE. Nosotros no éramos partidarios de esa estrategia.
P.: Yolanda Díaz lo está haciendo.
R.: Si no pasa nada, tampoco pasaba entonces nada con Pablo Iglesias de mi punto de vista. Porque yo decía: ojalá esté equivocada, pero tengo la impresión de que cuando se gobierna con el PSOE uno acaba siendo corresponsable de la falta de valentía de los gobiernos del PSOE. Y acabas asumiendo las contradicciones del PSOE, que no termina nunca de transformar la realidad, e incluso es un pilar importante de algunos de los poderes fácticos de este país. Y, por otro lado, dejas todo el espacio de oposición al Gobierno, por ejemplo en la subida eléctrica, a la derecha. Dejas fuera la oposición al Gobierno por la izquierda. Y es peligroso. Eso no es lo que nosotros pensamos.
Ojalá nos equivoquemos. Y el resultado de este Gobierno sea que se amplíe el espacio político a la izquierda del PSOE. Ojalá, pero no ha pasado nunca.
P.: ¿O sea que todavía a estas alturas no tiene claro si se equivocó o no?
R.: Pero ojalá me equivoque y después de estas elecciones pase lo contrario y me replantee mi posición. Pero mi posición parte de una experiencia muy completa y es que siempre es necesario tirar del PSOE hacia la izquierda.
P.: Un último juego. Pongámonos que en esa lejana hipótesis de que formara Gobierno Yolanda Díaz y le llamara como ministra ¿De qué le gustaría?
R: ¿A mí? (Risas) No sé. No es como la fábula de la zorra y las uvas que decía: las uvas no están buenas, no las cojo. De verdad, estoy empeñada en construir un espacio, un movimiento político y social andaluz. No tengo ningún interés en hacer política en Madrid, a pesar de que creo que tenemos que tener una voz propia en Madrid. Lo que a mí me toca es quedarme aquí, y lo que sí quiero es establecer una relación de calidad democrática que creo que es lo más interesante que puede hacer este país para resolver su crisis territorial recurrente y también su crisis social.