El volcán de La Palma sigue expulsando lava y nada hace prever que el final esté cerca. Ahora mismo, los técnicos muestran su preocupación por la evolución de la colada norte. Después de engullir buena parte de un polígono industrial, sigue avanzando, amenazando a más edificaciones en el Valle de Aridane. Ayer fueron desalojadas otras 800 personas.
El rojo sigue tiñendo la cumbre del volcán, desde donde baja de forma muy rápida baja la lava del cono más efusivo. Desde que se derrumbó el pasado fin de semana parte del cono norte la lava sale de forma más explosiva y líquida.
A la imagen de la noche, de fuego, nadie se acostumbra en La Palma. Miguel Ángel Morcuende, director técnico de Pevolca, ha señalado que el volcán "tiene alta capacidad porque tiene mucho empuje detrás".
La lava alimenta una nueva colada que ya ha demostrado su capacidad destructiva. La colada norte es la más activa en este momento. Una de sus ramificaciones ha alcanzado algunas edificaciones. Y ha causado estragos en un área de La Laguna.
Otro de sus brazos arrasó, en diagonal, el Polígono del callejón de la Gata. “La lava avanza lenta pero lo hace inexorablemente”, dice Morcuende.
Y preocupa ahora que la colada se ensanche y engulla viviendas y cultivos cercanos. Por eso ayer las autoridades ordenaron el desalojo de 800 vecinos de La Laguna. Hoy, si la lava lo permite, podrán volver a sus casas, acompañados por miembros de los equipos de coordinación, para recoger enseres.
La cabeza de la colada norte está ya a unos 200 metros del mar... camino de formar una nueva fajana. Las otras casi han cesado su actividad.
La lava ya ha arrasado 600 hectáreas de la isla. Y la actividad volcánica no cesa. El volcán de Cumbre Vieja ya supera su antecesor: el Teneguía, con 24 días de erupción sin descanso.