Bajo el lema ‘Lo hicimos y ganamos’, miles de independentistas se han movilizado para tomar el centro de Barcelona y conmemorar el segundo aniversario del 1 de octubre, fecha convertida ya en un símbolo del desafío soberanista catalán.
“El 1-O de 2017 siempre será una jornada fundacional del republicanismo”, recalcaba Quim Torra, presidente de la Generalitat, al inicio de la jornada, en la que ha reiterado su compromiso a “avanzar sin excusas para que la república catalana sea una realidad”. Porque, dos años de conflicto después, el bloque separatista no cesa en su desafío al Estado.
El segundo aniversario del 1-O llegaba como el preludio de la reacción independentista a la sentencia del procés, llamada a dinamitar los ánimos de quienes claman libertad para los líderes encarcelado. Es a mediados de este mes cuando se prevé que se dará a conocer el fallo, y el independentismo tiene todas las miradas puestas en ese momento. También los sectores más radicales, encabezados por los CDR, los Comités de Defensa para la República, quienes también hoy, como hiciesen el año pasado, han encabezado las acciones llamadas a provocar incidentes y disturbios. "Nacimos para defender un referéndum. Crecimos para defender una república. Seremos quien hará temblar al enemigo. Y ganaremos, no tenga ninguna duda. ¡Viva la tierra libre!", advertían en Twitter representantes del grupo que ha visto recientemente como nueve de sus miembros eran detenidos, –y siete enviados a prisión–, por presuntos delitos de terrorismo, tenencia ilícita de explosivos y conspiración para cometer estragos. Preparaban acciones contundentes y tenían edificios estatales, un cuartel y estructuras críticas entre sus objetivos. Según los investigadores, iban a llevarlas a cabo un ‘día D’ establecido entre el 1-O y el fallo de la sentencia del procés.
Desde primera hora, han sido ellos, los CDR, quienes han intentado llevar su batalla al cuartel de la Guardia Civil en Gerona, pero los Mossos lo han impedido haciendo frente a las provocaciones de los radicales, al lanzamiento de huevos y el destrozo de contenedores. Carreras, tensión y algún identificado frente a la subdelegación del Gobierno han amenazado con dar paso a una nueva jornada convulsa, pero ahí han quedado las algaradas.
Convocados por la ANC, –antes presidida por el encarcelado Jordi Sànchez–, la plaza de Cataluña ha sido el punto de inicio donde miles de personas se han congregado en una manifestación que ha transcurrido entre gritos de ‘¡Ni olvido ni perdón!’, con pancartas y consignas en las que predominaban mensajes como ‘Libertad presos políticos’ y ‘Fuera las fuerzas de ocupación’.
Con el dibujo de una urna al frente de la pancarta de cabecera, –la misma urna que pudimos ver el 1 de octubre en 2017 y una como la que han empleado los trabajadores del Parlament para escenificar hoy un simulacro de voto como el de entonces–, unas 18.000 personas, según cifras de la Guardia Urbana, han discurrido por algunas de las vías principales de la Ciudad Condal hasta plantarse frente a la Delegación del Gobierno, donde los manifestantes han insistido en sus proclamas antes de continuar el recorrido hacia uno de los colegios simbólicos del 1-O.
En paralelo, a última hora de la noche han sido también varias decenas de personas las que han llevado la protesta a las puertas de la prisión de Lledoners, donde permanecen encarcelados los líderes políticos que aguardan a la sentencia del procés, y donde se había desplazado también durante la tarde el presidente de la Generalitat, Quim Torra, para manifestarles su apoyo y pedir su libertad.
Ahora, los independentistas lo que preparan es un movimiento de “desobediencia civil”, tal como se desprende del manifiesto lanzado por los partidos independentistas, las entidades Ómnium y ANC y miembros de la sociedad civil. Una “respuesta masiva desde la lucha no violenta”, dicen, manifestando unidad en este compromiso frente a la imagen de división –en lo político– que en los últimos tiempos ha ofrecido el bloque secesionista.
“Desobediencia civil”. Esa es la respuesta elegida para la sentencia del procés, compartida por un Carles Pugidemont que desde Bruselas ha llamado a impulsar una ‘Asamblea de Cargos Electos’ destinada a dirigir, tras la sentencia, “la siguiente fase del procés”.
El independentismo se prepara para proseguir con el desafío, y como el expresident ha afirmado, no teme a un nuevo 155: “En el País Vasco, con 829 muertos, no aplicaron el 155; e indicios más graves es difícil encontrar. Un poco de medida, Pedro Sánchez. Si tiene ganas de aplicarlo es otra cosa”, ha dicho en Twitter, donde ha añadido, tras señalar al presidente del Gobierno en funciones, que “intentar involucrar el independentismo con el terrorismo está abocado al fracaso”.
"La mejor respuesta es la que incomode al Estado y al Estado no le incomoda la violencia", ha dicho, abogando por un movimiento ciudadano pacífico y no violento. “Ese es nuestro llamamiento”, ha insistido.
Mientras, en declaraciones a la BBC, su sucesor en el cargo, Quim Torra, ha recalcado: “Vamos a votar de nuevo sobre la independencia de Cataluña”. Cuándo… no lo ha dicho.