Génova, 13, la sede que marcó la gloria y la bajada a los infiernos del Partido Popular y ahora vende Casado
En su famoso balcón Rajoy y Aznar han celebrado sus victorias electorales
Génova, 13 es la dirección política más conocida de toda España. No hace falta añadir nada más para que todo el mundo sepa que allí está ubicada la sede nacional del Partido Popular. Grandes paradojas de la vida, justo en la esquina de enfrente se encuentra la Audiencia Nacional, el epicentro de la peor pesadilla para los populares y el lugar donde se juzga desde hace años la corrupción del PP y a su extesorero Luis Bárcenas.
Con este 'google maps' endiablado, Pablo Casado ha decidido poner tierra de por medio y buscar un barrio para los suyos menos amargo. No siempre fue así. Hace apenas 10 años Mariano Rajoy botaba de alegría con su salero natural celebrando la mayoría absolutísima de 2011 y le propinaba un discreto beso a su esposa Elvira González 'Viri'. Junto a él Cospedal, Esperanza Aguirre, Ana Mato, y Soraya Sáenz de Santamaría, todos ellos tachados ya de la foto de familia del PP, y algunos salpicados por el ácido corrosivo de la corrupción. Una imagen que se repetiría en 2015 y en 2016, cuando hubo que repetir por dos veces las elecciones porque los números no daban para conformar Gobierno y ya asomaba en la foto un jovencísimo Pablo Casado. Rajoy seguía dando brincos cada vez con más brío, mientras menguaba el número de diputados que cosechaban los populares. Fue el comienzo de un agónico declive.
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El balcón de Génova convertido en talismán de las noches electorales de 'vino y rosas' del Partido Popular. Fue el viejo Manuel Fraga quien inauguró el edificio en 1983, pero es Aznar quien estrena el mítico balcón de las victorias populares en 1996 cuando le tuerce el brazo al PSOE de Felipe González. Aznar, Cascos, Rato, Ana Botella, y sí, también Mariano Rajoy, mientras una multitud enfervorecida gritaba "¡Pujol enano, habla castellano!". Luego vendría el Pacto del Majestic con Jordi Pujol y Aznar de repente hablaría "catalán en la intimidad".
El ritual siempre el mismo. Con la mayoría absoluta de Aznar de 2000, con las victorias por triplicado de la lideresa Esperanza Aguirre. Los andamios, los focos, los altavoces atronando con el himno del PP, y allí que se iban los dirigentes populares atravesando el despacho de Esperanza Aguirre en la primera planta, para acceder al balcón y recibir el aplauso de cientos de simpatizantes que cortaban la calle Génova.
Pablo Casado no ha podido saborear las mieles del balcón desde que se convirtió en líder del PP hace dos años. En las municipales y autonómicas de 2019 festejó los malos resultados de sus dos apuestas personales, Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida. No ganaron pero consiguieron gobernar en Madrid gracias a la coalición con Ciudadanos y los votos de Vox. Pero entonces el balcón se había desmantelado, -todo un síntoma premonitorio del declive-, y se tuvieron que contentar primero con asomarse desde las ventanas de Génova y después improvisar un escenario en plena calle... de Génova, siempre Génova.
Las siglas PP en color azul, la gaviota o charrán decidan ustedes, el himno machacón y el balcón de Génova, 13 han sido desde hace tres décadas el signo de identidad del Partido Popular. Este martes, 16 de febrero ha caído la sede ahora maldita. Ya no habrá más saltos de victoria desde allí. Las derrotas electorales, la última hace 48 horas con las catalanas y Bárcenas la han dinamitado. Lo siguiente ¿la marca?