“Todo es lo que parece”. Un interlocutor de Moncloa confirmaba con la rotundidad y el fatalismo que inspira la frase que, efectivamente, el episodio vivido entre las autoridades sanitarias del Gobierno central y la Comunidad en la mañana del viernes es lo que es. La escenificación de su profunda discrepancia sobre como atacar la segunda ola de contagios en Madrid. El fin de la tregua entre ambas administraciones. Tan solo cuatro días después de la cumbre de las banderas entre Pedro Sánchez e Isabel Díaz Ayuso.
Si de verdad ha habido un "Espacio de colaboración" entre ambas partes ha quedado tocado, quizás directamente hundido, tras las ruedas de prensa, coincidentes, en las que el viceconsejero de Sanidad de Madrid, Antonio Zapatero, y el Ministro de Sanidad, Salvador Illa televisaron sus desacuerdos. “Hemos ampliado las restricciones a ocho zonas”, decía el Consejero. “Hemos recomendado extender a toda la ciudad de Madrid las limitaciones…”, desvelaba Illa justo al tiempo, ante una audiencia expectante por conocer las novedades y atónita por la disparidad de criterios.
En Sol sabían que Illa iba a comparecer en directo ante la prensa para pedir cerrar Madrid, lo que desconocían por completo es que lo haría justo a la misma hora que su viceconsejero de Sanidad.
Iván Redondo, el jefe de Gabinete de Sánchez telefoneó a primera hora a Miguel Ángel Rodríguez, la mano derecha de Isabel Díaz Ayuso, para contárselo, según confirman a NIUS fuentes del entorno de la presidenta. Una conversación tensa en la que Rodríguez advirtió a su homólogo en Moncloa que era “mala cosa” que desde el Gobierno “sólo se hablara de Madrid y no de toda España y “mala cosa dar recomendaciones en público y no en la reunión” que apenas unas horas antes habían mantenido el ministro Illa y su equipo con sus interlocutores de la Comunidad de Madrid”, cuentan esas mismas fuentes conocedoras de la conversación.
“Lo que no nos contaron es que Salvador Illa saldría a la misma hora que Zapatero. Lo han hecho para tapar lo del rey, el veto a Felipe VI a estar en la entrega de despachos a los jueces en Barcelona“, deslizan desde Sol.
El propio anuncio de la comparecencia del ministro ya era un primer síntoma de que las cosas iban mal. Los periodistas recibieron a las 11:47 horas el aviso de una rueda de prensa que iba a comenzar a las 11:55. Con tan solo ocho minutos de margen.
Illa, justo antes, estaba participando en la Comisión de Seguimiento del Coronavirus, presidida por Pedro Sánchez. Moncloa no confirma si el presidente participó en la decisión de contraprogramar. De salir en público a exponer las recomendaciones que el Gobierno central había hecho a la Comunidad de Madrid y que no estaban sido atendidas, de acuerdo a lo que Zapatero estaba diciendo en ese mismo momento.
Moncloa, que lleva un tiempo reclamando del Gobierno de Ayuso más contundencia en las medidas, quería “dejar claro” esta vez que “hay que ir más allá”. “Nos estamos tomando la batalla de Madrid absolutamente en serio”, señalan fuentes de presidencia, subrayando que es “importante dar seguridad, con medidas serias”. Una afirmación que choca frontalmente con lo que defienden en el Gobierno de Ayuso: “Nosotros sabemos lo que hay que hacer para no destrozar Madrid”, dicen.
Según la versión de Moncloa, las cuatro propuestas desveladas por Illa en la rueda de prensa se le trasladaron al Gobierno regional en la última reunión del llamado Grupo Covid. Se celebró el jueves a mediodía, y en ella estuvieron el propio Illa –que se tuvo que ausentar de una rueda de prensa que estaba dando con Isabel Celáa para poder acudir-, la ministra de Política Territorial, Carolina Darias, el consejero de Sanidad de Madrid, Enrique García Escudero y el vicepresidente Aguado. También estuvo, entre otros altos cargos de ambas partes, Fernando Simón, director del Centro de Alertas Sanitarias.
Desde el Gobierno central se asegura que en esa reunión se trasladó su propuesta “y hubo receptividad a la espera de análisis”. “Hubo discrepancias, pero las posiciones quedaron claras y el tono fue cordial”, señalan personas que conocen lo que ocurrió en esa reunión. Afirman que “hubo papel, negro sobre blanco, propuestas, borradores sobre la mesa que ya se habían intercambiado también en días anteriores”. En la Puerta del Sol reconocen que sí, que en la reunión del jueves por la tarde se les pidió el cierre de Madrid, pero recuerdan que sólo dos días antes habían dicho públicamente “que lo que hacíamos estaba bien”.
Desde la cumbre de Sánchez y Ayuso del lunes, han sido ya cinco los encuentros y no ha habido forma de acercar posturas. El viceconsejero, Antonio Zapatero también ha reconocido que, en efecto, el jueves los técnicos del ministerio les plantearon las propuestas que el viernes ha hecho públicas Salvador Illa. Pero que la Comunidad de Madrid les trasladó su opinión de que iban a seguir en la misma línea.
La sensación en Moncloa, sin embargo, es que el consejero de Sanidad, Enrique García Escudero, “entendió que eran las medidas pertinentes” cuando se le plantearon las recomendaciones en la cita del Grupo Covid. Y que fue en Sol, y desde una perspectiva más política, donde pusieron el freno a las recomendaciones del ministerio y se optó por adoptar decisiones más suaves.
Se ha llegado a especular con que no fue Escudero quien anunció las medidas finalmente tomadas por no estar de acuerdo con el recorte. Pero él lo ha negado. “Es rotundamente falso. El equipo de la Consejería de Sanidad está de acuerdo con estas medidas”, dice en redes sociales con respecto a las adoptadas finalmente por el Gobierno de Ayuso.
En apenas una semana, la relaciones del Gobierno central con el gobierno de Ayuso han experimentado un movimiento pendular. El lunes fue la declaración de tregua, el deshielo y la colaboración. El jueves ya eran las discrepancias con respecto qué hacer frente a la curva. El viernes la guerra abierta con el choque de ruedas de prensa y las acusaciones mutuas. Vuelta a la casilla de salida.
En Sanidad, consideran que la comunidad de Madrid “es muy laxa”, que la situación se está yendo de las manos y deslizan abiertamente la idea de que “no quieren ser cómplices de las consecuencias de las decisiones del gobierno de Ayuso”.
Desde Madrid se quejan de que se les empuje a tomar medidas más drásticas sin criterios homogéneos. “Ahora mismo hay comunidades autónomas con una incidencia acumulada de casos de covid de más de 600 por cada 100.000 habitantes, y no hay ninguna presión hacia ellos del Gobierno de España”, se quejaba Zapatero frente a las demandas de Illa de intervenir a partir de 500.
“Más que confinar Madrid nuestra misión es ayudar a las personas”, decía la presidenta madrileña en las redes sociales cuando ya se había desatado el incendio. Una afirmación que venía a constatar su resistencia –casi numantina a tenor de cómo están siendo las cosas- a “ir más allá” como le pide Moncloa.
“Las medidas que estamos tomando son las adecuadas. Test masivos, aforos, cuarentenas y el resto, a seguir adelante. Y Barajas...”, añadía el mensaje de la presidenta. Lo de “y Barajas…” dicho con toda la intención. Es su gran reproche al Gobierno central, en su idea de que el aeropuerto es un “coladero” de contagiados y Sánchez no hace nada por remediarlos.
“De nada sirve que los ciudadanos nos confinemos y tengamos restricciones de movilidad si por Barajas puede entrar cualquiera con el virus", apuntaba también Teodoro García Egea en las redes sociales, sumándose a la que ha sido la recurrente queja del PP.
“A Sánchez el consenso le dura lo que la rueda de prensa”, añade el secretario general del PP. Lo dicho. Vuelta a los viejos tiempos. O peor.
Peor porque llegados a este punto, el Gobierno no tiene ningún reparo en hacer ver que Madrid requiere medidas más duras, y que es responsabilidad de Ayuso tomar la decisión. “Da la impresión de paralización ante medidas que sabemos que son necesarias porque nos avala la experiencia”, señalan fuentes del ejecutivo. “Lejos de aplicarlas, plantean que más tarde. Pero hay que hacerlo ya”, insisten.
Y peor porque, además, el episodio de las ruedas de prensa ha agravado la desconfianza y el malestar, no solo de Moncloa con Sol, en general entre el Gobierno y el PP. Los populares están convencidos de que este último movimiento de Moncloa obedece a que “Pedro Sánchez no ha renunciado a dar la batalla por Madrid”. No se les olvida que el mismo día en que Sánchez y Ayuso declaraban una tregua política, el PSOE de Madrid llamaba a movilizarse en Vallecas. Eso y la amenaza permanente de una moción de censura que desaloje a los populares del Gobierno de la Comunidad.
“Primero Sánchez se fuma la pipa de la paz en Sol con Ayuso y luego le declara la guerra”, claman desde la dirección del PP, que nunca se terminó de fiar de las intenciones del presidente. “Cuando las estadísticas las lideraba Aragón se hacían los suecos”, le reprochan ahora que pide más medidas en Madrid. A su juicio, ha sido “desleal”.
Pese a todo, el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso no piensa romper la tregua –lo que quede de ella- firmada el lunes. Su consejero de Justicia y hombre de la máxima confianza de Pablo Casado, Enrique López, reclamaba “volver a la senda de la colaboración y la responsabilidad porque los españoles piden unión, coordinación y lealtad”.
Con las decisiones tomadas ayer por el Gobierno regional son ya más de un millón de personas en Madrid a las que alcanzan las restricciones de movilidad. Para el resto –dos administraciones enfrentadas por el qué hacer con ellos- al miedo al virus se le suma la incertidumbre.