Entre las muchas cosas por la que es célebre la película ‘Rebeca’ (Alfred Hichtcock, 1940), una de ellas es el hecho de que la protagonista, la tal Rebeca que le da título, nunca llega a aparecer. Algo así es lo que ocurre con la Conferencia de Presidentes convocada por Pedro Sánchez este viernes en La Rioja. El empeño por no asistir de Íñigo Urkullu y Quim Torra los ha puesto en el foco de la ceremonia desde mucho antes de su celebración. De alguna manera, el papel estelar se lo va a llevar quien no está o no quería estar.
Por más que el ejecutivo ha puesto el énfasis en la importancia de la cita –que llega en la resaca de una pandemia sin precedentes aún pendiente de resolver y después de un acuerdo histórico en Europa que supone ayudas milmillonarias para España- los presidentes de Cataluña y Euskadi han mostrado un empeño numantino por no aparecer en la foto. “Ahora es tiempo de trabajar y no de hacerse fotografías”, le ha dicho Torra a Sánchez en la carta en la que, este jueves, a apenas 24 horas de la inauguración, confirmó definitivamente su ausencia.
La Conferencia nunca ha sido de su agrado. En la última de 2017 no estuvieron ni Urkullu ni Carles Puigdemont (antecesor de Torra). Esta vez se podía pensar que, después de haberse celebrado catorce conferencias de este tipo en apenas cinco meses, forzadas por la emergencia sanitaria, el mecanismo estaba de alguna manera engrasado y las cosas podían ser distintas. Pero no. Las anteriores han sido telemáticas, y algunos se han aferrado a ello para intentar que nada cambie. Torra especialmente, que dijo lo de “evitar desplazamientos innecesarios”, pero también la madrileña Isabel Díaz Ayuso, que ha mantenido una relación digamos que tensa con el Gobierno central durante toda la crisis sugirió hacerla por vídeo. Ha sido su forma de defender su perfil propio y mantener su rebeldía. Pero estará.
Por unas cosas y otras, el tira y afloja ha sido un reflejo de la tensión territorial y la batalla por la imagen en torno a un evento que, finalmente, se hará como quería el Gobierno. Presencial y con asistencia además del rey. Lo que, aunque no sea la primera vez que ocurre, subraya de alguna forma el carácter singular de esta Conferencia con respecto a las catorce anteriores.
El propio escenario y las circunstancias remarcan la especificidad. Va a ser en el Monasterio de Yuso, en La Rioja, y no en el Senado de Madrid como era tradición. Con mascarillas, pero en una comunidad que no pone límite de asistentes a reuniones de este tipo, lo que podía haber sido un problema ante el elevado número de invitados. Cada presidente acude con su vicepresidente y su consejero de Sanidad. A Sánchez le acompañan los cuatro vicepresidentes y los titulares de Sanidad, Salvador Illa, y de Política Territorial, Carolina Darias. Más los asesores, la seguridad, la prensa y demás, va a ser un evento en el límite de lo que se aconseja en estos tiempos.
La conferencia tiene dos objetivos esenciales: acordar una estrategia común para hacer frente a los rebrotes de la pandemia y debatir sobre el reparto del Fondo de Reestructuración aprobado por el Consejo Europeo. Esos 750.000 millones de euros de los que a España llegarán en torno a 140.000. Ninguno de los dos es sencillo.
En el terreno sanitario la situación (y las preocupaciones) por comunidades es desigual. Hay, en todo caso, una demanda común que proviene tanto de los presidentes del PP como de alguno socialista – es el caso de Page, de Castilla La Mancha- que piden la definición de herramientas legales para no tener que recurrir al estado de alarma en caso de que la cosa vaya a peor. La posibilidad, por ejemplo, de confinamientos parciales.
Más de uno le ha recordado al Gobierno que fue una de sus promesas justo antes de levantarse el confinamiento, y está todavía por cumplir. Están, además, pendientes de debate la cuestión de la provisión masiva de material –la anunciada reserva estratégica- o el control de puntos sensibles como Barajas.
En lo económico, no hay previsión de que se defina un reparto concreto del dinero proveniente de Europa. Pero sí de que los asistentes pongan sobre la mesa sus principales necesidades y sus criterios para la distribución. Y ahí cada uno defiende lo suyo. Unos, el índice de población; otros, el de despoblamiento; otros, el de incidencia de los contagios… La discusión que pueda darse se anuncia como lluvia sobre mojado después de la que ya se dió con el reparto de los 16.000 millones de euros del llamado fondo covid del Gobierno central. La ministra de Hacienda. María Jesús Montero, dijo entonces que el hecho de no haber contentado del todo a nadie fue una prueba del acierto en su distribución.
Casado prepara la negociación
El Partido Popular ha reunido fuerzas de cara a la negociación que, como siempre que es de dinero, se anuncia a cara de perro. Pablo Casado ha juntado en La Rioja este jueves a sus barones, para definir prioridades que, dice, tienen “muy claras”. En la lista que ha anticipado hay un poco de todo: Fernández Mañueco (Castilla y León) “peleará” por la política agraria común; a López Miras (Murcia) le interesa especialmente la recuperación del Mar Menor; Vivas (Ceuta) reclama la interconexión eléctrica con la península; Feijóo (Galicia) hablará, entre otras cosas, de Alcoa; la madrileña Isabel Díaz Ayuso quiere ayuda financiera para el hospital de pandemias que ha proyectado tras la experiencia de Ifema.
Con tanta tela que cortar, las ausencias cobran aún más protagonismo. Y se justifica de alguna manera el interés de Sánchez por contar en la mesa con representación de dos comunidades relevantes como la vasca y la catalana. Más allá del de la foto, que también.
La presión del ejecutivo para hacerles cambiar de idea ha sido intensa, incluida una carta de Sánchez a los dos presidentes. Torra zanjó el asunto a través también de una carta: confirmando su ausencia; reclamando una reunión bilateral y cuestionando la presencia del rey. En las redes sociales y con el elocuente “¡Vaya!”, ya había hecho ver su disgusto por la presencia de Felipe VI.
Lo de Urkullu ha sido distinto. En su caso, ha dejado abierta la puerta hasta últimísima hora. Aún este jueves daba a entender que estaba dispuesto a acudir si el ejecutivo respondía a su petición: una fecha para la reunión de la Comisión Mixta del Concierto. No sería la primera vez que la solución final se adopta in extremis.
A las diez de la mañana, cuando Felipe VI inaugure oficialmente la Conferencia se despeja definitivamente quien está y quien no está en la lista. Con permiso de Torra y de Urkullu, protagonistas de una película en la que no quieren aparecer, la de La Rioja es una cumbre que marca un antes y un después. Es la primera presencial tras la larga tanda de las que se han celebrado durante la pandemia y abre la puerta a las citas similares, con periodicidad mensual, que Sánchez ha anunciado a partir de ahora. La primera ya tiene fecha y tema: finales de agosto para preparar la vuelta al cole. Antes, este viernes, la conferencia será poco menos que un examen.