Tras décadas de debate político, Pedro Sánchez cumple su promesa de sacar a Franco del Valle de los Caídos. Una promesa que no había podido consumar hasta ahora por el rotundo rechazo de los nietos de dictador, que dilató el proceso más de un año.
No ha sido un camino precisamente fácil. El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, anunció la exhumación de Francisco Franco el 17 de junio de 2018. Desde el primer momento fue una de sus promesas. Una de las medidas estrella del Gobierno de Pedro Sánchez. Y querían que fuera con la máxima celeridad pero la puerta de la Familia Franco siempre estuvo cerrada.
Y es ahí donde empieza un laberinto político, judicial y en ocasiones hasta religioso. Papel significativo ha tenido el prior del Valle de los Caídos. Inflexible contra los planes del Gobierno, que se llegó a desplazar al Vaticano para asegurarse el beneplácito de la Iglesia en el proceso.
Y es que -además- la familia Franco insistió hasta el final en que los restos se trasladasen al centro de Madrid, a la sepultura que tienen en la Catedral de la Almudena. Pero todo esto se acabó resolviendo en la dilatada batalla judicial.
Los nietos del dictador recurrieron el acuerdo de exhumación del Consejo de Ministros y el Tribunal Supremo lo suspendió cautelarmente hasta emitir una sentencia. Lo que parecía una momentánea victoria de la familia del dictador, acabó siendo un duro varapalo judicial: cuatro meses después el mismo tribunal avalaba por unanimidad los planes del Gobierno. Daba luz verde a la exhumación y rechazaba todas las pretensiones de los descendientes del dictador.