La noche de este Viernes Santo en el municipio tinerfeño de La Laguna estuvo marcada por el sonido, en medio del silencio, de las cadenas.

Dos años después, en los que no se ha podido salir en procesión a causa de la pandemia de covid, centenares de pies descalzos acompañados de cadenas han vuelto a recorrer las calles de esta ciudad.

"Es muy emocionante, y más así, todo en silencio", afirma una joven. El ruido de las varas que llevan los cofrades anuncia el paso del Cristo yacente portado a hombros y solo las velas iluminan el camino.

"Creo que es la que más se siente porque no se ve", dice una mujer, quien agrega que ha acudido para "dar las gracias por una promesa de salud".

Un silencio roto solo por pisadas y cadenas en la que es la procesión de Semana Santa más antigua de las islas Canarias.