Sánchez y Casado encarnan las dos posturas en el debate de la luz y la vivienda
El Gobierno interviene los dos mercados intentando que lo noten los ciudadanos
El PP trata de contrarrestar las medidas diciendo que intervenir empeorará las cosas
El campo de batalla de la política económica sigue siendo el mismo desde hace lustros: liberalismo o proteccionismo, dejar hacer o intervenir, mercado o regulación. Luego le podemos poner más o menos aderezos, pero la sustancia no es más que eso.
Los problemas estos días son los siguientes: tenemos que hacer frente al cambio climático y se dispara el precio de la luz; hay difícil acceso a la vivienda y hay que fomentar el alquiler barato. En España tenemos un Gobierno que se autodenomina de izquierdas y una oposición de corte liberal. Ambos han de dar respuesta a los problemas. El Gobierno juega con blancas, tiene la iniciativa.
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Intervención del mercado eléctrico
Sánchez ha decidido intervenir de manera osada y determinada en el mercado de la luz. Algunos tratan de hacer equilibrios eufemísticos para evitar el término “intervención”, pero no nos engañemos, lo es. No hay que escandalizarse porque un Gobierno lo haga. Lo hacen constantemente. Es más, están para eso. Rajoy intervino en el mercado eléctrico en 2013. Ayuso aprueba ayudas económicas a la natalidad. No todo va a ser laissez faire et laissez passer, le monde va de lui même.
La intervención del mercado eléctrico trata de frenar una escalada de precios provocada por el incremento, a su vez, del precio internacional del gas. La vicepresidenta Ribera comentó hace semanas que había que pedirle a Putin que bombeara más gas para bajar el precio. Pues no sabemos si Putin conoce a la vicepresidenta, pero fue lo que anunció esta semana y el coste del gas bajó.
Antes de eso, el Gobierno decidió que no iba a quedarse parado. Había que actuar con contundencia. Recuerden que cuando estaban en la oposición ellos eran los que machacaban a Rajoy con la pobreza energética. Dentro del Gobierno está Unidas Podemos, que suele tener como premisa que las grandes empresas abusan de los ciudadanos y no cumplen con su deber social, solo con la voracidad de sus accionistas. Cualquier medida que vaya contra ellas es gasolina para su electorado. El PSOE suele nadar entre dos aguas, consciente de que las empresas son fundamentales pero también de que tienen que hacer algo porque lo demanda su público.
En ese ambiente se tomaron las medidas del mercado eléctrico. Las empresas han acusado el rejón y ya amenazan con represalias en forma de menos inversiones en energía verde. El PP les apoya con el tradicional argumento de “injerencia en la propiedad privada” e “inseguridad jurídica” por cambiar las reglas en medio del partido. Pero no puede ponerse demasiado del lado de las eléctricas porque si al final baja la factura, ¿cómo le dices a los ciudadanos que te opones a que les salga la luz más barata? Además, en el resto de la UE sufren el mismo problema y ya se están planteando algunas de las medidas que ha adoptado España.
Intervención del mercado de la vivienda
La parte socialista del Gobierno, sobre todo la que controla el área económica, no era muy partidaria de legislar en materia de vivienda, pero sus socios de Unidas Podemos han dicho que sin ley de vivienda no había presupuestos. ¡Cualquiera se fía de Sanchez! Al ministro Bolaños le ha vuelto a tocar arreglar el problema y después de muchas horas de negociación ha salido una ley muy celebrada por sus padrinos, sobre todo por los miembros de Podemos. Tan contentos estaban que han vendido cosas que realmente no se van a producir. Parece que no son muy conscientes de la letra pequeña, porque al final los cambios reales van a ser muy pocos y se notarán, si acaso, a largo plazo.
Todos excepto el bono de alquiler para jóvenes, que se lo reservó el presidente para anunciarlo por sorpresa. Dinero directo para los jóvenes que quieran alquilar, ahí es nada. Eso sí que se entiende claramente. Sánchez lo anuncia y sus compañeros de gabinete tienen que hacerlo posible. No lo deben de tener muy claro a la vista de algunos patinazos como el de la ministra de Hacienda que anunció que solo iba a afectar a las viviendas de menos de 600 euros al mes.
Al PP, obviamente, le toca oponerse. Es su trabajo en esta legislatura. Pero de nuevo se encuentra ante una duda: ¿cómo me opongo a que se dé dinero a los jóvenes para que alquilen su casa y a que se penalice a los que tienen más de 10 casas en propiedad? En caso de duda, acude a los clásicos: “inseguridad jurídica que provocará la retira de pisos del mercado y subida posterior de precios”. Es cierto, que muchos estudios señalan que dar dinero público a los ciudadanos para que alquilen casas suele repercutir, precisamente, en el alza de los alquileres. También lo es que casi todos los gobiernos lo han hecho.
Sánchez, de confinador a generoso
La batalla discurre entre el “hay que hacer algo ante tanto abuso de los poderosos y que se note” de la izquierda y “dejen a los ciudadanos en paz, queremos menos intervencionismo, queremos libertad”, de la derecha. Quizá ese siga siendo el mejor resumen de la política en la actualidad. Ayuso arrasó en Madrid con ese discurso. Hay que destacar que el marco era diferente: Sánchez era quien restringía las libertades y se ocupaba de confinar a la gente. Ayuso, sin embargo, se arriesgó a abrir la mano aunque se le pudieran desbocar los contagios. Le salió bien.
Ahora la situación es diferente. Sánchez viene con dinero para arreglar los problemas. Ya no es el confinador, ahora es el generoso. Veremos si a Casado le será igual de eficaz la táctica que empleo Ayuso.