Profesores, alumnos y padres sienten alegría y alivio de dejar atrás la mascarilla en el recreo, pero se muestran cautos porque aún sigue la alta incidencia del coronavirus y opinan que la decisión debe obedecer a criterios sanitarios, no políticos. Las mascarillas dejarán de ser obligatorias en exteriores a partir de este jueves, incluidos los patios de los centros educativos, tras la publicación hoy en el BOE de un real decreto del Ministerio de Sanidad que elimina su obligatoriedad, al haber mejorado la situación epidemiológica.
La ministra de Educación y Formación Profesional, Pilar Alegría, destaca que esta decisión es una "gran noticia, que permitirá que los niños recuperen su desarrollo emocional, la empatía, la comunicación y el lenguaje, aspectos que se han podido ver afectados" por su uso prolongado. Tras señalar que los menores han sido "un ejemplo" durante la pandemia, Alegría considera que durante estos casi dos años han sufrido "las mayores restricciones. Primero sin poder acudir a clases presenciales y, posteriormente, manteniendo la distancia, el uso de mascarillas en los centros y la ventilación de las aulas en invierno. Sabemos del esfuerzo que les hemos pedido". Poder estar sin mascarilla -añade- es un "primer gran paso, hasta que la enfermedad nos permita recuperar la plena normalidad".
El presidente de la Federación de Asociaciones de Directivos de Centros Educativos Públicos (Fedadi), Toni González, cree que habría sido "más idóneo" seguir con las mascarillas una semana más o hasta principios de marzo para ver cómo evoluciona la pandemia, pero matiza que si las autoridades sanitarias lo han acordado, es porque "lo creen oportuno".
El alumnado adolescente estaba ya muy concienciado y cuando llegaban al centro, se ponían la mascarilla de modo rutinario. Ahora habrá que hacer "un control" cuando entren a clase, explica González, que opina que "no ha sido una mala decisión, pero lo cierto es que aún tenemos positivos entre profesores y estudiantes", en torno al 3 %, según sus cálculos.
Una portavoz del sindicato de profesores ANPE explica que hay que seguir siendo cautelosos, porque la interacción en los centros es elevada, así como vigilar la evolución de la incidencia del coronavirus. "No se puede bajar la guardia".
La presidenta de Ceapa, Leticia Cardenal, subraya a EFE que las decisiones deben tomarse teniendo en cuenta los criterios de los expertos en la materia, tanto en esta medida como en cualquier otra.
"Los expertos señalan que la transmisión del virus en exteriores es hasta 15 o 20 veces más baja que en espacio interiores, por lo que no tiene mucho sentido que a la gente se le permita ir sin mascarilla mientras anda por la calle o está en espacios abiertos, al tiempo que al alumnado se le prohíbe quitársela en el recreo", explica Cardenal, cuya entidad agrupa a más de 12.000 asociaciones.
En cualquier caso, es una medida que habrá que adoptar "con precaución, ya que aunque estemos en un contexto de mejora, aún nos encontramos en pandemia", una opinión que comparte la presidenta de la Fapa Giner de los Ríos, Carmen Morillas. Morillas asegura a EFE que pese a que los niños lo acogerán con alegría, también "hay que decir que han entrado en esta dinámica y puede que no se arriesguen a quitársela porque son muy de rutinas". En definitiva, "estamos muy cansados y el tema de la mascarilla se hace muy cuesta arriba, pero la pandemia sigue, hay que ser prudentes y no sabemos si va a llegar una séptima ola, porque este virus es desconocido".
Nuria, madre de Candela, Gonzalo y Pedro, de entre 3 y 9 años, está muy de acuerdo con la decisión: "Había cierta discriminación, porque pese a estar al aire libre, ellos la llevaban y los adultos no. Creo que era el momento de tener un gesto con los niños y que puedan jugar tranquilamente". En similares términos se expresa María, madre de Diego, Victoria y Andrés, de entre 5 y 11 años, porque defiende que los menores tienen "los mismos derechos que los adultos" y, además, los centros son entornos seguros, donde no tiene que haber más contagios.
"Hasta ahora la pandemia estaba un poco desatada y era lógico el uso obligatorio de la mascarilla enexteriores, pero ahora la incidencia está bajando mucho y la posibilidad de contagio es menor", explica Marta, madre de Gabriela, de 8 años. "Me alegro mucho que se haya tomado esa decisión; son muchísimas horas con mascarilla".
Irene, una estudiante de 11 años en un colegio madrileño, considera que es una "buena idea, ya que estamos alrededor de siete horas con ella puesta y poder estar media hora sin ella está bien. Además no tengo miedo de contagiarme al aire libre, y la mayoría de mis compañeros están vacunados de la primera dosis y dentro de poco de la segunda, así que no creo que haya peligro".
Su hermana África, de 15 años, apoya la medida aunque afirma que en el recreo lo que le apetece es estar junto a sus amigos, no separados de ellos, por lo que al final prefiere colocarse la mascarilla, la misma opinión que comparte su amiga Ainara.