Moncloa enojada por la campaña de Garzón sobre la carne
La campaña contra el excesivo consumo de carne enoja en Moncloa por haberla hecho sin avisar ni coordinar con otros departamentos
Al chuletón no hay que darle más vueltas. Basta con darle una. Es el famoso “vuelta y vuelta”. Un poco de sal encima y a comer. Pocos platos son más suculentos y sencillos de hacer. Pero hasta para hacer un chuletón hay que saber. Por ejemplo, si te pasas de punto, lo arruinas. Así que mejor no darle demasiadas vueltas, que es justo lo que hemos hecho esta semana en España.
Alberto Garzón, ministro de Consumo, decidió por su cuenta y riesgo iniciar una campaña para que los españoles reduzcan el consumo “excesivo” de carne. Cuando vi el vídeo, en seguida comenté con un amigo cuál sería el titular que saldría de ahí: “El Gobierno quiere que no comamos carne”. Somos así, un país al que le encanta los excesos, los memes, las caricaturas y la crítica. Eso nos hace divertidos pero también broncos.
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La campaña de Garzón persigue un objetivo compartido por el Gobierno, la ciencia, las organizaciones internacionales e incluso la Iglesia, que recomienda no comer carne en Cuaresma. Pero no es ese el problema. Ni siquiera es el supuesto afán controlador de la vida de los demás por parte del poder público, como recordaba Aznar con aquella campaña de “No podemos conducir por ti”.
Fuego amigo
El problema real es que esas cosas no se hacen sin avisar. Se supone que uno está en un gobierno que es un órgano colegiado con un presidente al frente. El ejecutivo diseña sus estrategias y prepara los asuntos de los que se va a hablar en la agenda política. Todo gobierno aspira a marcar esa agenda con sus temas y sus enfoques. Hay ocasiones, muchas, en que la actualidad irrumpe y rompe tu cronograma. Con eso ya se cuenta pero, ¿que te lo hagan tus propios ministros…?
La polémica del chuletón le pilló a Sánchez de gira por el Báltico. A todos los presidentes les encanta la política exterior porque les aleja de los asuntos mundanos y les eleva el perfil. Pues nada, allí se encontró en Lituania con el tema estrella de la semana: ¿qué opina de la campaña de su ministro sobre comer menos carne? Sánchez se mordió la lengua y solo dijo que para él el chuletón al punto es insuperable.
La respuesta evitaba entrar en el fondo del asunto. Si respaldaba a su ministro, malo porque no le habían gustado las formas. Si no lo respaldaba, peor porque amplificaba la noticia. Así que lo mejor es orillarla con una chacarrillo. Pero no salió bien. La lectura de toda la prensa ha sido que ha dejado a Garzón a los pies de los caballos.
El asunto ha enojado en Moncloa por cómo se ha planteado. Ha obligado a salir a otros ministros a matizar o desmentir a Garzón, ha provocado roces con autonomías y empresas y ha roto en pedazos la agenda del presidente. Así que tampoco van a correr para desmentir la sensación que ha dejado esa respuesta en los periodistas. Lo que sí tendrán que aclarar es que el fondo de la cuestión, el planteamiento de la campaña de Garzón, persigue un objetivo compartido. El problema no es ese, el problema es cómo se ha planteado.