La llaman la España vacía. Pero no es verdad. Hay gente. Está Josefa, la funcionaria que denuncia: "Sí, estamos aislados, pero ¿qué pasa? Que no hay voluntad de que esto se revierta". Está José Antonio, el empleado de la central térmica condenada al cierre, enfadado: "El problema es que no hay dinero para Teruel. Y los hijos se nos van porque aquí no hay futuro". Está Alba, la profesora y Rosa, la ama de casa... Hoy son muchos, juntos. Tantos, que llenan el patio de butacas del Teatro Municipal de Alcañiz en lo que habitualmente llamamos mitin. Aquí, una ceremonia de autoafirmación de los que van quedando en estos parajes en los que cada vez vive menos gente.
Les convoca Teruel existe. Les reúne la idea de que no siga pasando.
Uno de los promotores del acto es Joaquín Egea. 41 años. Es de Alcañiz (15.039 habitantes) y no se ha ido, argumenta enigmáticamente que "por llevar la contraria". Lo explica. Estudió en el Campus de Teruel, inaugurado en 1974 por el entonces ministro de Educación, Cruz Martínez Esteruelas, que con un fatalismo impropio de su cargo radiografió el funesto porvenir que de siempre ha perseguido a la provincia: “La emigración será un problema para tiempo”, decía su discurso. “Pero sabed que los hombres del Ministerio tenemos la obligación de que si esos hombres han de marchar vayan preparados y formados".
Egea desliza con una media sonrisa: “¡Me vengué!”. Acabó los estudios, encontró trabajo de técnico de electromedicina en el hospital de su pueblo. Se ha quedado.
Candidato de Teruel existe al Senado el 10 de noviembre, a Egea le da igual lo de España vacía o España vaciada, si acaso prefiere esta última fórmula porque denuncia que no se trata de un fenómeno espontáneo sino la consecuencia de decisiones políticas sostenidas en el tiempo.
Lo que de verdad le preocupa es la falta de voz de ese universo de carreteras secundarias, dispensarios y falta de escuelas que abarca en 26 provincias el 53% del territorio, pero alcanza apenas al 20% de la población. En los años sesenta, algunas de esas provincias se enumeraban saltando a la comba: "Ávila, Segovia, Soria, Logroño, Burgos, Santander, Palencia, Valladolid...", hoy son unas cuantas más, y son la geografía en la que anida un problema grave.
“En la sierra de Albarracín, la densidad es de un habitante por kilómetro cuadrado. Eso no pasa ni en Laponia”, cita el candidato de Teruel Existe como ejemplo de cómo están las cosas en ese escenario agónico en el que ha irrumpido, electoralmente hablando, “Teruel existe”.
Egea participa como estrella local en el mitin que organiza la formación en su pueblo. Juega en casa. Es el único de los oradores que arranca algún aplauso en un evento en el que nadie levanta la voz desde el escenario. No hay globos, ni banderas. Si te metes confundido puedes pensar que es una junta de vecinos. Como todas, con problemas.
"Es la única provincia que ha perdido electores, 518, desde las elecciones de abril", alerta un candidato. "Es la única capital sin conexión de tren ni de autovía con Madrid", apunta otro. Y faltan escuelas; y conectividad; y la Guardia Civil echa echa el cierre por las tardes... El serial de agravios y carencias es inagotable. Pero lo peor de todo no suena desde la tribuna: "Estamos vacíos porque no tenemos hijos", es la frase lapidaria con la que Pilar, ama de casa, resume lo que se vive en pueblos como Alcañiz. "Es que se van", interviene Rosa, "mi hija está en León". "La mía pequeña en Zaragoza", añade Pilar. Y así.
Despoblación, aislamiento, ese "no tener futuro" como dice José Antonio -"¡Soy el que iba en la furgoneta con la megafonía anunciando el mitin!", nos aclara- son las razones de fondo que han llevado a Teruel existe al asalto de las instituciones. ¿Por qué ahora "Ya toca Teruel", como dice el lema de campaña? "Porque es el momento de hacer valer nuestro poder", argumenta Tomás Guitarte, candidato número 1 al Congreso. "Los grandes partidos se han olvidado de nosotros y tenemos que estar en Madrid para saber que está ocurriendo", explica a sus potenciales electores con su pausado todo de arquitecto.
Desde la platea del teatro, le enfoca el cámara de una televisión belga que acaba de llegar para hacer un reportaje. La manifestación del 31 de marzo en Madrid -promovida por Soria Ya- puso el foco en la España vaciada, y se nota. Ahora es una televisión europea, antes un periódico japonés el que pasó por Alcañiz.
El de Teruel Existe es el último grito en política. Es el partido de moda (en realidad una Plataforma de Electores), con la bandera de moda: la de la despoblación y el reto demográfico. Tanto es así, que el presidente del Gobierno en funciones prometió un ministerio del asunto si repite.
"No es cuestión de un ministerio", replica el aspirante a senador Joaquín Egea. Y además, entiende que ya es tarde. Teruel Existe ha dado el paso y pide el voto. Sin demasiado oficio aún, como demuestra el mitin, pero lo pide.
Veinte años después de sus orígenes como Plataforma, la división de Teruel de la España vaciada se prueba en las urnas. Y ni son nuevos, ni están solos. El Manifiesto que engloba a las 26 provincias en las que se eligen entre 2 y 5 escaños lo respaldan 121 organizaciones. "Somos los primeros, pero hay otros que están esperando a ver que pasa", comenta Egea.
La España vaciada es la suma de muchos pocos. Electoralmente, nunca se ha sido tan consciente de su peso como ahora que se ha pronunciado como conjunto: 101 diputados se eligen en las zonas despobladas, casi un tercio de los 350 que hay en el Congreso. En Teruel, el último de los tres que le corresponden fue para Ciudadanos, con 15.357. Teruel Existe consiguió más de 6.000 avales para poder presentarse a las elecciones, y ahora su reto es superar los 15.000 votos. Pero ni especulan con a quién se lo pueden "quitar" -"somos un movimiento transversal, somos gente de todos los partidos", dicen- ni se paran a hacer cuentas.
Lo que toca es campaña. El mitin en Alcañiz lo cierra Kapi. Artista local. Que con música de Sabina canta: "Donde las carreteras serpentean. Se queda la nostalgia y ellos marchan. Pongamos que hablo... de Teruel". Y el público, que se reconoce en la adaptación, aplaude feliz.