Los informes finales de la defensa y la última palabra de los acusados marcan el último día del juicio del procés; un intenso proceso por el cual han pasado más de 500 testigos y que, por fin, afronta su desenlace.
Oriol Junqueras, encabezando a los 12 acusados, –entre los que están Joaquim Forn; Jordi Turull; Raül Romeva; Josep Rull; Dolors Bassa; Meritxell Borràs; Carles Mundó; Santi Vila; Jordi Sànchez; Jordi Cuixart; y Carme Forcadell– ha tomado su turno de palabra agradeciendo a la sala haberle “dado voz” para poder expresarse.
“La sala me da ahora nuevamente la palabra, por segunda y última vez en este juicio. Y si algo debo agradecer al Tribunal es, precisamente, el hecho de haberme dado voz después de tanto tiempo privado de ella. Hablar y escuchar y es la base de cualquier entendimiento”, ha iniciado Oriol Junqueras al tomar su último turno de palabra en el juicio del procés.
“Intento dirigirme a todos ustedes y a todos aquellos que quieran escuchar. Yo soy fundamentalmente padre de familia y profesor. Mi dedicación a la política ha sido tardía y ha nacido, como mi vocación docente, de la voluntad de servicio, de la voluntad de intentar construir un mundo más justo y más libre; un mundo mejor. Es difícil precisar cuándo adquirimos de forma plenamente consciente nuestras convicciones políticas; en este caso mis convicciones democráticas, cívicas, pacíficas y republicanas. O incluso mis convicciones cristianas. Pero son convicciones que tengo, que mantengo y que comparto con todos aquellos que creen que votar o que defender la república desde un Parlamento no puede constituir delito”, ha continuado, reiterando: “La voluntad de diálogo, de negociación y acuerdo desde el respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales jamás debería ser un delito”.
“Todos mis libros, artículos, discursos, acciones… demuestran el compromiso irrenunciable con la bondad y con el respeto a la dignidad humana. Todos aquellos que me conocen, incluyendo a las acusaciones presentes en este juicio seguro que son conscientes de ello”, ha recalcado, el exvicepresident de la Generalitat, pasando a reconocer la posibilidad de haber cometido errores.
“Cualquier político, como cualquier persona, comete errores, pero siempre he evitado esa política, esa mala política que niega el diálogo, la negociación y el acuerdo, y que entiendo que les ha traspasado a ustedes la responsabilidad de dictar sentencia, ha dicho.
En este sentido, Junqueras ha manifestado que, en su opinión, “lo mejor para todos” sería “devolver la cuestión al terreno de la política, de la buena política, de donde no debería haber salido. Devolver el asunto al terreno del diálogo, la negociación y el acuerdo”.
“Mientras tanto, mi trabajo debe ser el de contribuir siempre, a través también del juicio de las urnas, a promover la democracia, la convivencia y el bien común”, ha finalizado.
En una línea similar se ha manifestado Raül Romeva, exconseller de Exteriores de la Generalitat de Cataluña al recalcar que “hacer un referéndum, incluso si este es ilegal, con el Código Penal en la mano, no es un delito”. “Siempre hemos defendido, siempre he defendido, siempre defenderé… que el ejercicio del derecho de autodeterminación se debe hacer sin violencia. Insisto y apelo a aquellas personas que legítimamente, con todo el derecho del mundo, optan, prefieren, defienden la opción de una España unida, que entiendan que con la fuerza y con la represión no van a convencer a aquellos que, o bien se sienten ya expulsados de este Estado por la razón que sea o bien apuestan por vías cívicas, pacíficas y democráticas por una república catalana. No es la fuerza ni la represión lo que va a hacer que esas personas cambien de idea. No va a pasar”, ha recalcado.
A este respecto, el exconseller ha señalado que “solo las relaciones que se basan en el reconocimiento mutuo son duraderas”. “Son las únicas por las que vale la pena luchar”, ha expresado, para volver a criticar “una relación basada en la amenaza, la represión y el uso de la fuerza”.
Por todo ello, y exactamente igual que ha manifestado Junqueras, ha insistido en que “la solución que existe ante esta situación en la que nos encontramos se llama política, y más allá, democracia”.
“Lo único que pido es que seamos todos y todas conscientes de que en este banquillo no estamos sentados solo 12 personas. Están sentadas más de 2 millones de personas que se sienten a través de nosotros concernidas. Concernidas con lo que nos ha llevado hasta aquí y con lo que va a suceder en una eventual decisión por su parte, y que esperan que esta decisión sea valiente”, ha finalizado, lanzando un envite al tribunal.
“Niego rotundamente que mi actuación como miembro del Gobierno de Cataluña tuviera como objetivo liquidar la Constitución y atacar el orden constitucional utilizando la violencia como aquí se ha afirmado. Si hoy estamos ante este tribunal es por un fracaso de la política y como castigo al desafío político que representó la organización del referéndum del 1-O, un referéndum que contaba con el aval de una mayoría muy calificada del Parlament del Cataluña, y también con el apoyo muy mayoritario de la sociedad catalana. Desde el Gobierno siempre pensamos que había otra manera de interpretar la ley; que esta no está fosilizada, y que una interpretación más flexible permitiría llegar a un acuerdo que condujese a una salida pactada a nuestras reivindicaciones”, ha recalcado Forn, reivindicando la “voluntad de pacto” del Govern antes y después del 1-O, y reprochando que las demandas “nunca hallaron respuestas por parte del Gobierno español”.
“En ningún momento ocultamos nuestra intención y nuestra voluntad de celebrar el referéndum”, ha dicho, ensalzando el 1-O: “No se votaba contra nada ni contra nadie, fue una manifestación en favor de las libertades, de la democracia y del derecho a decidir. Los ciudadanos acudieron a votar con plena conciencia de su voluntad de ejercer el derecho de voto”, ha defendido.
En este sentido, y constatando una línea común en el discurso de los acusados, ha denunciado que “los gobernantes responsables no deberían reaccionar judicializando un conflicto político sino buscando soluciones políticas”, reiterándose en el “carácter pacífico del referéndum y de todas las manifestaciones y concentraciones que se produjeron durante los meses de septiembre y octubre”. “Nunca se animó ni se fomentó ningún acto de violencia sino todo lo contrario”.
“Entiendo que una gran parte del origen del mal de las acusaciones hacia nosotros está en que confunden discrepancia, crítica, protesta con ataque y falta de respeto. Y esta lógica de confundir la crítica con la falta de respeto solo existe en mentalidades muy poco seguras de sí mismos o en mentalidades totalitarias”, ha iniciado, criticando, Jordi Turull.
“O es esto, que se quiere confundir crítica con ataque, o es que directamente a los independentistas nos quieren aplicar unas reglas de juego distintas a los mortales. O las dos cosas a la vez, que es mi íntima opinión”.
“Todo les ha valido a las acusaciones, no para saber lo que sucedió o cómo sucedió o por qué sucedió, sino para que se perpetre un escarmiento, –se ha dicho aquí–, que descabece al independentismo a costa de lo que sea, aunque este 'a costa de lo que sea' consista en retroceder muchísimos años en lo que es la efectiva expresión de derechos y libertades fundamentales; aunque este 'a costa de lo que sea' sea a costa de interpretar las normas y las reglas del juego distintos a unos y para otros”, ha reiterado.
“Oír como oímos la semana pasada en boca de la Fiscalía decir que hacer un referéndum es delito, aunque se haya despenalizado, da pánico”, ha denunciado, subrayando que “toda la acción de las acusaciones ha destilado este propósito de escarmiento a costa de lo que sea”.
“No nos engañamos más. Vayamos al fondo del asunto. El origen de toda esta causa y los hechos juzgados tienen solo una raíz, y es política. En esta sala algunos pretenden dilucidar un problema político con soluciones penales, y las realidades políticas un político las debe afrontar. No se pueden ignorar. No se pueden prohibir como tal y mucho menos se pueden castigar. Nosotros siempre hemos apostado por el diálogo para buscar un acuerdo. Si no hay diálogo es imposible llegar a un acuerdo y el Gobierno siempre nos ofreció o el silencio o el menosprecio ante esta realidad; la amenaza como bandera y la resignación como camino”, ha zanjado, insistiendo Turull también, en la solución política.
El exconseller de Territorio, Josep Rull, al inicio de su intervención ha manifestado sentirse “con mucha convicción y con una tranquilidad extraordinaria”; “una tranquilidad absoluta de conciencia”. Asegurando haber dado la cara, ha lanzado “unas preguntas que se tienen que formular” durante el juicio: “¿Es un juicio sobre ideas o es un juicio sobre hechos? ¿Cómo afronta la política un problema de naturaleza política? Y la más importante, ¿cuál es la reacción de un Estado de derecho ante el reto democrático que se está planteando en estos momentos en Cataluña y en España?” “Me temo que las respuestas no son demasiado positivas. No son demasiado buenas. En relación a la política “hay un escenario de negación de la política; de negación del diálogo”, ha dicho, señalando que, sobre “la reacción del Estado de derecho” teme que “existe una cierta tendencia a excepcionar el sistema de derechos y libertades”.
“La pregunta es qué ha pasado para que en las últimas elecciones, –las elecciones europeas–, el 49,7% de catalanes voten a favor de opciones claramente independentistas. Esta es la pregunta. Esta es la reflexión. Aquí hay un problema político y se puede resolver políticamente. ¿Cuál es el elemento que provoca esta situación? La sentencia del Tribunal Constitucional del año 2010. De un Tribunal Constitucional desprestigiado, incompleto, que en aquella sentencia dice dos cosas: si ustedes, catalanes, se sienten nación, esta no es su Constitución. Muchos catalanes creían que sí; si ustedes se sienten nación son nación, este no es su Estado. Muchos catalanes creían que sí; si el Estado español renuncia a ser el Estado de los catalanes, muchos catalanes creen que Cataluña tiene derecho a construir uno propio para garantizar el progreso y la justicia del bienestar. ¿Y cómo se hace esto? Democráticamente; pacíficamente, ha zanjado, defendiendo el referéndum.
Por último, ha lanzado también una advertencia al tribunal: “Su sentencia, depende de cuál sea, puede tener consecuencias tremendamente nocivas en una Europa asediada por la extrema derecha”.
Tras Rull llegaba el turno para el expresidente de la ANC, Jordi Sànchez, quien ha reivindicado que no debe haber ideas ni principios que sean silenciados “por miedo a un poder que amenaza los derechos y las libertades” y ha criticado el “abuso” de la prisión preventiva por parte del Ministerio Fiscal para obtener beneficios que considera “una injusticia”. “Les pido que hagan lo posible para que España avance en calidad democrática. Una urna no puede ser nunca la amenaza a la democracia”, ha dicho, dirigiéndose al tribunal.
En su discurso, emocionándose al recordar a su familia y los “604 encerrado en una prisión”, se ha referido al orgullo de formar parte de una sociedad “que ha superado el dolor con solidaridad”.
“Estoy siendo juzgada por ser quien soy, no por mis actos”, ha denunciado Carme Forcadell en su turno de palabra.
Vestida de amarillo, la expresidenta del Parlament ha reprochado que es difícil “sostener y entender” los motivos por los que está siendo juzgada por un delito de rebelión, al tiempo en que el resto de los miembros de la Mesa del Parlament “están acusados de delito de desobediencia”.
Asegurando que se ha hecho “un esfuerzo extraordinario” para “visibilizarla” durante el juicio, ha manifestado su deseo de que “se tengan en cuenta todas estas circunstancias y que se juzguen los hechos comprobados y no las falsas especulaciones que obvian la realidad".
“Niego los hechos que me han sido imputados. Ninguna de las pruebas presentadas que hagan referencia a una actuación delictiva mía es cierta. Las acusaciones carecen de fundamento”. Con esas palabras se ha expresado la exconsellera de Trabajo, Asuntos Sociales y Familias de la Generalitat de Cataluña, Dolors Bassa, a la hora de referirse a las acusaciones que pesan sobre ella.
Más allá, ha defendido que “siempre” ha “rechazado” la violencia y “jamás” la ha “promovido”, asegurando: “No encontrarán nada ni en redes ni entrevistas que haga referencia a la violencia ni la promueva. Siempre hablo de diálogo y democracia”.
En este sentido, la exconsellera ha querido también lanzar un mensaje directamente a los miembros del tribunal: “Su sentencia no será solo mi libertad, sino la de muchas generaciones”.
En su turno de palabra, el presidente de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart, ha asegurado que volvería a actuar de la misma manera que la que le ha llevado a este juicio. “No hay ningún tipo de arrepentimiento. Lo volvería a hacer”, ha dicho, asegurando que la prisión es “un altavoz” que les permite denunciar “la falta de democracia” que están “sufriendo”. “Tampoco renunciamos a esta condición de presos políticos”, ha subrayado.
En este sentido, ha puntualizado que el juicio es un juicio “a la democracia”, de cuyo resultado dependerá la calidad de la misma dentro del Estado español.
“¿Cómo hemos podido llegar a este punto, a este despropósito? ¿Cómo podemos intentar enderezarlo?”, son las preguntas con las que ha iniciado Santi Vila su último alegato.
“No creo que me equivoque si afirmo que en el peor de los casos habremos sufrido alguna multa por exceso de velocidad, y sin embargo ahora nos enfrentamos a gravísimas acusaciones que pueden constituir graves sentencias de cárcel. Creo, personalmente, y seguramente en la mayoría si no en todos los casos, que especialmente en la legislatura anterior en Cataluña, actué y actuamos siempre de buena fe. Yo actué siempre fiel a mis profundas convicciones. Y creo haber actuado siempre fiel y respetando la legalidad. En este sentido, creo que siempre comprometí mi actuación como político respetando el espíritu y la letra de la Constitución de 1978; aquella que definió España como una nación, pero como una nación de naciones, de nacionalidades y regiones”. “Lo he defendido en privado y en público. Por defender esta lealtad a la Constitución he recibido también mis palos en Cataluña; mis hachazos al reconocer que vi en el Tribunal Constitucional un árbitro, y al oponerme siempre firmemente a una decisión unilateral. Pero esto, insisto, siempre fue compatible con una convicción íntima de que Cataluña es una nación, y de que España debe poder hacer de su diversidad, también nacional, un valor y no un problema. Lo habíamos conseguido hasta la fecha. Hasta una fecha bien reciente. Creo que no fue una ingenuidad pensar que finalmente el diálogo y el acuerdo entre el Gobierno de España y de la Generalitat, sería posible. Como afirmó el lehendakari Urkullo, el acuerdo estuvo a punto de ser posible. Lo estuvo durante los meses de enero, febrero y marzo de 2017 y muchos de mis compañeros lo intentaron, y yo mismo intenté este acuerdo para evitar el colapso o la crisis institucional en octubre. Lo intentamos también en octubre, hasta el último día, hasta el último minuto”.
No fue posible, ha dicho, “recordando las palabras de una ministra”, porque no se dieron “las condiciones de confianza”. “Entre todos habíamos roto el marco, las condiciones de confianza necesarias en una democracia madura como debería haber sido la nuestra”, ha zanjado, justificando que por eso dimitió.
“Dimití frustrado porque constaté que el president no estaba en condiciones, –no podía o no quería–, convocar elecciones al Parlamento ajustadas a derecho”, ha sentenciado.
Al borde de las lágrimas al iniciar recordando palabras de su padre, Meritxel Borràs ha reivindicado que “Cataluña es una nación; una nación sin Estado que ha reivindicado su derecho a ser y existir”. En este sentido, ha asegurado que la situación de los acusados, su “capítulo”, “es sin duda uno más en la historia de supervivencia de nuestro país, Cataluña”.
A este respecto ha subrayado que la sociedad catalana pide ser escuchada “poder votar y decidir nuestro futuro sin imponer nada a nadie, escuchando a todo el mundo, y a partir de ahí decidir”. Por eso, ha dicho, su programa electoral de la décima y undécima legislatura “contemplaba la necesidad de que los ciudadanos pudieran participar en el diseño de su futuro”. “De ahí también nuestro programa de Gobierno, que no fue discutido por la Junta Electoral Central ni tampoco de ningún otro estamento. De ahí nuestra voluntad de hacer un referéndum pactado; dialogado. Esto es lo que se ha hecho sin gasto público”, ha recalcado.
Así mismo, en su último turno de palabra ha querido insistir, como el resto de los acusados, en que “no hubo clima de violencia ni de insurrección”. “Desde mi punto de vista hay un conflicto político, que no es poco”, ha sentenciado, advirtiendo que “alguien debería tener en cuenta que hay nuevos políticos, que vendrán de nuevo y que el anhelo de una buena parte del pueblo de Cataluña de decidir su encaje en la Europa moderna continuará”. “En democracia sabremos encontrar entre todos el camino de una solución adecuada, dialogada y que nos pueda satisfacer a todos”, ha finalizado.
El último de los alegatos lo ha cerrado Carles Mundò, exconseller de Justicia, quien ha manifestado que participa de la idea de que “este juicio es el resultado de un fracaso de la política”. “Que una cuestión que tiene origen en una base de naturaleza claramente política se haya convertido en un proceso penal, es un fracaso colectivo. Trasladar los temas políticos a los tribunales hace un flaco favor a la política y seguro que en nada ayuda a la justicia. Yo creo en la política y creo en la justicia, porque ambos son elementos esenciales para fortalecer una sociedad democrática. Así lo he entendido siempre, y así lo he practicado. Estoy seguro de que estamos a tiempo de buscar caminos que nos acerquen a las soluciones. Enrocar las posiciones o conducir los temas a callejones sin salida es siempre, a mi entender, un camino equivocado, y es mi deseo que el resultado de la sentencia que tiene que dictar este tribunal, también contribuya a ello. Estoy convencido de que nunca es tarde para las soluciones. Mi más sincero deseo es que ante una realidad social que reclama soluciones dialogadas y pactadas todo el mundo esté a la altura del momento”, ha sentenciado.