Madrid es la comunidad que menos dedica a la sanidad en porcentaje del PIB, está a la cola del gasto sanitario público por habitante y su atención primaria es de las más asfixiadas; por contra, sus hospitales lideran el "ranking" y sus ciudadanos, los más longevos de la UE, son los que menos esperan para operarse.
Debilidades y fortalezas que la pandemia no ha hecho más que agudizar: la covid-19 ha atacado con saña al sistema nacional de salud, pero con especial virulencia al madrileño que, convertido en el epicentro de los contagios y sin poder recuperarse de años de recortes y de una infrafinanciación cronificada, ha tenido al límite sus servicios asistenciales y, lo que es peor, a sus profesionales.
El adelanto electoral ha convertido la sanidad en una de las joyas de la corona del debate -más polarizado que nunca- de los candidatos, afanados en lanzarse dardos sobre cómo debería haberse gestionado la pandemia o sacando pecho precisamente por cómo se ha hecho.
La Comunidad de Madrid tiene prorrogado su presupuesto desde 2019, que asciende a un total de 20.072 millones de euros, de los que 8.106 eran para sanidad.
De acuerdo con la Estadística de Gasto Sanitario Público del Ministerio de Sanidad publicada en marzo pasado, antes de la pandemia las comunidades desembolsaron en este capítulo 69.744 millones de euros.
En el caso de Madrid fueron 8.962 millones, la tercera cifra bruta más alta del país -por detrás de Cataluña y Andalucía-, pero que apenas representa el 3,7 % de su PIB -el porcentaje más bajo de toda la tabla- frente al 5,6 % nacional.
Atendiendo al gasto per cápita medio, en España se elevó a 1.486 euros por habitante; Euskadi, con 1.873 euros, Asturias, con 1.763, y Navarra (1.694) fueron las que más desembolsaron por ciudadano. Madrid se quedó penúltima con 1.340, por delante solo de Andalucía (1.262).
Las cuentas regionales dedican a los conciertos con entidades privadas para la prestación de asistencia sanitaria 978,4 millones; solo le gana Cataluña, con algo más del 25 % de su gasto sanitario público.
Un reciente análisis de Audita Sanidad apunta que más de 4.100 millones del presupuesto madrileño, el 49,4 %, va a parar al sector privado mediante distintos tipos de contrataciones para la provisión de servicios, fármacos y equipamientos.
Y el Informe anual sobre privatización sanitaria de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (FADSP) mantiene a Madrid como la región española con mayor grado de privatización en 2020, lo que le ha supuesto una deuda con este sector de 280,8 millones.
Lo hace calculando, a partir de los datos de los ministerios de Sanidad y Hacienda, el INE y las memorias de Muface, Mugeju, Isfas y la Fundación Idis, aspectos de aseguramiento, financiación privada en seguros sanitarios y gasto de bolsillo, recursos y utilización del sector privado y porcentaje de gasto sanitario público dedicado a contratar centros privados y fórmulas de colaboración público-privada.
En 2019 se batieron récord de asegurados con 10,5 millones en toda España, el 76 % de ellos de asistencia sanitaria. Nuevamente, Madrid y Cataluña tuvieron la mayor penetración del seguro privado (38 % y 36 % respectivamente), según cifras del Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad (Fundación Idis).
Los madrileños fueron los que más gastaron en seguros de sanidad privados, 392 euros anuales, muy por encima de la media nacional (146 euros).
La región cuenta con un total de 424 centros de atención primaria (262 centros de salud y 156 consultorios locales), lo que arroja una tasa por de 6,3 por cada 100.000 habitantes (la nacional es de 27,8), la más baja salvo por Ceuta y Melilla.
Según el informe La Atención Primaria en las Comunidades Autónomas presentado en marzo por la FADSP, Madrid y a Baleares son las que menos gastan en este servicio asistencial por habitante (147,97 euros y 178,38, respectivamente) y las que tienen mayor proporción de tarjetas sanitarias por profesional (56,75 % y 88,28 %).
En los equipos de atención primaria madrileños trabajan 5.172 médicos (de familia y pediatras) y casi 4.000 enfermeras. En la oferta de empleo público para este año, el Gobierno regional ha aprobado un total de 6.159 plazas, de las que 2.090 son para sanitarios: 103 médicos de familia, 618 enfermeros, 632 auxiliares de enfermería, 396 auxiliares administrativos y 226 celadores.
Con estos mimbres, estos profesionales han tenido que afrontar el mayor de sus retos profesionales saturados no ya solo por la realización de pruebas diagnósticas, rastreo y seguimiento de enfermos -covid y no covid-, sino también ahogados por el ingente incremento de la actividad burocrática derivada de la pandemia.
La recompensa a unas agendas de 50 pacientes diarios -e incluso 100 en Navidad-, es que, desde mediados de abril, los médicos de familia que trabajen más horas vuelven a cobrar "un plus de 120 euros brutos por siete horas, que se queda en 86 euros netos, es decir 12,2 euros la hora", denuncia el sindicato de médicos Amyts.
Los hospitales privados son mayoría en la región, que dispone de 49 con casi 7.000 camas, según el último catálogo nacional de hospitales del Ministerio. El 69 % tienen concierto con la sanidad pública.
Cuenta además con 37 públicos que suman más de 12.500 camas, lo que da 2,11 por cada 1.000 habitantes (3,2 de media nacional), si bien la FADSP pone el acento en que las que están en funcionamiento son muchas menos que las instaladas (1,83).
En ellos trabajan de media 10,2 profesionales por cada 1.000 habitantes frente a 2,55 de los privados. El número de consultas por 1.000 habitantes se disparó un 26,58 %, un incremento que fue mucho mayor en los privados (81,7 %) que en los públicos (8,47 %).
Aunque la lista de espera para operarse era en agosto de 2020 16,72 días mayor que el año anterior, lo cierto es que Madrid presenta la lista más corta (42 días), muy por debajo de la media nacional (172), cuando en Castilla-La Mancha la demora era de 269 días y en Cataluña de 223.
Con todo, el último Monitor de Reputación Sanitaria (MRS) sitúa a seis de estos hospitales entre los diez centros públicos de España con mejor reputación de una clasificación de 100 que ha liderado, durante seis años consecutivos, el Hospital Universitario de La Paz.
La última incorporación al elenco ha sido el Hospital público Enfermera Isabel Zendal, el mayor centro sanitario de España con dedicación exclusiva al coronavirus; en él se invirtieron 153 millones.
En el ojo del huracán por la premura en su inauguración y las dudas sobre su utilidad, en febrero dio el pistoletazo de salida al proceso de vacunación masiva en el que le han acompañado otros recintos como el Wanda Metropolitano y el Wizink Center.
La que según Eurostat es la región europea con mayor esperanza de vida (85,1 años frente a los 81 de la UE) tardará mucho, si es que lo hace, en recomponerse de la tragedia vivida en sus residencias: el drama personal y deshumanizado de miles de muertes desembocó en una cascada de denuncias que han culminado en una investigación por homicidio imprudente de cuatro responsables de centros.
También la Asamblea de Madrid analizó lo ocurrido en la correspondiente comisión de investigación, interrumpida por el adelanto electoral.
Desde marzo del año pasado, y de acuerdo con el informe Enfermedad por coronavirus (COVID-19) en Centros Residenciales, que actualiza cada semana el Imserso, han fallecido en las residencias madrileñas 1.509 mayores con un diagnóstico positivo y otros 4.734 con síntomas compatibles. Un total de 6.243 de los 30.191 residentes fallecidos en nuestro país. El 20,67 %. Uno de cada cinco.
El Sistema de Monitorización de la Mortalidad diaria (MoMo) del Instituto de Salud Carlos III calcula una sobremortalidad en la Comunidad de Madrid en 18.163 defunciones más de las previstas desde marzo del año pasado. La inmensa mayoría tenían más de 74 años.
Pero en diciembre llegaron las vacunas; desde entonces, el 99,6 % de la población institucionalizada madrileña ha recibido al menos una dosis y el 94,9 % la pauta completa. Lo mismo ha ocurrido con los mayores de 80 años, de las que el 98,6 % tienen ya su primer pinchazo y el 67,2 %, los dos.
En los cuatro meses que va de año han muerto 163 mayores con coronavirus en estos centros. Las vacunas funcionan. Son ellas las que han alejado el espanto de 2020 y han devuelto los abrazos a las residencias. Otra cosa es que puedan hacer cicatrizar la herida de lo que allí sucedió.