"Si la prosperidad no es como una suerte de lluvia fina, persistente y capaz de llegar a todas las capas de la sociedad, surgen en consecuencia el desencanto, la frustración, la desafección, y es ahí donde se encuentran los pilares, el sustento que alimenta las retóricas excluyentes", ha advertido en el Foro Iberoamérica que se desarrolla en el hotel Intercontinental con la presencia de exdirigentes latinoamericanos como el colombiano Juan Manuel Santos y representantes de las principales empresas españolas, a las que ha agradecido su apuesta por el desarrollo de América Latina.
Ante directivos de la banca como el consejero delegado del Grupo Financiero Santander, José Antonio Álvarez, o el presidente de la Fundación Bancaria La Caixa, Isidro Fainé --quien dirigió la entidad hasta el año 2016--, Sánchez ha subrayado que en un Estado de derecho como es España "las decisiones judiciales se acatan, gusten o no gusten", pero el Gobierno y el Parlamento también pueden "cambiar leyes en consonancia con las preocupaciones sociales".
Y es ahí donde ha justificado la decisión que ha tomado su Gobierno para cambiar la ley después de que el Tribunal Supremo rectificara una decisión previa de una de sus salas, que estableció que el Impuesto de Actos Jurídicos Documentados debía pasar a pagarlo la banca y no el cliente.
"La democracia también es que no paguen siempre los mismos", ha subrayado, remarcando que su Ejecutivo "cree en la redistribución de la riqueza".
Prosperidad y democracia
Sánchez ha compartido con la audiencia una reflexión acerca de la relevancia que tiene, a su juicio, "volver a vincular prosperidad y democracia" porque "cuanto más justo sea el reparto de la prosperidad, más fuerte será la democracia y los pilares que la sustentan".
En su opinión, uno de los principales desafíos que tiene Europa en la actualidad tiene que ver con la inclusión social, con la necesidad de "escribir" un "contrato social a nivel europeo".
Sánchez cree que una de las lecciones que se deben extraer de la última crisis económica es que las sociedades no pueden tolerar que las desigualdades se consoliden en el tiempo.
"Si esas brechas se consolidan en el tiempo y los sacrificios siempre caen sobre los más expuestos, tendremos el caldo de cultivo para ese discurso autoritario" que se ve ya en algunas partes del mundo.
"La inclusión social representa esperanza y la exclusión una carga que debilita a la sociedad en su conjunto" porque se traduce en "debilidad institucional", en mujeres excluidas, en "jóvenes sin recursos que no pueden desarrollar su potencial", ha abundado, antes de hacer un llamamiento a las democracias occidentales a demostrar más que nunca su "fortaleza" y su capacidad de generar consensos.