El volantazo a la campaña de Iglesias y Monasterio
Ya no se habla de la gestión de la pandemia, se habla de democracia y fascismo, lo que favorece el discurso de Podemos
Monasterio gana espacio en la derecha con el enfrentamiento directo con Iglesias
Todo es mercado cuando llega la campaña. Las encuestas se convierten en cotizaciones de bolsa, los medios de comunicación en analistas financieros y los candidatos en directivos de sociedades cotizadas que se juegan su bonus en unos días. Como vivimos en la sociedad de la atención, aquí el que no despunta no cotiza al alza. Esta semana hemos visto como todos los analistas coincidían en que Gabilondo es un aspirante pésimo. No cumple los requisitos de la política moderna. No sabe dar totales de televisión. Cuando lo intenta memorizando una frase, se traba. Su ironía no se entiende. Se le nota a la legua que le obligan a cambiar la estrategia y no la hace suya. Se siente incómodo si tiene que defender lo contrario que ayer. Decidido, no vale para los analistas y cotiza a la baja. Veremos si los ciudadanos opinan lo mismo.
Iglesias, sin embargo, sabe mucho de televisión. Lleva años en ella. Maneja bien los medios incluso para sacarles partido metiéndose con ellos: “Esto que voy a decir no saldrá en ninguna televisión”. Si sale, colado. Si no sale, “¿lo veis?”. Triunfo seguro. Decir que tienes a los medios en contra también es hacer campaña. Intentas convencer a tus seguidores de que no quieren que ganes, aunque acabes de ser vicepresidente del Gobierno. Hace tiempo que se le mide como político, no como tertuliano, aunque él añore aquellos tiempos. Su figura ha sido vilipendiada y machacada en muchísimos foros y él lo acusa. Es difícil no enfadarte con el mundo cuando te buscan las cosquillas todo el día, pero debería pensar que otros ya pasaron por ello.
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La tarea de Iglesias en estas elecciones es titánica: levantar un moribundo y lograr sitio en el Gobierno de Madrid. Su entrada en campaña ha sido el elemento distorsionador. Imaginen una campaña sin él, un debate sin él. Es la diva en el escenario. Todos atentos a su próximo movimiento.
El único debate
En el debate de Telemadrid, Ayuso le temía y hacía bien. Iglesias fue capaz de lanzarle un par de directos a la mandíbula que la presidenta acusó. Pero no logró derribarla. Ayuso muestra cada vez más carácter y ha crecido mucho en solo dos años. Ahora es vista como mejor política de lo que es. Está de moda. Debe tener cuidado porque las modas pasan, así que nada de relajarse. Los que la rodean tratan de evitar sorpresas que puedan poner en riesgo su cotización. Lo que va bien, no lo toques.
Ella no acudió al debate de la SER. Parecía que su ausencia iba a provocar un “todos contra Ayuso” sin posibilidad de defensa, pero no solo no fue eso, sino que de ahí salió la cancelación del resto de debates de campaña en los que ella no iba a estar. Cuando alguien tiene la suerte de cara…
En ese debate se produjo el giro de timón de la campaña. Ya no se hablará más de la pandemia, sino de la democracia. Podemos ha modificado el campo de juego para la última semana. Ahora el partido es entre VOX y Podemos y las dos fuerzas pueden salir ganando.
Monasterio e Iglesias ya llegaron a la SER con las ideas claras. Iglesias exigió una condena y rectificación a Monasterio por dudar de las amenazas de muerte que acaba de recibir. Ella usó la fórmula de Batasuna para condenar “todo tipo de violencia” e inmediatamente pidió que se condenara a los que les tiran piedras en los mítines. Iglesias no necesitó más. Evitó el combate y se levantó sabedor que su gesto, más allá de las razones que le asisten, es también una estrategia política: a partir de ahora no comparto lugar con VOX. Eso provoca una serie de reacciones en cadena: ¿Qué harán entonces PSOE y Más Madrid? ¿Cómo reaccionará el PP? ¿Qué harán los medios a los que critica? La decisión de Iglesias ha obligado a todos a retratarse sin poder posar. Les ha dejado fuera de juego, sobre todo a Gabilondo y García. El PP cometió un error en redes sociales y se metió un gol en propia meta.
El nuevo tablero
¿Y VOX? Pues encantados. En sus campañas buscan siempre acudir a lugares donde se puede generar conflicto. Aprovechan su legítimo derecho a acudir a cualquier localidad sin que sean apedreados, insultados, acosados o escupidos para forzar una situación que las fuerzas de seguridad califican como “de riesgo”. ¿Hay riego en que VOX haga un mitin en Núñez de Balboa? No. ¿Lo hay en que el lugar elegido sea la Plaza Roja de Vallecas o en el pueblo de Puigdemont? Sí. ¿Tiene VOX todo el derecho a ir a todos los sitios que desee? Por supuesto. ¿Los culpables de que les tiren piedras son ellos? Claro que no.
Pero ellos saben que esos acontecimientos modifican el discurso en una campaña. Lo saben tan bien que no le iban a dar la oportunidad a Iglesias de quitarles ese papel. Por eso se apresuró Rocío Monasterio a declarar que “lo que dice Pablo Iglesias lo ponemos en duda” y “no nos creemos nada de lo que dice el Gobierno”. Eso cuando le preguntan por las amenazas de muerte a Iglesias. A VOX le retroalimenta el enfrentamiento directo con Iglesias y en esta campaña Ayuso se lo había robado. Han conseguido su hito: “hemos echado a Iglesias del debate y lo echaremos de la política”. Hala, Ayuso, supera eso.
Todo esto es combustible para Iglesias. Ahora se trata de frenar a VOX, no de desbancar a Ayuso. Eso sí que moviliza a la izquierda. Nos espera una última semana convulsa.