Los gurús se equivocaron. Los españoles se han cabreado y han optado esta vez por los extremos. Sí, han hecho pagar caro a todos sus juegos. Vox, con Abascal a la cabeza, se convierte en tercera fuerza política mientras que Ciudadanos paga casi con la irrelevancia no haber sido bisagra de Sánchez y pierde dos millones y medio de votos.
Abascal recibió las felicitaciones de LePen y Salvini. Nada menos. Los grandes graneros de votos de Vox son Andalucía, Madrid y Valencia. Solo en Euskadi, Navarra, La Rioja, y Galicia se ha frenado a la extrema derecha populista. A Abascal le ha salido el debate perfecto. Los lemas que se escucharon en las calles fueron "España, unida, jamás será vencida" o "A por ellos, oé, oé". La imagen de Abascal junto con su número dos, Ortega Smith, se hicieron una foto que recuerda a la de González y Guerra del 82. Ellos sabrán si fue ironía o casualidad.
Los catalanes han hecho lo propio y han puesto en el Congreso a la CUP, los más radicales, los que quieren seguir en la calle quemando contenedores y creando el caos. ERC, por supuesto, gana las elecciones, pero lo hace perdiendo votos. En cuanto ERC se ha intentado moderar, ha perdido peso, mientras que la apuesta de Torra por los CDR le ha beneficiado. La violencia no le pasa factura, al contrario. El hartazgo es total. O sea, que los más duros en Cataluña también ganan. Pese a todo, las formaciones nacionalistas y a favor de la independencia llegarán al Congreso de los Diputados con un total de 36 diputados, superando los resultados obtenidos en los comicios del pasado mes de abril y rompiendo el techo histórico que consiguieron en 2011.
Muchos son los damnificados por esta nueva llamada a las elecciones. El primero hoy es Rivera, cuyo futuro político está en entredicho aunque no tuviera el valor de dimitir en su comparecencia. Quiso ser el líder de la derecha y se ha convertido en el líder de la nada. Se equivocó en caso todo tras conseguir 57 escaños. Ahora se ha quedado en 10. Dijo no es no a Sánchez, sacó a Arrimadas de Cataluña para quemarla en Madrid y ahora se ha estrellado. Ella tampoco se atrevió a proponerse como líder en Cataluña como ganadora de las elecciones, aunque solo fuera de manera simbólica. La mitad del partido se fue y Rivera miró para otro lado. Ahora está solo con los suyos. Ciudadanos ha desaparecido de trece comunidades autónomas. Un terremoto. En Cataluña se han quedado en dos escaños.
Sánchez logra un peor resultado que el 28A, así que la cabeza de Iván Redondo corre peligro. Ha perdido 727.951 votos. Ahora tiene más difícil lograr ser presidente, pero sabe que una nueva convocatoria puede dar aún más votos a Vox, al que irónicamente ha dado alas.
Con un PP que sube solo hasta los 88 escaños, menos de lo que esperaban, la posibilidad de abstenerse y facilitar un Gobierno al PSOE se antoja difícil. Casado se montó en el balcón para celebrar un segundo puesto y que por el momento Abascal no se lo ha comido. Ahora Sánchez, que no dormía si se tenía que meter en la cama del Consejo de Ministros con Iglesias lo tendría que hacer con él, y con los independentistas de todo signo. De locos.
Iglesias también ha visto cómo perdía siete escaños y se veía superado por Abascal. Seguía siendo cuarta fuerza. Baja en Andalucía y no crece en ninguna comunidad. Un nuevo drama que demuestra que Iglesias no puede. La nueva convocatoria y los juegos de gurús están pasando factura. La falta de política lleva al populismo y a la radicalidad.
Los españoles con más moral que el alcoyano participación con un porcentaje del 69,88%, ni dos puntos por debajo de la alcanzada en los comicios del pasado 28 de abril. La abstención, por tanto, ha alcanzado el 30,12%, la sexta más alta de la democracia.
De las 15 elecciones generales que se han celebrado en España desde la Transición, las de este 10 de noviembre se quedan en el décimo puesto en cuanto a participación del electorado, por tanto la cifra que se ha registrado es una de las más bajas. No es poco teniendo en cuenta que se ha llamado a votar cuatro veces en cuatro años por la incapacidad de los políticos.
España deja la moderación y mira a los extremos. Y eso puede salir caro. Es hora de que los políticos acaben con los juegos. Sánchez, el primero.