Buena sintonía entre el Rey y Sánchez en la toma de posesión. No faltaron las bromas. "Ocho meses para diez segundos", le comentó el presidente del Gobierno al Rey tras una toma de posesión en la que Sánchez prometió sin ministros ni crucifijos. "Ha sido rápido, simple y sin dolor", ha sido la respuesta del Rey a Sánchez entre sonirsas y, tras una breve pausa, ha añadido bromeando, "el dolor vendrá después". Sánchez también ha reconocido, en el mismo tono distendido, que los políticos le han dado al Rey "muchas preocupaciones".
Pero el Rey, aunque fuera en tono de broma ya le ha advertido al presidente lo dura que se presenta una legislatura,
Sánchez ha prometido su cargo ante el Rey por segunda vez, ante un ejemplar de la Constitución y, de nuevo, sin crucifijo ni Biblia.
Así, ha cumplido con la fórmula de prometer por su "conciencia y honor" el compromiso de "cumplir fielmente las obligaciones del cargo de presidente del Gobierno, con lealtad al Rey y guardar y hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado, así como mantener el secreto de las deliberaciones del Consejo de Ministros".
Tras la lectura del real decreto de su nombramiento, Sánchez se ha acercado a la mesa donde estaba abierta la Constitución y, tras una inclinación de cabeza ante el jefe de Estado, ha pronunciado la fórmula de promesa posando su mano derecha junto a una Carta Magna abierta por el artículo 99, el relativo al proceso de investidura tras las elecciones.
En el acto han participado también la ministra de Justicia en funciones, Dolores Delgado, como notaria mayor del Reino; y los representantes del Poder Legislativo y Judicial: las presidentas del Congreso y el Senado, Meritxell Batet y Pilar Llop, respectivamente; el del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes y el del Tribunal Constitucional, Juan José González Rivas. Todos ellos han posado después para los fotógrafos y a continuación se han quedado hablando unos minutos en tono cordial y distendido.
Asimismo, estaban presentes el jefe de la Casa del Rey, Jaime Alfonsín; el secretario general, Domingo Palomo y el jefe del Cuarto Militar, Juan Ruiz Casas.
Es la segunda vez que Sánchez cumple con este trámite, por el que ya pasó en junio de 2018, tras la moción de censura que le llevó a la Moncloa. El líder socialista se convirtió entonces en el primer presidente del Gobierno de la democracia que prometía su cargo solo ante la Constitución, sin crucifijo ni Biblia.
Con la llegada de Felipe VI a la Jefatura del Estado, la Casa Real cambió el protocolo y permitió que los altos cargos prometiesen ante el Rey sin símbolos religiosos, conforme a la libertad religiosa recogida en la Constitución, pero Sánchez fue el primer presidente del Gobierno que prescindía de ellos.
En aquella ocasión, en la que Sánchez no había superado un proceso de investidura, prometió su cargo ante la Constitución abierta por el artículo 62, el que establece las funciones del Rey, incluida la de nombrar al presidente del Gobierno.
Los hechos se han producido después de una investidura en la que el rey Felipe VI se ha convertido en protagonista a su pesar. Lo fue por la diatriba contra él que lanzó la representante de Bildu en el Congreso que calificó su discurso de octubre tras la sedición en Cataluña como autoritario. La bancada de la derecha acusó a Sánchez de no proteger al Rey. Y ya en la jornada en la que Sánchez fue nombrado presidente la figura del Rey copó parte del protagonismo. Pablo Iglesias echó en cara al Rey que intentaran hacerse con el patrimonio de su figura algo que, en opinión del ya presidente, no era la mejor forma de defender la Monarquía. Iglesias, aunque le regale al Rey la serie Juego de Tronos, es un declarado republicano.
Aitor Esteban en una brillante intervención también criticó a la derecha por su uso partidista de la figura del Rey al destacar que era el Monarca el que le había encargado formar Gobierno. "Si fuera un peligro el Rey habría cometido una irresponsabilidad al encargar gobierno al que ustedes califican como un felón", dijo el portavoz del PNV, que irónicamente señaló que no consideraba que el Rey fuera tan imprudente de encargar gobierno a alguien destinado a romper España. Los vivas a España y al Rey se han escuchado como hace muchos años que no se veía en el Congreso.
Las palabras del Rey, no obstante, se convierten en una advertencia de una realidad. Sánchez no lo va a tener fácil aunque juega a su favor que los independentistas de ERC puedan necesitar al PSC para formar gobierno en Cataluña, su gran ambición, y por lo tanto eso puede facilitar una investidura que alargaría el gobierno tres años. Un tiempo considerable vista la inestabilidad política.
Otro dolor puede ser Podemos, con el que ya hay un cierto grado de malestar al desvelar a sus ministros antes de que hable Sánchez. Eso y esperar a ver qué ocurre con Torra y Junqueras pueden haber resultado claves para retrasar al formación de un Gobierno que parecía inminente.
El Rey, en la celebración de la Pascua Militar ya dejó claro lo que son sus principales misiones, que no dejará de lado: defender la unidad de España y la Constitución Española.