El desempeño de la labor de los profesionales de la información entre el clima de crispación general de estos dos últimos en Cataluña ha sido muy complicado. El hostigamiento constante hacia periodistas y operadores de cámara no ha hecho más que aumentar tras el fallo del Tribunal Supremo, acorde al aumento a su vez de la tensión en la comunidad, especialmente en Barcelona.
Durante la cuarta jornada consecutiva de protestas en la ciudad condal con la llegada de la noche llegaron también los actos más violentos, al igual que en los días anteriores. La mayoría de las cadenas decidieron realizar conexiones extraordinarias debido a la situación de gravedad, principalmente en Barcelona. En estas coberturas el lanzamiento de objetos a los periodistas fue continuo, latas, piedras, pelotas, todo valía para intentar acallar a los redactores. Además, uno de los periodistas que cubría las protestas tuvo que ser atendido por los servicios de emergencia.
Una de las reporteras de Cuatro, Ana Francisco, intentaba informar desde la plataforma que se ha habilitado para los periodistas, sin embargo, ante el lanzamiento masivo de distintos objetos tuvo que abandonar el lugar y hacer la cobertura a pie de calle. La reacción de los manifestantes cuando Ana y el operador de cámara abandonaron la plataforma fue la euforia por haber logrado su objetivo, acallar el derecho de informar de los periodistas que ejercen libremente su labor.
La violencia hacia los informadores no ha nacido tras la sentencia del procés. El día uno de este mes, en la celebración del aniversario del 1-O varios profesionales de la información fueron agredidos durante el desempeño de su trabajo.
Destacó la agresión hacia nuestra compañera Laila Jiménez, que no solo fue insultada, además tuvo que sufrir que le arrojasen bebidas por encima y que la acosasen mientras trataba de preparar su conexión. Esa misma noche, Laila y otros profesionales trataban de conseguir que la conexión de una compañera de TVE, Laura Mesa, no fuese también boicoteada.
El acoso a los periodistas ha sido constante durante estos dos años, Reporteros sin Fronteras, cifró el pasado uno de octubre las agresiones a periodistas desde el uno de octubre de 2017 en 45, cifra que sin duda ha aumentado tras el fallo del Tribunal Supremo sobre el procés.
El presidente de esta asociación, Alfonso Armada, aseguraba que “El clima de crispación que viven los reporteros de radio y televisión en Cataluña es insoportable. La polarización extrema que afecta a la política se ha trasladado a los medios y de los medios, a la sociedad civil”. Instaba en ese momento a los políticos y a los medios a actuar con responsabilidad en vistas de la entonces inminente sentencia del procés, porque se estaban “alcanzando cotas absolutamente intolerables de agresividad e inseguridad”.
Un mes antes, el día de la Diada, Ángela García Romero, reportera de Televisión Española, recibió el impacto de una piedra cuando preparaba su conexión. Entre gritos e insultos de los manifestantes era casi imposible la realización de la cobertura, no solo para ella, también para el operador de cámara de la cadena, al que le intentaron tirar el trípode y le vertieron agua sobre la cámara. De nuevo, no fue el único acto que se realizó durante la jornada en contra del derecho a la información y la libertad de expresión, la conexión de Diana Mata, de Antena 3, también fue boicoteada por radicales que increpaban y acosaban a la periodista.
En la mayoría de estos actos de acoso los radicales se limitaban a gritar “Prensa española, manipuladora”, a tapar la cámara e increpar con gritos e insultos a los informadores; sin embargo, la gravedad y dureza de las agresiones aumenta cada día, desde arrojar objetos pesados, como piedras o materiales metálicos, hasta puñetazos, agresiones físicas con consecuencias muy graves, no solo para el trabajo de estos profesionales, también para su salud y futuro.
El miércoles pasado, 9 de octubre, ante la inminente resolución de la condena a los políticos catalanes presos, más de una treintena de periodistas hicieron una sentada en los pasillos del Parlament, en la que mostraban su rechazo y protesta a los agresiones que sufren o han sufrido los profesionales de la información durante los dos últimos años.