Tras las seis noches de disturbios, saqueos, pillajes y vandalismo, ahora le toca hacer cuentas al ayuntamiento de Barcelona. Los números son absolutamente insostenibles. Según el balance de daños que el consistorio ha presentado este lunes, el coste estimado de los 284 contenedores calcinados por los radicales es de 417.000 euros.
Los disturbios tienen, además, otros costes, como 203.000 euros por limpieza y retirada de residuos. Reparar el pavimento que usaron los violentos euros y asciende a 80.421 euros la cantidad necesaria para reparar el alumbrado, semáforos y la señalización de las calles.
A todo esto no se le ha sumado la factura de los saqueos, con todo lo robado en las tiendas que no es poco. A esos 900.000 euros que pagará el ayuntamiento de Barcelona se tienen que sumar más de 700.000 euros más de pérdidas en los comercios tras sumar seis noche seguidas de violencia. Muchas tiendas han sido saqueadas durante varias jornadas al no poder reponer los cristales que protegen los comercios.
Por eso, muchos empleados han decidido tapiar las fachadas para así evitar que los ladrones entren en los locales. Por su parte, los comerciantes se sienten abandonados por el ayuntamiento. Aseguran que mantienen el contacto con el ayuntamiento pero todavía no se han podido reunir ni con ellos, ni con la Generalitat a la que acusan de irresponsable por la forma en la que han gestionado estas seis jornadas de disturbios, saqueamientos y vandalismo.
Con las manos llenas de ropa deportiva, huyen de este comercio que dejaron totalmente desvalijado. Es una de las imágenes de saqueos que ha dejado el fin de semana. Hoy vuelven a reparar los daños. "Hemos puesto unos refuerzos, unos cierres", comentan los empleados de los negocios saqueados. A penas tienen tiempo de acondicionar los locales antes de que la imagen se repita al caer la tarde.
Las pérdidas por robos y daños en locales ascienden a 750.000 euros que ahondan en la crisis del comercio tras 11 meses de pandemia. Los comerciantes se sienten abandonados por la Generalitat y el ayuntamiento. Noche tras noche se repite el pillaje.
Estos actos sumen a Barcelona en un caos de fuego y altercados con la policía, mientras las calles más comerciales se convierten en epicentro del vandalismo. Por su parte, los dueños de los negocios tienen las ventas bajo mínimos y se preparan para enfrentarse a una nueva noche de saqueos.