La nube de cenizas provocada por la erupción del volcán de Cumbre Vieja ha obligado hoy a cerrar el Aeropuerto de la Isla de la Palma. Aena ha informado que el aeropuerto permanece inoperativo por la ceniza del volcán que impide volar con seguridad y se han activado todos los protocolos de seguridad. y es que la ceniza volcánica puede afectar gravemente a los motores de los aviones, además de a su fuselaje y otros sitemas de navegación.
Las cenizas volcánicas contienen partículas altamente abrasivas que hacen que sean muy peligrosas para el transporte aéreo, pudiendo afectar a los motores, así como al resto de los instrumentos de navegación y a los componentes estructurales del avión y que, por este motivo, los fabricantes de todas las aeronaves desaconsejan volar cuando son apreciables las cenizas volcánicas.
Dese los primeros días tras la erupción se ha desaconsejado volar a la isla bonita y se han restringido algunas zonas de vuelo hacia donde se dirigía la nube de cenizas. Ya desde la semana pasada, un comité de técnicos de la aerolínea se reúne tres veces al día para evaluar la evolución de las cenizas y su afección a la operativa en función de los informes emitidos por el Centro de Avisos de Cenizas Volcánicas de Toulouse, los aeropuertos, la Aemet y los propios comandantes de vuelo.
Una de las consecuencias más peligrosas que la ceniza volcánica puede producir en un avión comercial es la obstrucción de sus motores. La primera vez que se comprobó esto fue en 1982, cuando un avión de British Airways se vio afectado al atravesar una nube de ceniza volcánica en Indonesia. Los motores de la nave quedaron paralizados y solo la pericia del piloto, que consiguió volearlos una y otra vez para despejar la ceniza, consiguió que volvieran a funcionar y salvar la vida de todos los ocupantes el vuelo.
Una investigación llevada acabo por un grupo de vulcanólogos en 2016 explica las consecuencias graves que la ceniza volcánica puede desencadenar al entrar en el interior de la turbina del motor de un avión. Estas partículas en suspensión, procedentes de la explosión volcánica, se introducen en la cámara de combustión del motor y aquí se produce el fenómeno más temido por los pilotos, la sinterización. Esto ocurre cuando la presión y las altas temperaturas de la cámara de combustión hacen que la ceniza se solidifique y compacte en trozos más grandes, que se adhieren a las hélices del motor y pueden detenerlo en pleno vuelo.
Desde el incidente de 1982, cuando se comprobó la forma en la que estos eventos afectaban a los aviones, se cambiaron los protocolos de seguridad a la hora de enfrentarse a una nube de ceniza volcánica. Anteriormente los pilotos solían aumentar la potencia de los motores, lo que hacía subir su temperatura y empeoraba la situación. Ahora, la consigna es reducir la potencia, perder altura y escapar cuanto antes de la nube de ceniza.
Durante los primeros días tras la erupción del volcán los vientos empujaban las cenizas hacia el sur y hasta el pasado miércoles la parte oriental de La Palma estuvo libre de cenizas, por lo que los vuelos Binter, que realizan las conexiones entre todas las islas Canarias, funcionaron con relativa tranquilidad. En la madrugada del miércoles al jueves ya hubo presencia de cenizas en el aeropuerto, donde estaba aparcado un avión de la compañía Binter, que automáticamente quedó inoperativo.
El pasado viernes se empezaron a detectar trazas de cenizas y siguiendo las recomendaciones del fabricante, todos los aviones Binter se paralizaron en La Palma, pero también en Tenerife Sur y La Gomera.
El sábado se retomaron los vuelos con La Gomera y Tenerife Sur, ya que se pudo constatar la ausencia de cenizas, además de los informes favorables de la TVAAC y AEMET pero no ocurrió lo mismo con La Palma, donde además de los pertinentes informes han seguido cayendo todo el fin de semana. Desde entonces, los vuelos de todos los Binter han estado suspendidos.