Las cenizas que emite el volcán superan todos los límites y envuelven a La Palma en una nube negra: “Es un infierno”

Arranca la séptima semana desde que entrase en erupción el volcán de Cumbre Vieja en La Palma, que continúa sin dar el más ligero signo de cesar su actividad. Al contrario, aumentando la desesperación, la desolación y la angustia de los palmeros, la lava sigue brotando con fuerza, alimentando ríos incandescentes que siguen avanzando y engullendo todo cuanto encuentran.

La gran cantidad de ceniza y los gases que expulsa su cono principal han sumido a La Palma en la oscuridad; en una nube negra y densa que ya alcanza los puntos del norte de la isla mientras, al mismo tiempo, el área que rodea Cumbre Vieja está dominada por un sonido atronador.

Ante la situación, los expertos están hoy muy pendientes de la calidad del aire, que condiciona la vida de los palmeros, con recomendaciones de confinamiento que abarcan ya varios barrios.

Las cenizas superan todos los límites

Las cenizas que emite el volcán en su proceso de desgasificación han superado todos los límites. “La visibilidad es muy mala”, recalcan en la zona, ante una columna de 4.500 metros que se erige desde el volcán, coronada por una enorme nube de partículas que el viento se ha llevado al noroeste y norte de la isla.

Es un infierno. Cae y barremos, cae y barremos. Entonces, de esta manera estamos luchando contra él”, cuentan los vecinos, resignados al día a día frente al manto de ceniza y los destrozos ocasionados por el volcán.

“Hace daño”. “Se nos llenan los ojos de arena”. “Debería estar la zona confinada”, lamentan hoy algunos vecinos.